«Siento que floto en el aire y que dejaré de respirar en cualquier momento. La estoy besando... Sus lindos labios están entre los míos ahora mismo, esto es delicioso. Percibo como ella tiembla en mis brazos, porque no solo la estoy besando, me he atrevido a abrazarla.Su cuerpo es tan calientito...Su brusca resistencia me saca de aquel delicioso trance, aunque debo admitir que no he despertado a la realidad aún, no... Estoy ido, aturdido, sorprendido de mí mismo, pero también de todas esas sensaciones que me recorren el cuerpo.Solo fue un beso».Adam se despabila agitado y colorado.—Un beso no correspondido, por cierto —masculla molesto y mira por todos lados.Repasa en su mente lo acontecido y es cuando cae en cuenta que Samantha se ha ido. Las voces molestas de las dos chicas frente a él le torturan los oídos, mas este las ignora.Sin entender la razón de su comportamiento, Adam corre fuera de la playa y no responde a los llamados preocupados de sus amigos, puesto que, lo único
Adam se queda sentado en su lugar, mientras que los demás salen del aula de la última clase del día para él. Observa a Samantha atento, quien recoge sus menesteres y lo entra en la mochila.Por un momento siente la necesidad de hablar con ella y de pedirle disculpas por lo que le hizo, pero es más grande su orgullo o la evasión de lo que está surgiendo dentro de él.La ve traspasar la puerta en silencio y sin dedicarle ni una mirada a él, de la misma manera que ha hecho en todos esos días. Cuando Adam sale de su ensoñación, nota que a ella se le ha quedado la lapicera en el asiento. Dubitativo, se pone de pies dispuesto a recogerla y correr tras ella para dársela; sin embargo, no logra su cometido porque Sandra entra al aula y se lanza sobre él, como si fuera gata en celo.—¡Oye! ¿Qué te pasa? —El trata de quitársela de encima, pero eso solo provoca que ella lo apriete más.—Hola, Adam.—¿Qué quieres? —cuestiona él con hastío.—Escuché que terminaste con la mosca muerta y fea de tu “n
Adam llega a casa cabizbajo y de una vez se dirige a su habitación. Se tira en la cama con los brazos debajo de la nuca mientras enfoca la mirada en un punto fijo y esboza un largo suspiro. Los recuerdos del arrebato en la biblioteca lo torturan cual cruel acusador, entonces se frota las manos en el rostro con rudeza.—¿Por qué soy tan idiota? —se auto reclama—. Volví a jugar con esa niña rara y todo por dejarme llevar por mi estúpido orgullo o lo que sea que me esté haciendo actuar como a un patán.»Siempre he sido un Donjuán y no me tomo a ninguna chica en serio; sin embargo, no me meto con todas, tiendo a respetar a las niñas ñoñas y complicadas. No sé qué demonios me está sucediendo. Creo que debo tomar una medida extrema para resolver este asunto.Adam maquina una forma que, según él, es la correcta, así que se levanta deprisa y busca su celular. Marca un número y espera ansioso a que la persona a quien está llamando le responda.—¿Qué diablos estoy haciendo? Esto está mal, muy m
Adam conversa con Ricky en la última materia que tiene en el día y que comparte con él. Con una lista de objetivos, tanto de comportamientos como de logros, enumera y tacha cada uno de estos.—Bien, estoy sorprendido conmigo mismo. Todo un mes sin meterme en problemas ni reprobar. Sin mencionar, que no me he enredado con ninguna niña, aparte de Sandra, y que mis calificaciones están en la cima —menciona airoso.—Me parece genial. Si sigues como vas serás el puto amo de los herederos Fine —secunda su amigo con entusiasmo—. Solo espero que no te olvides de mí cuando estés llevando la vida de rey con guardaespaldas, modelos bonitas y criados dispuestos a cumplir todos tus caprichos.—¡Por supuesto que no me olvidaré de ti! ¡Eres mi puto mejor amigo! Te regalaré varios de mis vehículos y modelos buenonas.—¿Podré tener a mi propio “Jaime” vestido de pingüino y con cara de culo?—Hasta diez si quieres —le responde irónico.—¡Eres el mejor amigo del mundo, puto cabrón! —exclama divertido a
