Dos meses después...Samantha se sirve café en la cocina de los empleados y se dirige hasta su cubículo; allí es abordada por Tina, una compañera de trabajo del área de diseño.—Parece que los rumores son ciertos, Sam —chismosea mientras se le sienta al lado—. Escuché de fuentes confiables que sí venderán la empresa, después de todo. ¡Ay!, me da un terror. Conseguir un trabajo decente en esta ciudad es muy difícil y yo amo este lugar. No quiero perder mi empleo.—Más rápido lo pierdo yo que tú. Apenas tengo dos meses aquí —se lamenta Samantha.—Chicas, no se adelanten a los acontecimientos —dice un hombre de estatura media, cabello corto y castaño, y mirada miel—. Que vendan la empresa no significa que despidan a sus empleados.—¿De dónde saliste tú? —cuestiona Tina con ojos entrecerrados—. Tienes buenas antenas para el chisme.—Mira quién habla, la reina de la información de pasillo —responde con ironía. Ella le saca la lengua, acción que le provoca una carcajada burlona a él, debido
Samantha sorbe su chocolate y mira a su amiga con una mueca. —Eres rara —dice. Ella muerde su tostada y vuelve a sorber la bebida caliente. —No soy rara, solo selectiva, creo. —Entierra el tenedor en la fruta que se encuentra en su plato—. Quizás nací para estar sola. Es que no logro enamorarme de nadie, me aburro fácil de los hombres. —Debe ser que ninguno llena tus expectativas. Creo que me pasa lo mismo. —Suspira—. Después de lo sucedido con Adam no he podido abrir mi corazón. —Debes superarlo, Sam. Ha pasado mucho tiempo ya. Él de seguro se ha cogido a medio mundo y tú aquí de puritana. Samantha mira a su amiga con ojos entrecerrados. —Si yo soy puritana, entonces tú eres un ángel. Si he tenido más novios que tú. —Pero tus relaciones son más pasajeras que las mías y estoy segura de que no pasas de un beso. —Me acosté con mi último novio, Ari —replica incómoda, al sentirse confrontada. —Mejor dejemos el tema... —balbucea su amiga—. Me aburre hablar de parejas y no sé por qu
Adam recibe a Jimena en su apartamento, quien fue a llevarle un postre para disculparse por el comportamiento que tuvo cuando él regresó de viaje.Un abrazo fuerte y cargado de sentimientos le da a entender a ella que él no está molesto, por el contrario, se alegra de verla porque la ha extrañado bastante.—La vas a asfixiar —comenta Jeff, quien irrumpe en la sala con una sonrisa socarrona.Desde que ella se percata de su presencia, un escalofrío fastidioso le recorre la piel, entonces siente una ira que la hace susceptible a actuar de manera inmadura.—No es tu problema, metiche —profiere ella sin un atisbo de cordura. Él, por su parte, emite un bufido y entorna los ojos, al entender que ella lo sigue viendo como a su rival.—¿Por qué tienes que ser tan grosera, bruja? —le reclama Adam, hastiado de ese extraño comportamiento de parte de su hermana.—Solo digo la verdad. ¿Qué le importa a él la manera en la que me abrazas? —Se cruza de brazos con expresión berrinchuda.—No lo entiendo,
Todos los empleados se mantienen a la expectativa, desde el momento en que escuchan el nombre de su compañera en boca del nuevo jefe y dueño de la agencia.La aludida se queda paralizada y con una sensación gélida en el pecho. ¿Qué debería decir, pensar o hacer? No tiene ni la más mínima idea.—¿Se conocen? —inquiere Jeff, rompiendo el silencio tenso que se ha formado en el abarrotado espacio. Nadie responde nada, entonces el nombre le parece familiar al rubio de ojos esmeraldas, quien recuerda que meses atrás Adam se lo había mencionado—. No puede ser... —masculla, al sospechar de quién se trata.Jefferson mira a Adam con intriga y un poco de diversión, al notar su conmoción y estupor. La ironía de aquel evento le parece graciosa y digna de una novela cliché. ¿Será jefe de su ex?—Tiempo sin vernos, Sammy..., es decir, Samantha —corrige Adam con voz temblorosa.Una emoción extraña le embarga el pecho a ella al volver a escuchar ese apodo. Ese simple “Sammy” provoca que el pasado revi
