Adam camina por en medio del campus con el pecho erguido y un aire de superioridad que oculta sus demonios internos. Durante su andar, se gana las miradas de deseo, envidia y admiración de los presentes. Siempre ha sido el tipo popular con quien todas quieren ligar y con quien los chicos buscan tener una amistad cercana. Posee el porte y carisma del típico galán rubio, de ojos celestes y cabello abundante. Sumándole a esto, el cuerpo atlético y la buena altura, que es el resultado del tiempo que le dedica al gimnasio varios días a la semana y a sus caminatas matutinas; sin embargo, gran parte de su buen estado físico se lo debe a su deporte favorito, el skateboarding. —Hola, rubito —lo saluda su mejor amigo, con quien choca los puños. —¡Qué tal, Adolfino! —le devuelve el saludo. Menciona el segundo nombre para molestarlo, puesto que sabe que él lo odia con todas sus fuerzas. —¡Qué cabrón! Dizque “Adolfino” —se burla Jason, el tercer chico del grupo, y ríe a carcajadas porque sabe q
En una noche pesada, Adam da vueltas en la cama mientras trata de conciliar el sueño. Muchas veces sufre de insomnio, por lo tanto, se pasa la madrugada viendo series, jugando vídeos juegos o escuchando música. Pero esa situación le ha traído consecuencias en su rendimiento, puesto que al otro día amanece soñoliento, con ojeras, distraído y le es difícil concentrarse.—Necesito dormir, mañana tengo clases y no quiero arruinarlo. Tengo que graduarme con honores o papá no me llevará con él —se recrimina con frustración.Todos los días lucha contra la presión que ser un heredero Fine conlleva, en especial si eres un hijo bastardo, entonces debes esforzarte el doble. Muchas veces tiene ganas de mandar todo a la borda y buscarle un significado a su vida, que no consista en estudiar una carrera para complacer a su padre millonario con clase y a la bruja de su abuela paterna.Después de patalear y quejarse por no poder dormir, toma uno de los libros de economía que le compró su papá y empieza
Las miradas desorbitadas de ambos jóvenes se cruzan y el mutismo se adueña del lugar. Ella lo reconoce al instante, puesto que este no le ha pasado desapercibido en las clases que tienen en conjunto. Además, las compañeras que han coincidido con él hablan sobre lo guapo y sexy que es, aparte de que la mayoría hace planes para poder captar la atención de él.Por su parte, se pone nerviosa cada vez que este entra al aula cuando les tocan materias juntos. Quizás es el efecto de tener tan cerca de un chico atractivo como él o solo sea parte de su timidez. Sin importar la razón de las extrañas sensaciones que siente cuando este está presente, es una persona con la que debe mantener distancia.—¿Qué haces en el baño de mujeres? —interpela mortificada y asustada. Él, por su parte, traga pesado al no poder articular palabras.—Viene conmigo, ¿algún problema? —responde la morena por él, quien sale con pasos de diva y mirada desafiante.—Oh, entiendo… —musita ella avergonzada, pero aliviada de
A media tarde, el sol aún resplandece potente sobre la universidad y el calor se siente insoportable. Ella ya ha terminado la última clase del día, así que pronto su tío vendrá a buscarla.La angustia de tener que estar tan cerca de él le provoca un malestar en todo el cuerpo, pero esta vez no se sentará en el copiloto; según su plan, de inmediato se subirá en el asiento de atrás, de esa manera evitará los roces atrevidos de parte de su tío.La bebida fría que se tomó después de clase, como manera de calmar un poco el calor, le provoca ganas de orinar. Mas, ella se siente intimidada por las demás personas y compartir hasta el baño le es incómodo. Esa fue la razón para empezar a usar el baño de la facultad de deporte, puesto que este, a horas específicas, es poco transcurrido.Sin embargo, al parecer no solo ella conoce ese detalle, y supone que esa fue la razón para que ese chico decidiera hacer cochinadas allí. Cada vez que recuerda ese suceso, siente que se le revuelve el estómago.
