La tarde lluviosa da la impresión de un ambiente melancólico y nostálgico. Quizás eso solo lo perciba ella, quien tiene el ánimo por el suelo. —¿Todo bien? —le pregunta Adam, quien se le sienta al lado, puesto que ella no salió cuando todos dejaron el aula—. Ya la clase terminó, ¿por qué no saliste? —¿Ah? —ella parpadea desorbitada y mira a su alrededor sorprendida—. No me había dado cuenta. —Eso significa que ni siquiera prestaste atención. ¿Qué te sucede, Sammy? —Estoy cansada, supongo... —Se frota la cara. —Oye, los chicos se reunirán conmigo en mi apartamento para ver películas. ¿Por qué no vienes? Ella se va a negar, pero recuerda que ya no está dispuesta a dejarse controlar por su madre, como tampoco tiene ganas de estar en esa casa donde esos dos se burlan de su padre. —Está bien —responde con desdén. Adam va a usar su frase manipuladora para convencerla, pero se queda estático y con las palabras atascadas, cuando cae en cuenta que ella ha aceptado. —¿De verdad vendrás?
Samantha llora en el baño del apartamento de Adam, al que pidió ir para desahogarse. Se siente una persona horrible porque por su culpa la tarde de amigos se arruinó.—¿Por qué vine a este lugar? No debí aceptar esa invitación. Soy un desastre, era tan simple como negarme.Samantha solloza con agitación. Se siente humillada, avergonzada y muy triste; puesto que, lo menos que quería, era poner a los amigos de Adam en su contra.«Por qué todo me sale tan mal siempre», se pregunta con amargura.Después de un largo rato en el baño, ella sale a la sala donde encuentra a Adam solo. Por inercia, busca con la mirada a Ricky, mas no hay señal de que él esté ahí.Una enorme tristeza la embarga, debido a que, por su culpa, la tarde de amigos se fue al caño.Las ganas de llorar aumentan, a medida en que piensa acerca del motivo para que Ricky se haya marchado. Teme mucho a lo que piense él acerca de ella, puesto que, este en particular, se ve que es un buen chico y siempre la ha tratado con respe
Samantha se queda petrificada, debido a la exaltación. El corazón le empieza a latir muy rápido y temblores fuertes le recorren el cuerpo.Ese momento es traumático para ella porque se visualiza en el lugar de su prima, debido a que todas las veces anteriores era ella quien gritaba desesperada por ayuda.Nunca nadie le ha brindado auxilio ni ha respondido a sus súplicas y llamados. Todos ahí han ignorado el abuso al que ha sido sometida, de igual manera, se han hecho de la vista gorda ante su sufrimiento.Sin embargo, en ese momento no es ella quien ruega mientras es maltratada, puesto que ahora es su prima quien está viviendo aquel martirio.Paula, esa que siempre la ha culpado por los maltratos procedentes de su tía, dándole la razón a su abusadora porque esta la mantiene y le paga la universidad.—¡Paco, mi amor! ¡Ayúdame! Paco, estoy embarazada. Podría perder a nuestro bebé.El desgraciado, quien observa todo mientras se pone la ropa, deja de vestirse porque se ha quedado petrific
Samantha llora sobre la cama con gran agonía. Aunque su prima nunca fue buena con ella, asimismo la hacía sentir mal por su complexión física, a ella le duele lo que le sucedió.—Mi mamá es un monstruo... —solloza—. Si tan solo hubiese faltado a la universidad, tal vez Paula estaría aquí aún —se lamenta. Pero recuerda que ella también es víctima en esa casa, y que, si no es capaz de ayudarse a sí misma, tampoco podrá hacerlo con otra persona.Le causa impotencia que su madre se haya salido con la suya, al enviar a su prima de vuelta con su padre, a quien no le importa el bienestar de su hija. De hecho, Paula vivía en casa de ellas por eso, porque ese hombre nunca se hizo cargo de ella.Aquella noche Samantha no puede dormir, pensando en el futuro que le deparará a su prima sin terminar su educación y pasando miserias.***Adam observa a Samantha con intriga y preocupación, mas esta no responde a ninguna de sus preguntas.—No me dirás nada, ¿cierto? —afirma con tristeza.—Lo siento, pe
