El roce de labios se siente suave y cosquilleante, asimismo, la necesidad de unirlos por completo. También, el anhelo de que los néctares de ambos paladares mezclen su sabor se torna demandante. Sin embargo, ninguno se atreve a dar el paso, por lo que tanto Adam como Samantha se quedan petrificados en su lugar e indecisos.Por una parte, temen cruzar ese límite que traería tensión a su amistad; pero al mismo tiempo, no quieren perder la oportunidad de saborear ese beso tan ansiado. Esa es la razón para ambos quedarse quietos y a la expectativa, como si estuvieran atentos a la aceptación del otro.Los calambres en las extremidades, causados por estar en la misma posición, empiezan a molestarlos y a avisarles que ya tienen que moverse. Es por esto y porque vuelve en sí, que Adam decide apartarse; mas cuando hace el intento, es atrapado y atraído de vuelta por Samantha, quien se atreve a besarlo.Los labios suaves e inexpertos aprietan a los suyos, pero él está tan asombrado e incrédulo
Samantha se alegra mucho al ver a su madre allí, quien es su salvadora en ese momento. De manera instintiva, ella corre en su dirección y se tira al suelo, entonces se pone a llorar mientras la abraza por las piernas.Bárbara la mira conmocionada ante esa acción, puesto que eso mismo era lo que ella solía hacer de niña cuando se sentía en peligro.—Acabo de preguntar, ¿qué estaban haciendo? —repite autoritaria, después de pestañear varias veces, para no dejarse conmover por Samantha.—Mi amor, tu hija se ha vuelto loca. Me llamó porque le dolía el estómago, así que yo, como el ingenuo e idiota que soy, entré. ¿Sabes que hizo esa indecente? Se mostró desnuda delante de mí y me pidió que le hiciera lo mismo que a Paula.»Por supuesto me negué, pero ella se me lanzó encima como la gran loca que es. Te dije que la juntilla con ese delincuente la iba a afectar. Mira ahí los resultados.—¡¡Mentira!! —grita ella entre llantos—. ¡Eres un mentiroso! ¡Yo jamás querría hacer eso contigo porque m
Samantha corre detrás de Adam aterrorizada, al tiempo en que le grita que se detenga. Él ignora sus llamados desesperados y toma las llaves que yacen encima de la mesa, pero mientras Adam está abriendo la puerta, ella lo abraza por detrás y le implora que no salga.—Adam, por favor. —Solloza contra su espalda con grandes sacudidas.Él respira profundo y se queda quieto por un rato. Las lágrimas empiezan a mojarle las mejillas y él también empieza a llorar. Con lentitud, se gira en dirección a ella y le acaricia el rostro mojado, luego le echa el cabello para atrás y le levanta el mentón.—¿Esto te lo hizo él o ella? —pregunta con rabia en su tono.Samantha se abraza a sí misma porque siente un escalofrío recorrerle la espalda, al recordar lo que sucedió.—Fue mi mamá. Ella me golpea por cualquier estupidez, incluso porque subo de peso. Esa es la razón por la que solo estoy comiendo vegetales. —Lágrimas nuevas le mojan el rostro.—Me vas a disculpar, pero tu madre es una maldita bruja
Samantha, en vez de entrar al aula, se dirige al baño. Está tan nerviosa y alterada, que necesita por lo menos echarse agua en la cara e intentar tranquilizarse.Abre la puerta y se queda congelada, al encontrar a Adam besándose con una desconocida. Una ira violenta la recorre por completo, mas lucha contra las ganas de golpearlo con todas sus fuerzas, y en su lugar empieza a aplaudir de manera audible.El ruido que proviene de sus palmas espanta a los dos amantes, quienes se separan alterados al saberse descubiertos.—¡Mierda! —espeta Adam con frustración—. ¡Te dije que no era una buena idea hacer esto aquí! Discul... —Deja de hablar cuando, al encarar a quien los ha descubierto, se da cuenta de que se trata de Samantha.—¡Eres una lacra! —suelta ella entre lágrimas y se va corriendo de allí.—¿Tienes novia, infeliz? —interpela la chica, debido al arranque de Samantha y al nerviosismo en él. —No es mi novia... ¡Mierda! —Se peina el cabello con las manos mientras camina en círculos.
