XLI Dulces sueños II

¿Podía el amor sanar a un corazón roto? Vlad estaba seguro de ello, es lo que Sam había hecho con el suyo. ¿Tendría también el amor la fuerza suficiente para restaurar una mente fracturada? Era lo que más deseaba creer.

Lo deseó cuando, una noche, mientras Violeta dormía, registró su departamento con ayuda de Markus. Él sospechaba de ella, Vlad se resistía a creerlo. Violeta era una víctima más de la maldad de sus padres, no la victimaria, no el monstruo que tanto daño había hecho.

Encontraron unas tijeras de jardinero y los viejos zapatos de la madre fallecida. Eran recuerdos tétricos. Quiso creer que ella amaba tanto a sus padres que se aferraba a lo único que tenía para recordarlos. Markus le dijo que había asesinos que coleccionaban recuerdos de sus víctimas, así que buscaron en el departamento algún otro recuerdo, sin éxito. Markus también dijo que, tal vez, los guardaba en otro lugar.

La madre de Vlad estaba encerrada, su padre prófugo. La evidencia contra él era por evasión de
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