Adam llega a casa con un hambre desesperante, razón por la que se dirige a la cocina y empieza a comer todo lo que encuentra en la nevera. —Bestia, estás desaparecido en estos días. Te he extrañado bastante, hermoso hermano —lo aborda Jimena y lo abraza—. Por cierto, tu papá de verdad te llamó al teléfono de la casa; él me dijo que tú no respondías el celular y que quería saber por qué diablos no le contestabas. —Sonríe maliciosa, cuando él la mira con seriedad por la palabrota, y aclara—: Su palabra, hermanito, no la mía. —Gracias por la información. —Termina de comer y se dispone a ir a su habitación con recelo, puesto que tanta amabilidad de parte de ella lo hace sospechar. —¿Por qué no le has respondido a tu papá? —interroga ella mientras lo sigue. —¿Por qué no buscas oficios que hacer? —contraataca con una mueca. —Para eso está candela, duh —responde obvia. —Eres una vaga, duh —se burla él con el mismo tono en que ella le contestó. —No, porque tú eres el más trabajador —i
Adam mira a Samantha de soslayo en todo el tiempo que dura la clase. Y por más que lo intenta, no logra concentrarse, ya que en sus pensamientos solo está ella y su ausencia en todo el tiempo libre que tuvieron. Desde que la sesión termina y los alumnos dejan el salón vacío, quedando solo ellos dos, él se le sienta al frente, forma media sonrisa y la encara ceñudo. —¿Dónde te metiste hoy? —le pregunta con mirada fija a su reacción y a la expectativa de una respuesta. —Estuve siempre aquí —responde cortante y con voz apagada.—¿Aquí dónde? Te busqué por todas partes —cuestiona con ojos entrecerrados.—¿Tengo que decirte en cada lugar que esté? ¿Qué te pasa? —profiere con rudeza.—¿Qué te pasa a ti? Tenemos que cuadrar la próxima exposición y te perdiste. Ni siquiera respondiste mis mensajes —replica con tono molesto.—No tenía ganas de cuadrar nada hoy. Punto —contesta cortante y le evade la mirada.—¿No tenías ganas? ¿Así de simple? Te recuerdo que no solo tus calificaciones están e
Adam llega más temprano a la universidad aquel día, con la intención de esperar a Samantha.—Esa niña rara es una irresponsable. Y pensar que casi le creo cuando me dijo que estaba pasando por un momento difícil. ¡Difícil es el tener que lidiar con ella! Ah, pero me va a oír —espeta molesto.Adam la vislumbra caminar en medio del campus, entonces corre en su dirección y la intercepta.—¡Buenos días, Samy! —exclama con sarcasmo. Se cruza de brazos y se lame los labios, como si esperara una explicación de su parte; sin embargo, verle el labio inferior cortado cambia su actitud hacia ella.—Buenos días —responde con voz apagada.—¿Qué te sucedió? —interroga mientras le levanta el mentón para revisarla. En el instante en que sus dedos tocan la piel de ella, Samantha siente un estremecimiento en todo el cuerpo, al tiempo en que los latidos de su corazón incrementan.—Nada importante, me tropecé y me caí —miente.Por su parte, Adam la observa con recelo, puesto que no se convence de lo que
Samantha mira el atractivo perfil de Adam, quien tiene su atención puesta en la gran pantalla del cine.Ella, en vez de ver la película, se entretiene con los reflejos de luz que acaricia parte del rostro y cuello de su amigo, que de manera intermitente son alumbrados.Samantha se relame los labios y esboza un suspiro de resignación, al recordar las palabras de aquellas chicas que la ofendieron sin ninguna razón.«Nunca volveré a sentir sus labios sobre los míos», se lamenta en sus pensamientos.Se arrepiente de no haber disfrutado ese beso, puesto que jamás tendría una oportunidad como esa de nuevo.Después de que la película termina, Adam y ella se dirigen a la pizzería que queda en la misma plaza. Con risas eufóricas y nerviosas, Samantha celebra todas las estupideces que se le ocurren a él.—Te dije que la película terminaría a la hora del almuerzo. Todo salió de acuerdo al plan —dice él mientras le entra el sorbete a su refresco de soda.—No sabía que pasarían una película de una
