Fuera de la habitación se escuchaba el fuerte barbullo causado por los sirvientes que realizaban los preparativos de último momento para la llegada de su esposo después de su largo viaje de trabajo a otra ciudad, y cuando de un momento a otro todo se tornó en un silencio sepulcral, Layla supo que él ya había llegado a la mansión.
Sus pasos pesados y furico resonaron en la escalinata de la entrada siguiendo por el piso de mármol pulido de la planta baja y continuando hasta la escalera que conecta con la planta superior.
Layla tomo aire preparándose para lo que vendría a continuación e infundiéndose con el coraje y el valor necesario para continuar con todo según lo planeado.
Colérico, su esposo abrió la puerta de un golpe haciendo un gran estruendo que resonó por toda la mansión.
—¿Porque demonios mi esposa no me ha recibido en la puerta? — bramó iracundo callándose de inmediato al mirarla.
Ella sonrío traviesas desde s
Una vez que tanto Layla como Robert estuvieron listos y arreglados concienzudamente para la ocasión, se encaminaron al palacio de invierno para reunirse con la reina y cumplir con la cita a la que se habían comprometido asistir.En un intento desesperado por la monarquía y la prensa Real para así poner fin de una vez por todas al infierno mediático que se había desatado cuando Layla había desaparecido tras la muerte de su primogénito de una forma tan repentina, y a todas las especulaciones y chismes que se habían desarrollado alrededor del escandaloso incidente.De camino al palacio, mientras su chofer conducía diligentemente por la carretera en medio de él insufrible tráfico de la ciudad, Layla había atrapado a su esposo despegando la vista de su teléfono celular para mirarla furtivamente en un par de ocasiones, un hecho insólito, algo que él jamás había sucedido ni siquiera cuando la conoció y aun no se hallaban comprometidos formalmente.Una vez dentro del pa
Su reincorporación a la vida pública fue mucho más fácil de lo que recordaba que hubiera sido cuando asumió el papel de Duquesa de Nolan la primera vez, aunque claro, en esta ocasión ya tenía completo conocimiento de lo que debía hacer además de experiencia en el área, pero de igual forma que cuando se unió a la rama principal de la familia real con todas los deberes y derechos que eso implicaba comenzó acompañando la reina al cumplimiento de sus compromisos reales. Algo que hacían para mantenerla vigilada al tiempo que se aseguraba de que cumpliera adecuadamente sus funciones, enalteciendo la imagen pública de la monarquía.Lleva varios días acompañando a la reina cuando debía asistir a algunos de sus compromisos, mayormente saludando los invitados a los eventos y solo ocasionalmente contestando de manera vaga cuando le cuestionaban sobre estado de que había hecho durante su ausencia, rápidamente cambiando de tema, preguntas que solo algunos osados asistentes se atrevían hac
Tenía apenas un rato que había logrado concentrarse lo suficiente como para poder poner atención a la lectura cuando escucho la puerta de la biblioteca abrirse y sin perder tiempo volvió a colocarse los zapatos de tacón en los pies hinchados sentándose correctamente en su lugar justo a tiempo cuando Ariana rodeaba el librero y llegaba a su lado con un vaso de agua con hielos en una bandeja, un verdadero despropósito en su opinión, pudiendo traerlo directamente en su mano sin tanto riesgo de que cayera destrozándose en pedazos, aunque claro, la joven al igual que todos los que trabajaban en esa casa era tan hábil y diestra que eso nunca había sucedido desde que estaba ahí, y en caso de que sucediera no quería ni imaginarse lo que le haría el exagerado de su esposo y el ama de llaves.Ariana coloco el vaso de agua en la mesa a su lado y Layla le sonrío.–Muchas gracias Ariana, ya puedes retirarte—–Por supuesto mi señora—respondió la joven haciendo una rever
Los eventos de estado siempre la habían le habían parecido aburridos, y en ese momento, en medio de una cena de gala con todos los miembros de la familia real, el primer ministro y todos los dignatarios presentes se esforzó por seguir el hilo de la conversación que se desarrollaba su alrededor.Con su esposo evidentemente aburrido y molesto igual que en cada ocasión que los hijos y nietos de la reina se encontraban presentes, recordándole su verdadero lugar y posición en la realeza.Robert parecía deseoso de que todo aquel evento terminara y poder irse, sobre todo dado que el príncipe Gabriel, el nieto mayor de la Reina y futuro heredero de la corona, por supuesto rival número uno del vanidoso y soberbio Robert, había regresado de una de sus misiones en la marina, donde había, según decían en los círculos más altos, sido desplegado en el extranjero en una misión clasificada.Tratando de mejorar el mal humor de su marido y notando que todos se encontraban enfrasc