Después de la golpiza injusta y cruel de parte de su madre, Samantha estuvo encerrada en su dormitorio por toda una semana. Le pidió a su amiga que le pusiera la excusa con los maestros de todas las materias que estaba cursando, debido a que se había enfermado.Ya recuperada de los dolores corporales y la conmoción emocional, que le quedó como secuela de aquel abuso, decide retomar sus actividades como de costumbre.En esos días, ha tratado de no estar en la presencia de su supuesta familia, puesto que siente que no soporta a ninguno. Ni siquiera a su prima o a Dina, dado que ningunas vinieron a su auxilio cuando ella las llamó; en realidad, nadie en esa casa se dignó en defenderla.Frente al espejo, se seca las lágrimas que le resbalan por la mejilla. Se siente aprisionada en aquella jaula de oro que muchos envidian, por supuesto que si supieran el infierno al que he sometida allí, los hijos de los amigos de su madre dejarían de desear lo que ella posee. ¿De qué le sirve los bienes m
En ese momento sus emociones son un caos. Es increíble la habilidad que posee ese chico para perturbarla. ¿Acaso es él real?¿Será cierto que él la aceptaría en su apartamento? ¿De verdad se atrevería ella irse a vivir con un chico?«¡Ay!, ¡qué tonta soy! No sería capaz de mudarme sola con un hombre, eso se vería raro y sería muy incómodo», piensa con el pulso acelerado.El simple hecho de imaginarse debajo del mismo techo que Adam, la hace estremecer y sonrojar.«Sería interesante vivir con un chico tan lindo y sexy como él. Se parecería a las series románticas que pasan en la TV, donde el chico apuesto y rico se enamora de la chica fea y sin dinero», piensa mientras sonríe como tonta, ganando la mirada de extrañeza de parte de Adam.—Oye, ¿estás bien? —inquiere él ceñudo—. Te quedaste como estatua y con la mirada de tonta.—Tonto eres tú. Solo estaba pensando que eres un chico muy extraño; ¿por qué me invitas a vivir a tu apartamento si apenas nos conocemos?—Porque soy caritativo.
Adam llega a casa con un hambre desesperante, razón por la que se dirige a la cocina y empieza a comer todo lo que encuentra en la nevera. —Bestia, estás desaparecido en estos días. Te he extrañado bastante, hermoso hermano —lo aborda Jimena y lo abraza—. Por cierto, tu papá de verdad te llamó al teléfono de la casa; él me dijo que tú no respondías el celular y que quería saber por qué diablos no le contestabas. —Sonríe maliciosa, cuando él la mira con seriedad por la palabrota, y aclara—: Su palabra, hermanito, no la mía. —Gracias por la información. —Termina de comer y se dispone a ir a su habitación con recelo, puesto que tanta amabilidad de parte de ella lo hace sospechar. —¿Por qué no le has respondido a tu papá? —interroga ella mientras lo sigue. —¿Por qué no buscas oficios que hacer? —contraataca con una mueca. —Para eso está candela, duh —responde obvia. —Eres una vaga, duh —se burla él con el mismo tono en que ella le contestó. —No, porque tú eres el más trabajador —i
Adam mira a Samantha de soslayo en todo el tiempo que dura la clase. Y por más que lo intenta, no logra concentrarse, ya que en sus pensamientos solo está ella y su ausencia en todo el tiempo libre que tuvieron. Desde que la sesión termina y los alumnos dejan el salón vacío, quedando solo ellos dos, él se le sienta al frente, forma media sonrisa y la encara ceñudo. —¿Dónde te metiste hoy? —le pregunta con mirada fija a su reacción y a la expectativa de una respuesta. —Estuve siempre aquí —responde cortante y con voz apagada.—¿Aquí dónde? Te busqué por todas partes —cuestiona con ojos entrecerrados.—¿Tengo que decirte en cada lugar que esté? ¿Qué te pasa? —profiere con rudeza.—¿Qué te pasa a ti? Tenemos que cuadrar la próxima exposición y te perdiste. Ni siquiera respondiste mis mensajes —replica con tono molesto.—No tenía ganas de cuadrar nada hoy. Punto —contesta cortante y le evade la mirada.—¿No tenías ganas? ¿Así de simple? Te recuerdo que no solo tus calificaciones están e