Una tonta

Katya, finalmente después de 13 horas arduas de espera, donde Egan no sabía al final si ella despertaría o no, despertó. Sus ojos parpadeaban repetidamente, parecía intentar fijarse bien donde estaba. Y, entonces, lo vio a él: dormido sobre su silla, con el cabello despeinado y su rostro enteramente sereno. No serio y sin emociones, como solía estar siempre, sino tranquilo, en paz. Ella recordó la forma en que Egan intentó protegerla de Marín antes de desmayarse. Quizás no fue lo más certero lastimarla, pero ahora no le cabía duda a Katya que Egan siempre intentaba protegerla: esta vez había sido la segunda vez, en la casa de Argus, cuando llegó la fuerza armada, fue la primera vez.

Katya estiró con esfuerzo su mano hasta Egan y fue capaz de cepillar su cabello hacia un lado. Aquello despertó a Egan de inmediato.

Egan lo primero que hizo al ver a Katya despierta, fue revisarla de pie a cabeza para asegurarse que estaba bien. Cuando lo confirmó, se levantó de su asiento para cerrar las
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