Andy va a casarse. ¿Intentará Sofi impedirlo? ¿luchará ella por recuperarlo?
En la vida a veces se ganaba y otras se perdía. Sofía Sarkov Reyes no estaba acostumbrada a perder, ella siempre ganaba, pero ahora que había encontrado su equilibrio espiritual, era capaz de aceptar con humildad la derrota. Ella había dejado volar a Andy y si él había encontrado un nuevo nido, no era quien para ir a desbaratárselo. Estaba feliz por él.Estaba feliz.Practicó su sonrisa mientras avanzaba por los estacionamientos del club social donde iban a practicar deportes juntos. Nadie los vencía en el tenis, talento heredado de sus abuelos maternos, los únicos que eran rivales para ellos.Andy estaba allí, era sábado y la empleada de su casa se lo había confirmado. Iba camino a las canchas cuando se le ocurrió algo que ni siquiera había imaginado. ¿Y si estaba jugando con su prometida? Ella podía aceptar que tuviera otra novia, que se besara con ella y follaran a destajo, pero los dobles en el tenis eran sólo de ellos, sus combinaciones, los servicios, esos juegos de muñecas, ¡tu
En un bar, Sofi bebía en compañía de Tomy, su mejor amigo. —Estoy orgulloso de ti, Sofi, eres la deconstrucción hecha persona, la muestra máxima de que hasta los ricos y privilegiados pueden encontrar la luz y redimirse. Te amo.—No hables de eso, Tomy, porque estoy teniendo una pena de amor justo ahora.—¿Con Sewell o algún misionero que conociste en tu viaje?—Con Andy, siempre es Andy, siempre ha sido Andy. Creo que siempre lo supe, pero yo quería evidencias contundentes y no la simple intuición. El método científico tiene sus fallos, la ciencia no es exacta, se tambalea.—Te entiendo. Eso de tropezar una y otra vez con la misma piedra es espantoso. Yo caí una vez más con mi ex. Me decepciona una y otra vez, pero cuando volvemos me gusta más que antes, es una locura, es... es algo muy animal, supongo que está en nuestra naturaleza.—Pues en mi naturaleza está el ser una bruta rematada. Todo estaba bien con Andy y terminé con él y ahora se va a casar. Yo quería confirmar la fuerza d
Una de las ventajas de ser artista era que Sofi no tenía un horario que cumplir ni un jefe al que responder, así que no aparecerse por el taller no le afectaba en lo más mínimo. —Si te despiden, yo te contrato como mi asistente, pero te lo advierto, Andy, tu sueldo no será muy alto. Te pagaré con mi cuerpo. —Si no me despiden por faltar dos días, voy a renunciar.Sofi rio y estuvo lista para una ronda más. Después de reconciliarse y vengarse de Paula, se habían refugiado en su departamento, donde estaban dando rienda suelta a la pasión y deseos reprimidos por tanto tiempo. Y tenían mucha energía que liberar, ya fuera follando o llevando a cabo actos vandálicos. —Debo reconocer que tu idea de terminar resultó bastante buena —admitió Andy durante la cena—. Estamos mejor que nunca, como a los quince, pero con edad para follar. —Mi intelecto superior está muy infravalorado, pero te perdono por dudar de mí y de mis motivos. Ojo, que ahora que mi conciencia se ha desarrollado, seré más d
Paula llegó puntualmente a la cita, como de costumbre. La idea era reunirse en un lugar neutral, con mucha gente para limitar el despliegue bélico de ambos bandos, pero Paula insistió en que fuera en el departamento de Sofi."Tiene agallas, hay que reconocérselo", comentó Andy.Probablemente fuera una estrategia para aparentar seguridad. —Sofi, qué bueno que por fin me llamaste. Necesitaba hablar contigo urgentemente —se sentó en el sofá luego de colgar su abrigo en el perchero. Si algo caracterizaba a Paula, como modelo, era la preocupación permanente por su aspecto y presentación personal: cabello perfecto, maquillaje cautivador, ropa combinada de pies a cabeza. Ahora no llevaba maquillaje, su rostro deslavado, pálido y sin brillo la hacía ver débil e inofensiva, hasta frágil, y de seguro se había puesto lo primero que encontró, hasta rota estaba su ropa. Una buena estrategia para inspirar piedad, pero a Sofi no iba a engañarla.Y a Andy tampoco, que llegó por el pasillo. La tenían