Adam aprovecha el fin de semana para mudarse, aunque no tiene mucho qué cargar, puesto que lo único que se lleva a su nuevo hogar, son sus ropas y artículos personales. Su habitación queda intacta y, por pedido de su madre, él deja algunas ropas allí, para cuando vaya de visita a la casa materna. Por supuesto sus amigos y hermanas lo ayudan a organizarse en su apartamento, cuando terminan, se ponen a ver una película en el cine de este. —¡Guau! Tienes cine, Jacuzzi, gimnasio y piscina. ¡Qué afortunado eres! —espeta la hermana. —No te olvides del bar y el área de juego. Aquí podemos hacer las mejores fiestas de toda la universidad —añade Jason. —Tampoco es que van a querer usar mi apartamento de relajo. Ustedes son muy revoltosos, si me pongo a hacer fiestas aquí, me lo destruyen. —Hace una mueca. —¡Qué amargado! —espetan todos al unísono. —Ahora estarás de creído porque te das la buena vida —espeta Jason—. Solo falta que nos trates como mugre y te busques a otros amigos. —¡Qué
Después de cenar, Adam le brinda un helado a su amiga. Ellos se sientan en unos asientos cementados, pegados a las grandes rocas que los separan del mar.La brisa fría de la noche les levanta el cabello a ambos y les provoca escalofríos a sus cuerpos.—Puesto que no tenemos abrigo, debemos darnos calor, Sammy —espeta Adam con una sonrisa ladina, cargada de maldad.Ella lo mira desorbitada y, es cuando él se sienta detrás de ella y la abraza desde esa posición, que esta cae en cuenta a qué se refirió.—¿Qué haces? —interpela con nerviosismo.—Colaboro para que entremos en calor —responde obvio. Adam se deja llevar por el disfrute que el contacto con el cuerpo de ella le provoca, apretándola fuerte y deleitándose con su delicioso aroma.Samantha, por su parte, siente que podría desmayarse en cualquier momento. Es la primera vez que tiene ese tipo de acercamiento con un chico, eso de alguna manera la pone muy nerviosa, tanto que el dolor de estómago empieza a hacerle estragos.Pero lo qu
La tarde lluviosa da la impresión de un ambiente melancólico y nostálgico. Quizás eso solo lo perciba ella, quien tiene el ánimo por el suelo. —¿Todo bien? —le pregunta Adam, quien se le sienta al lado, puesto que ella no salió cuando todos dejaron el aula—. Ya la clase terminó, ¿por qué no saliste? —¿Ah? —ella parpadea desorbitada y mira a su alrededor sorprendida—. No me había dado cuenta. —Eso significa que ni siquiera prestaste atención. ¿Qué te sucede, Sammy? —Estoy cansada, supongo... —Se frota la cara. —Oye, los chicos se reunirán conmigo en mi apartamento para ver películas. ¿Por qué no vienes? Ella se va a negar, pero recuerda que ya no está dispuesta a dejarse controlar por su madre, como tampoco tiene ganas de estar en esa casa donde esos dos se burlan de su padre. —Está bien —responde con desdén. Adam va a usar su frase manipuladora para convencerla, pero se queda estático y con las palabras atascadas, cuando cae en cuenta que ella ha aceptado. —¿De verdad vendrás?
Samantha llora en el baño del apartamento de Adam, al que pidió ir para desahogarse. Se siente una persona horrible porque por su culpa la tarde de amigos se arruinó.—¿Por qué vine a este lugar? No debí aceptar esa invitación. Soy un desastre, era tan simple como negarme.Samantha solloza con agitación. Se siente humillada, avergonzada y muy triste; puesto que, lo menos que quería, era poner a los amigos de Adam en su contra.«Por qué todo me sale tan mal siempre», se pregunta con amargura.Después de un largo rato en el baño, ella sale a la sala donde encuentra a Adam solo. Por inercia, busca con la mirada a Ricky, mas no hay señal de que él esté ahí.Una enorme tristeza la embarga, debido a que, por su culpa, la tarde de amigos se fue al caño.Las ganas de llorar aumentan, a medida en que piensa acerca del motivo para que Ricky se haya marchado. Teme mucho a lo que piense él acerca de ella, puesto que, este en particular, se ve que es un buen chico y siempre la ha tratado con respe