Habían pasado semanas desde la última vez que había visto Marcus y a su equipo, aunque a ella le parecía que los separaba una vida de distancia.Layla presiono un poco más acelerando el pedaleo conforme el entrenador de spinning lo indicaba dirigiendo al grupo animoso desde el frente, todo aquel derroche de energía había sido lo que había provocado que ella eligiera su clase por encima de la de los demás instructores, su respiración un poco más agitada y el sudor deslizándosele por el pecho y el cuello. 2 minutos más y acabaría lo rutina, ella sonrió discreta en su lugar alegrándose de que hacer ejercicio ya no fueron lujo de que después de algunas semanas comer se volvieron juego de niño. Marcus estaría orgulloso.–Listo chicas. Buen trabajo. Las espero en la próxima clase—se despidió animado el entrenador y todas corearon una respuesta a su vez.Ella tomo su toalla secándose el sudor para luego beber de su botella de agua respirando pesadamente tra
El viaje en auto hasta las afueras de la ciudad fue realizado en la opinión de Layla en un tiempo récord, llegando a un edificio solitario y lúgubre de apariencia abandonada. En cuanto bajaron del auto, Pamela la condujo por el interior desierto que tenía la apariencia de no haber sido pisado por ningún ser humano en un muy largo tiempo, o al menos así fue hasta que después de un rato de giros y vueltas por los intrincados pasillos bajaron unas escaleras que terminaban en una puerta que parecía de todo menos vieja.Pamela ingreso tan rápidamente el código a un tablero casi completamente oculto en la puerta ingresando a su vez su huella, que aunque Layla hubiera intentado memorizarlo no habría podido, aunque tampoco era que ella estuviera especialmente interesada en hacerlo.Layla se encontraba expectante deseosa de saber lo que le esperaba detrás de esa puerta de metal sólido, y aunque en su ser guardaba cierto temor, en ella era más fuerte su enorme deseo
Pamela había ido a dejar a Layla al gimnasio, y con la mente atribulada había decidido pasar por una cafetería sin poder decidir qué hacer con todas las cosas y problemas que le invadían la mente.Cuando finalmente llegó a edificio de oficinas que tenían cerca del centro que utilizaban usualmente para reunirse con socios o aliados de alto rango decidió que no podía dejarlo pasar y debía hacer algo al respecto, así que sabiendo que se encontraba solo y sin molestarse en avisar o pedir permiso antes de entrar camino hasta el interior de la oficina de Marcus cerrando la puerta sin desear que nadie escuchara la conversación que tendrían a continuación.–No estoy segura de que estemos tomando las mejores decisiones—declaro Pamela directa sin siquiera saludar cuando estuvieron a solas pasándole una taza de café a Marcus, y él gruño haciéndole saber que la estaba escuchando en lugar de responder desde su asiento mientras revisaba algunos papeles -Marcus hablo en serio, despué
Layla paso horas durante toda la mañana arreglándose frente al espejo del tocador, para después meterse dentro del vestidor para así poder elegir cuidadosamente lo que iba a usar sin querer dejar ni el más mínimo detalle a la suerte.John iba conduciendo el auto por las calles principales de la ciudad, mientras ella respiraba cuidadosamente tratando de relajarse y mantenerse tranquila en el asiento trasero. Ella sintió que el miedo y el terror le pisaban los talones cuando al fin llegaron al centro de la ciudad estacionando frente al edificio de 42 pisos de Cinq Roses, el conglomerado multimillonario del cual su esposo era el dueño y principal accionista, aunque por debajo del agua los miembros de la familia real también poseyeran acciones y debido a ello se aseguraban de que el gobierno siempre favoreciera a la empresa por sobre todas las demás.—Llegamos duquesa—anuncio John un poco tenso, ella noto un poco de preocupación en el hombre.—Todo irá bien se