La tensión se siente en el ambiente, desde que Adam y Jeff entran al salón de festejos. Sus empleados se quedan observándolos en silencio, como si estos fueran unos fantasmas.—¿Por qué todos nos miran de esa forma tan extraña? —les pregunta Jeff con tono divertido—. Ni que fuéramos unos extraterrestres. Sigan disfrutando de nuestra bienvenida con confianza —anima con tono amigable.—Tengo hambre, ¿queda comida? —inquiere Adam para relajar el ambiente.Ellos sonríen como respuesta y los jalan en dirección al buffet, para mostrarles todas las delicias que hay allí. Pronto, los hermanos son rodeados por un grupo de empleados, que se les acercan con la intención y el deseo de hablar con ellos y que estos los conozcan.Entretanto, Samantha y Tina los observan entretenida.—¡Lambiscones! —exclama Tina mientras mira al cúmulo de empleados, quienes rodean a sus nuevos jefes—Déjalos ser —increpa Samantha, al tiempo en que entorna los ojos.—"Déjalos ser" —se burla ella con una vocecilla chil
En el comedor, todos degustan la cena que Camila les preparó. La cara de satisfacción de ellos la hacen sentir feliz, puesto que significa que les ha gustado lo que ella les cocinó.Frente a Jimena, un molesto Jeff come mientras la escudriña con ojos entrecerrados, maquinando mil formas de quitarle esa expresión de satisfacción y victoria de la cara.«Conejita tonta, ¿por qué insistes en fastidiarme?», piensa, al tiempo en que trata de descifrarla con la mirada.Por otro lado, Adam conversa muy a gusto con su madre, quien de vez en cuando le da mimos en la mano y le sonríe con mucho amor.«Qué envidia», dice Jeff en sus pensamientos.Ahora entiende la expresión fría y triste que Adam solía mostrar en esos cinco años. Es que dejó demasiado atrás para convivir con personas que lo odiaban.Jeff observa a Camila con anhelo, deseando que su madre fuera tan protectora y cariñosa como ella. Él no sabe lo que es ser tratado con tanto amor y calidez, puesto que su progenitora nunca estuvo pend
Samantha se queda helada en su lugar y con expresión pálida. No solo por el hecho de que tiene una alta probabilidad de estar frente a Adam, también porque no se esperaba que esa entrevista fuera tan rápido.Jamás se hubiese imaginado que, en unos tres meses, estaría aplicando para un cargo tan importante. Lo que más la agobia es el hecho de no haber tenido el tiempo suficiente para prepararse y asimilar el asunto.—¿Tan rápido? —Después de un largo silencio que, su jefa aprovechó para hacer otra cosa, ella inquiere en un quejido con el temor en sus facciones.Mónica la mira comprensiva y suelta los documentos que estaba revisando, entonces le sonríe con expresión amigable, con la intención de que Samantha se tranquilice.—Entiendo que todo ha sucedido en un abrir y cerrar de ojos para ti, y de verdad comprendo lo aterrada que debes encontrarte en este momento; sin embargo, te aconsejo que aproveches esta oportunidad que te ofrece la vida.»Hay bendiciones que no se presentan dos vece
El silencio protagoniza la oficina, acompañado con una tensión que se puede cortar en el aire.Las miradas de ellos se mantienen conectadas, por lo que Samantha se pregunta cómo es que puede encararlo. Creyó que se la pasaría evadiendo sus ojos azules como el océano; sin embargo, mantiene la vista fija en él, esperando a que empiece con la entrevista.De pronto el pasado aflora y se visualiza cinco años atrás, cuando escuchó de su boca que quería terminar con ella.En ese entonces, no lo podía creer y por poco se rio, pensando que se trataba de una broma. Pero la mirada seria y sombría de Adam le confirmaron que, de hecho, sí, él la estaba dejando.En ese momento, supo el significado de que el corazón se te parta en mil pedazos. Lo sintió tan real en el pecho, que los resultados fueron desastrosos para ella y para su cordura.Después de eso, ella no tuvo el valor de seguir escuchando, tampoco de exigir una explicación. No quería que le dijera lo obvio: había conocido a alguien más y y