La tensión se siente en el ambiente, desde que Adam y Jeff entran al salón de festejos. Sus empleados se quedan observándolos en silencio, como si estos fueran unos fantasmas.—¿Por qué todos nos miran de esa forma tan extraña? —les pregunta Jeff con tono divertido—. Ni que fuéramos unos extraterrestres. Sigan disfrutando de nuestra bienvenida con confianza —anima con tono amigable.—Tengo hambre, ¿queda comida? —inquiere Adam para relajar el ambiente.Ellos sonríen como respuesta y los jalan en dirección al buffet, para mostrarles todas las delicias que hay allí. Pronto, los hermanos son rodeados por un grupo de empleados, que se les acercan con la intención y el deseo de hablar con ellos y que estos los conozcan.Entretanto, Samantha y Tina los observan entretenida.—¡Lambiscones! —exclama Tina mientras mira al cúmulo de empleados, quienes rodean a sus nuevos jefes—Déjalos ser —increpa Samantha, al tiempo en que entorna los ojos.—"Déjalos ser" —se burla ella con una vocecilla chil
En el comedor, todos degustan la cena que Camila les preparó. La cara de satisfacción de ellos la hacen sentir feliz, puesto que significa que les ha gustado lo que ella les cocinó.Frente a Jimena, un molesto Jeff come mientras la escudriña con ojos entrecerrados, maquinando mil formas de quitarle esa expresión de satisfacción y victoria de la cara.«Conejita tonta, ¿por qué insistes en fastidiarme?», piensa, al tiempo en que trata de descifrarla con la mirada.Por otro lado, Adam conversa muy a gusto con su madre, quien de vez en cuando le da mimos en la mano y le sonríe con mucho amor.«Qué envidia», dice Jeff en sus pensamientos.Ahora entiende la expresión fría y triste que Adam solía mostrar en esos cinco años. Es que dejó demasiado atrás para convivir con personas que lo odiaban.Jeff observa a Camila con anhelo, deseando que su madre fuera tan protectora y cariñosa como ella. Él no sabe lo que es ser tratado con tanto amor y calidez, puesto que su progenitora nunca estuvo pend
Samantha se queda helada en su lugar y con expresión pálida. No solo por el hecho de que tiene una alta probabilidad de estar frente a Adam, también porque no se esperaba que esa entrevista fuera tan rápido.Jamás se hubiese imaginado que, en unos tres meses, estaría aplicando para un cargo tan importante. Lo que más la agobia es el hecho de no haber tenido el tiempo suficiente para prepararse y asimilar el asunto.—¿Tan rápido? —Después de un largo silencio que, su jefa aprovechó para hacer otra cosa, ella inquiere en un quejido con el temor en sus facciones.Mónica la mira comprensiva y suelta los documentos que estaba revisando, entonces le sonríe con expresión amigable, con la intención de que Samantha se tranquilice.—Entiendo que todo ha sucedido en un abrir y cerrar de ojos para ti, y de verdad comprendo lo aterrada que debes encontrarte en este momento; sin embargo, te aconsejo que aproveches esta oportunidad que te ofrece la vida.»Hay bendiciones que no se presentan dos vece
El silencio protagoniza la oficina, acompañado con una tensión que se puede cortar en el aire.Las miradas de ellos se mantienen conectadas, por lo que Samantha se pregunta cómo es que puede encararlo. Creyó que se la pasaría evadiendo sus ojos azules como el océano; sin embargo, mantiene la vista fija en él, esperando a que empiece con la entrevista.De pronto el pasado aflora y se visualiza cinco años atrás, cuando escuchó de su boca que quería terminar con ella.En ese entonces, no lo podía creer y por poco se rio, pensando que se trataba de una broma. Pero la mirada seria y sombría de Adam le confirmaron que, de hecho, sí, él la estaba dejando.En ese momento, supo el significado de que el corazón se te parta en mil pedazos. Lo sintió tan real en el pecho, que los resultados fueron desastrosos para ella y para su cordura.Después de eso, ella no tuvo el valor de seguir escuchando, tampoco de exigir una explicación. No quería que le dijera lo obvio: había conocido a alguien más y y