El roce de labios se siente suave y cosquilleante, asimismo, la necesidad de unirlos por completo. También, el anhelo de que los néctares de ambos paladares mezclen su sabor se torna demandante. Sin embargo, ninguno se atreve a dar el paso, por lo que tanto Adam como Samantha se quedan petrificados en su lugar e indecisos.Por una parte, temen cruzar ese límite que traería tensión a su amistad; pero al mismo tiempo, no quieren perder la oportunidad de saborear ese beso tan ansiado. Esa es la razón para ambos quedarse quietos y a la expectativa, como si estuvieran atentos a la aceptación del otro.Los calambres en las extremidades, causados por estar en la misma posición, empiezan a molestarlos y a avisarles que ya tienen que moverse. Es por esto y porque vuelve en sí, que Adam decide apartarse; mas cuando hace el intento, es atrapado y atraído de vuelta por Samantha, quien se atreve a besarlo.Los labios suaves e inexpertos aprietan a los suyos, pero él está tan asombrado e incrédulo
Samantha se alegra mucho al ver a su madre allí, quien es su salvadora en ese momento. De manera instintiva, ella corre en su dirección y se tira al suelo, entonces se pone a llorar mientras la abraza por las piernas.Bárbara la mira conmocionada ante esa acción, puesto que eso mismo era lo que ella solía hacer de niña cuando se sentía en peligro.—Acabo de preguntar, ¿qué estaban haciendo? —repite autoritaria, después de pestañear varias veces, para no dejarse conmover por Samantha.—Mi amor, tu hija se ha vuelto loca. Me llamó porque le dolía el estómago, así que yo, como el ingenuo e idiota que soy, entré. ¿Sabes que hizo esa indecente? Se mostró desnuda delante de mí y me pidió que le hiciera lo mismo que a Paula.»Por supuesto me negué, pero ella se me lanzó encima como la gran loca que es. Te dije que la juntilla con ese delincuente la iba a afectar. Mira ahí los resultados.—¡¡Mentira!! —grita ella entre llantos—. ¡Eres un mentiroso! ¡Yo jamás querría hacer eso contigo porque m
Samantha corre detrás de Adam aterrorizada, al tiempo en que le grita que se detenga. Él ignora sus llamados desesperados y toma las llaves que yacen encima de la mesa, pero mientras Adam está abriendo la puerta, ella lo abraza por detrás y le implora que no salga.—Adam, por favor. —Solloza contra su espalda con grandes sacudidas.Él respira profundo y se queda quieto por un rato. Las lágrimas empiezan a mojarle las mejillas y él también empieza a llorar. Con lentitud, se gira en dirección a ella y le acaricia el rostro mojado, luego le echa el cabello para atrás y le levanta el mentón.—¿Esto te lo hizo él o ella? —pregunta con rabia en su tono.Samantha se abraza a sí misma porque siente un escalofrío recorrerle la espalda, al recordar lo que sucedió.—Fue mi mamá. Ella me golpea por cualquier estupidez, incluso porque subo de peso. Esa es la razón por la que solo estoy comiendo vegetales. —Lágrimas nuevas le mojan el rostro.—Me vas a disculpar, pero tu madre es una maldita bruja
Samantha, en vez de entrar al aula, se dirige al baño. Está tan nerviosa y alterada, que necesita por lo menos echarse agua en la cara e intentar tranquilizarse.Abre la puerta y se queda congelada, al encontrar a Adam besándose con una desconocida. Una ira violenta la recorre por completo, mas lucha contra las ganas de golpearlo con todas sus fuerzas, y en su lugar empieza a aplaudir de manera audible.El ruido que proviene de sus palmas espanta a los dos amantes, quienes se separan alterados al saberse descubiertos.—¡Mierda! —espeta Adam con frustración—. ¡Te dije que no era una buena idea hacer esto aquí! Discul... —Deja de hablar cuando, al encarar a quien los ha descubierto, se da cuenta de que se trata de Samantha.—¡Eres una lacra! —suelta ella entre lágrimas y se va corriendo de allí.—¿Tienes novia, infeliz? —interpela la chica, debido al arranque de Samantha y al nerviosismo en él. —No es mi novia... ¡Mierda! —Se peina el cabello con las manos mientras camina en círculos.