Incrédula de que ese beso sea real, Samantha se pellizca de forma disimulada, para confirmar que no se trata de un sueño o de una fantasía.Ella lo empuja para enfrentarlo, pero encontrarse con su mirada fiera la pone muy nerviosa, entonces las palabras se le quedan tascadas en la garganta.—¿Qué sucede? —Él se lame los labios—. ¿No te está gustando? —Le acaricia el cabello.—Me encanta... —responde con una sonrisa tonta, pero de inmediato vuelve en sí y frunce el ceño—. Es decir... ¿Por qué me besaste? —Hace un puchero.Adam chupa el labio que le sobresale y luego le da una pequeña mordida; acto seguido, lo lame como si fuera un caramelo, asimismo, aprovecha la impresión de ella para meterle la lengua dentro de la boca, puesto que esta la ha abierto de forma involuntaria.El cuerpo le reacciona al instante con pequeñas sacudidas, espasmos en el estómago y la pelvis; latidos fuertes, respiración agitada y escalofríos.Samantha trata de seguirle el ritmo, pero dado que no es una expert
Adam esboza un suspiro y cierra los ojos con fuerza, entonces su cuerpo sudoroso y tenso entra en un estado de relajación que le provoca sueño.Samantha, en cambio, se limpia la boca sorprendida, puesto que nunca se hubiera imaginado que sería capaz de llegar tan lejos con un hombre.—¿Te gustó? —Se le recuesta al lado y lo besa en la mejilla.—¡Me encantó! Eres maravillosa en todo lo que haces, mi hermosa Sammy. —Le acaricia los glúteos.De alguna manera, esa acción la hace sentir relajada y feliz, porque le agrada esa intimidad y cercanía que ahora comparten. Ya no hay barreras ni apariencias, como tampoco tiene que ocultar sus sentimientos por él.Lo ama y se lo piensa demostrar sin inhibiciones.—Eres tan lindo que a veces pienso que no eres real —dice mientras traza círculos en el pecho húmedo de él.—¿Es en serio? Porque aquí la linda eres tú. No solo eres hermosa y estás buena, también posees una inteligencia que te hace sobresalir y el corazón más puro de todo el mundo. Nunca
Cinco años después...Adam se sirve una copa y resopla con hastío. Nunca ha soportado a su hermana y cree que eso no va a cambiar, puesto que ya llevan seis años de convivencia y ella no termina de aceptarlo.—¿Por qué te rindes ahora, imbécil? ¿Para hacerme quedar en ridículo? —le reclama la mujer un año menor que él, de cabellera rubia, ondulada y larga; ojos verdes y cuerpo esbelto.—¿Quién te entiende, Cameron? —replica Adam con hastío—. ¿No es lo que querías? Te estoy cediendo la presidencia de la empresa.—¡Exacto! ¡Me la estás cediendo! Ni siquiera vas a dar la batalla. Claro, como sabes que yo ganaré, te rindes para decir que me la diste. ¿Eso te hará sentir superior?—¡Ay, ya, Cam! —se queja su mellizo, Jefferson.Éste, aunque al principio se dejó manipular por su madre para hacerle la vida imposible a Adam, ahora lo acepta y lo defiende, al punto de haberse convertido en su mano derecha.Jefferson, al igual que los demás Fine, posee una cabellera rubia, ondulada y abundante;
Dos meses después...Samantha se sirve café en la cocina de los empleados y se dirige hasta su cubículo; allí es abordada por Tina, una compañera de trabajo del área de diseño.—Parece que los rumores son ciertos, Sam —chismosea mientras se le sienta al lado—. Escuché de fuentes confiables que sí venderán la empresa, después de todo. ¡Ay!, me da un terror. Conseguir un trabajo decente en esta ciudad es muy difícil y yo amo este lugar. No quiero perder mi empleo.—Más rápido lo pierdo yo que tú. Apenas tengo dos meses aquí —se lamenta Samantha.—Chicas, no se adelanten a los acontecimientos —dice un hombre de estatura media, cabello corto y castaño, y mirada miel—. Que vendan la empresa no significa que despidan a sus empleados.—¿De dónde saliste tú? —cuestiona Tina con ojos entrecerrados—. Tienes buenas antenas para el chisme.—Mira quién habla, la reina de la información de pasillo —responde con ironía. Ella le saca la lengua, acción que le provoca una carcajada burlona a él, debido