Samantha se sume en sus pensamientos, sentada en el sofá, con un tarro de helado encima. Saborear el dulce postre la transporta a aquel tiempo cuando se entregó en cuerpo y alma a Adam.—Eras tan lindo... —balbucea nostálgica.—Hola, Sam —saluda Ariadna, quien acaba de llegar.—¿Qué tal te fue? —le pregunta mientras alza la cabeza para poder mirarla, puesto que no quiere perder la posición tan cómoda en la que se encuentra.—Bien. ¿Cómo te fue a ti?—Al parecer bien, pero tendré que competir contra otro candidato por el puesto. —Suspira.—¿Adam te hizo la entrevista? —Suelta el bolso y camina rápido en su dirección, entonces le levanta los pies, se sienta donde estos estaban y los acomoda encima de sus piernas.—El chisme te llama, ¿eh? —murmuró Samantha con una sonrisa socarrona.—Ya, deja de hacerte la interesante y cuéntame qué pasó en esa entrevista —la increpa ceñuda.—Ay, pero si lo pides así tan amable, ¿cómo negarme? —expresa con sarcasmo—. Te contaré, pero no empieces con tu
Dos semanas después...Samantha se había pasado la última semana trabajando en el proyecto que le presentaría a Adam y a todo el equipo ejecutivo, con las estrategias publicitarias para llegar a clientes potenciales.En esos días no ha dormido lo suficiente, tampoco ha descansado, gracias a la competencia contra el candidato que pertenece al equipo de Gilly.Los dos tienen que dirigir al equipo de publicistas y preparar un proyecto. Así que, en esos días, ambos equipos andan en guerra.—Auch... —balbucea ella frente a su ordenador, debido al fuerte dolor de estómago que la ataca—. Debo comer algo o moriré de desnutrición —dice para sí, al recordar que solo se bebió un sorbo de café en la mañana y que ya iba a anochecer sin ella haber ingerido algún alimento, aparte de eso. Dado que, se ha pasado el día tan sumida en los últimos detalles de la presentación, que ni siquiera tomó un descanso para almorzar.Samantha mira la hora y casi da un grito al percatarse lo tarde que es. Se levanta
Sobre la cama y, refugiada en sus sábanas, Samantha llora desconsolada. Le duele, le quema y le martiriza la confesión de Adam.—¡Es tan injusto que tenga que sufrir esto ahora! —grita airada—. Me fuiste infiel cuando yo te estaba esperando, como la ingenua e ilusa que fui. ¡Maldito, Adam!Golpea el colchón con ira.—¡Te odio! ¡Juro que te odio! —vocifera entre llantos.Le arde tanto esa traición. Saber que ella anhelaba volver a verlo y que lloraba por las noches su ausencia, mientras que él se revolcaba con otra mujer. ¿Cómo pudo ser tan egoísta?—Por eso no quería escucharte, porque sabía que me destrozarían tus razones. Eres un maldito infeliz... ¿Por qué pisoteaste lo nuestro? ¿Era tan difícil guardarte para mí como yo lo hice contigo? ¿Acaso una noche de placer era más valiosa que nuestro amor? "Nuestro amor".Ríe con ironía.»Nunca hubo un "nuestro" porque yo fui la única tonta que se enamoró. Yo era quien ansiaba volver a verte; solo yo sufría por la distancia entre nosotros.
Ella busca por todo el lugar con gran desesperación y angustia, pero en ningún lado la encuentra.—Samantha, te estoy esperando. ¿Qué estás haciendo? ¿El equipo está preparado?—Sí, lo está... —responde sin dejar de hurgar todo—. Es solo que... —Se muerde el labio inferior y suspira.—¿Qué sucede? Llegar tarde no es una opción, Samantha —le reclama Mónica.—Es que no la encuentro... Yo... —Se aprieta el cabello con gran angustia y miedo.—¡No encuentras ¿qué?, Samantha! —exclama su jefa, al borde del colapso.—L-La presentación... —tartamudea.—¿A qué diablos te refieres? —Ella se le acerca y la encara.—La memoria... No está... —Las lágrimas le brotan de los ojos y el cuerpo le es sacudido por temblores involuntarios—. La dejé aquí... —Abre la gaveta y vuelve a rebuscar.—¿Buscaste dentro de tu bolso? —inquiere su jefa mientras revisa los puertos del ordenador.—Sí, varias veces —contesta desesperanzada.—¡¿Cómo pudiste ser tan descuidada, Samantha?! —estalla Mónica, perdiendo la poc