VI Intelecto superior
—Vine a saber cómo van mis inversiones.

A mediodía se presentó Sofi en la oficina de Kun.

—Recibirás mensualmente un correo electrónico informándote del balance.

—También vine porque tenemos un almuerzo pendiente y no me digas que no porque soy insistente. No me iré de aquí si no es para ir a un restaurante —se aferró del escritorio.

Kun sonrió.

—Además, necesito saber el chisme. ¿Estás saliendo con alguien? Y lo pregunto por cortesía, sé que estás saliendo con alguien.

—¿De dónde sacas eso?

—Son demasiadas las evidencias, para empezar, cuando te saludé sentí el aroma de un perfume de mujer delicioso, ella tiene buen gusto.

—Es evidencia circunstancial, la mitad del personal de la empresa son mujeres y saludo a muchas durante el día.

—Eso te lo acepto, pero para que se te impregne, se necesita un contacto mucho más intenso que un beso en la mejilla. Segunda evidencia: llevas un buen tiempo riéndote solo.

Otra sonrisa se le escapó al formal y riguroso ejecutivo, que con su serio rostro
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