Era la quinta vez que Andy llamaba a Sofi por teléfono.—El color rojo se te ve muy bien, ¿qué tan escotado es? —preguntó él.—Tiene un escote profundo, llega casi hasta el ombligo.—Uff, ya me lo estoy imaginando. Cuidado y te lo hago mucho más profundo.—Entonces voy a comprar dos, uno para mí y uno para que juegues tú.—Eres tan lista, amor. Te llamo más tarde, tengo reunión.Andy colgó, pero su mente seguía ocupada en Sofi y su vestido nuevo. El estrés de tener un supuesto enemigo la había llevado a ir de compras, así se relajaba.¿Quién podría ser su enemigo con lo encantadora que era? Si hasta para la filantropía dejaba tiempo en su vida, era una santa. Todavía sospechaba que todo fueran embustes de Paula, pero no estaba de más prevenir, por eso le había insistido a Sofi que compartiera su ubicación en todo momento. Y si se quedaba mucho tiempo en un lugar, la llamaba para saber si todo iba bien. —Andy... ¿Qué hay de mi reporte? —preguntó Leo, uno de los ejecutivos del departam
El humo negro del feroz incendio causaba picor de ojos y se pegaba en la garganta al inhalar, haciendo cada vez más difícil el estar allí. La voz de Andy salió entrecortada y menos fuerte de lo que él quería. Aun así, su grito fue desgarrador.—¡SOFI!Su carrera hasta el ingreso del edificio en llamas fue frustrada por los bomberos. Se necesitaron tres para detenerlo.—¡Mi novia está ahí dentro! ¡Tengo que ir por ella!Si no lo soltaban empezaría a golpearlos. Nadie le impediría que encontrara a Sofi. Ya estaba acomodado para jalar a uno y lanzarlo por sobre su espalda.—¡Andy!La voz de Sofi. En la calle, entre el humo, los bomberos, ambulancias y personas desesperadas, la voz de Sofi lo hizo dejar de luchar y corrió a su encuentro. La estrechó en sus brazos con el miedo agarrotándole los músculos; le besó el rostro tiznado por el humo.—Morí y renací —dijo él, al borde de las lágrimas.Sofi lloraba, pero por el humo. Estaba a salvo. Andy la subió a su auto y se la llevó de allí.
—¿Estás bien?Era la tercera vez que Andy le hacía a Sofi la misma pregunta.—Claro que sí, amor. He pasado por cosas mucho peores, las dificultades de la vida me han hecho fuerte. ¿Recuerdas cuando me perdí durante nuestra excursión escolar al bosque?—No te perdiste, te escapaste con Kun.—Esos son detalles, acabamos perdidos igual. En un momento me hice la muerta para que me diera respiración boca a boca.—¿Lo hizo? —preguntó Andy con expectación.—No, el muy bruto me dio masajes cardíacos y casi me rompió una costilla.Las carcajadas de Andy no le cayeron muy bien, ese para ella era un recuerdo muy triste.—Y luego, cuando por fin nos encontraron, tú lamentaste que no me hubiera comido un león. ¿Lo dijiste en serio? Andy le cogió una mano y se la llevó hasta los labios. La inmadurez hacía a las personas ser crueles, sobre todo cuando tenían dificultades para expresar sus verdaderos sentimientos.—En esa época era un chico estúpido, Sofi, pero ya aprendí que en los bosques no hay
Sofi recibió la taza con café y se deleitó unos instantes con su delicioso aroma antes de probarlo. Ella había estado en muchos lugares del mundo y sentada en muchas mesas, pero en ningún lugar había probado un café tan exquisito como el que servía Kun en su sala, junto al fuego de su chimenea. —Es inconcebible que me haya enterado de esto por la televisión.La noticia del incendio en el edificio de Sofi lo había dejado aterrado y no dudó en llamarla de inmediato. Y Sofi fue a verlo porque no quería estar cerca de Andy mientras todavía quisiera darle un puñetazo. —No quería preocuparte.Kun sonrió. —Por favor. Una vez me llamaste a las tres de la mañana para preguntarme si las cebras eran blancas con rayas negras o negras con rayas blancas.La había regañado por molestarlo con estupideces y, sin embargo, no pudo dormirse pensando en el enigma de las cebras.—Era una cuestión fundamental para comprender el mundo. Y ya lo averigüé, son negras.—Ese no es el punto. Si estás en peligro