Acostado en la cama, Adam recapacita acerca de su comportamiento y la manera en la que le habló a su madre. También revive en su mente, lo acontecido con aquella chica tímida. De repente, recuerda un evento al que no le había dado importancia. «Es casi mi cumpleaños», piensa mientras mira hacia el techo.Para su desgracia, su madre está renuente a dejarlo salir, situación que lo lleva a preguntarse cómo festejará que por fin será mayor de edad, si su progenitora le prohibió salir de casa.«Estoy harto de esta maldita prisión», se queja en su mente mientras hace una mueca de desagrado.Salir solo para ir a la universidad lo tiene ansioso. Adam siempre ha sido un chico activo, que le encanta estar en los espacios abiertos y hacer sudar el cuerpo. Es por esto que necesita ir a patinar, respirar el aire fresco, charlar con sus amigos y hacer cualquier cosa fuera de esa casa, que se está tornando asfixiante.Al otro día, se levanta con desdén y se prepara para ir a la universidad. Ya vest
Samantha se encuentra sentada en la sala, con las manos aferradas al borde de la falda de su vestido, mirada baja y expresión sumisa y asustada. La mujer de cabellera castaña, ojos oscuros y cuerpo esbelto, ceñido en un vestido de tela gruesa y de color negro; y de cabello peinado en una coleta alta y estilizada, la observa con una ceja levantada y un látigo negro en manos, de esos que se utilizan para domar a los caballos.—¿Acaso te eduqué de esa manera, Samantha? —interpela mientras juega con el objeto de manera amenazante y autoritaria.—No, mamá.«Me educaste para ser una cobarde y una sumisa», termina en su mente, lo que no se atreve a decir con su boca.—Entonces, ¿por qué diablos te comportas como una niña rebelde?—Solo me defendí, mamá —replica con voz temblorosa.—De tu tío… —La mujer hace una pausa, suspira y luego la mira con odio—. Eres una malagradecida, ¿lo sabías?—No lo soy… —musita al borde del llanto. No podía creer que su propia madre pusiera a ese depravado por e
Adam se ha pasado toda la fiesta buscando a Samantha con la mirada. A ese punto, siente que no disfrutará de su cumpleaños. Si es sincero consigo mismo, lo que más lo motivó a escaparse de casa fue saber que ella estaría allí.—¿Bailamos? —lo aborda Sandra, quien se le acerca seductora; sin embargo, este solo la mira inexpresivo, dado que su interés está puesto en otro lado.—Disculpa, pero él bailará conmigo —interviene con desafío, la morena que lo maldijo en el campus y de quien ni el nombre se sabe.—¡Aléjate, perra! Él es mi chico —profirió Sandra con gestos despectivos.—Disculpa, zorra —la otra la empuja y se le coloca al lado a Adam con expresión posesiva—, pero él no tiene nada contigo porque él y yo estamos juntos.«¿Qué? ¿Juntos?», piensa él alarmado.—Ah..., disculpen las dos, pero hoy es mi cumpleaños y quiero pasarla bien. Ahora mismo no tengo ganas de bailar, creo que me está doliendo la cabeza. —Adam se frota las sienes con dramatismo, puesto que no sabe cómo salir de
La brisa fría del mar es una caricia agresiva y pasional a la piel de ellos, que provoca que los vellos se les erice. O quizás esa reacción se deba a la unión de labios, que ha agarrado a Samantha desprevenida. Como respuesta a la invasión de parte de él, ella se ha quedado paralizada en su lugar, puesto que no tiene ni la mínima idea de cómo reaccionar al movimiento de Adam. Ella, a diferencia de él, carece de experiencia debido a que es la primera vez que alguien la besa. Esa sensación en los labios, al ser degustados de esa manera tan cosquilleante y placentera, le parece extraña, pero exquisita a la vez. Siente un estremecimiento en todo el cuerpo, debido a la mezcla del aliento cálido con la humedad y frescura, que emana de la boca invasora, que se come la de ella con atrevimiento y falta de pudor. «No, Samantha, no debe gustarte», piensa ella angustiada, puesto que ese no debe ser el comportamiento que la defina. ¿Besarse con un chico a quien apenas conoce y en público? No,