Tanto Adam como Jeff se quedan mirando en dirección a la puerta con expresión desorbitada, debido a la manera tan extraña en la que se fue Jimena.—Tu hermana es rara —comenta Jeff, rompiendo el silencio en el que se quedaron.—Me intriga su actitud, aunque ella siempre ha sido extraña. —Adam hace una mueca.—Por cierto, ¿quién es Nino? ¿Es el novio de Jimena?El interés de Jeff provoca que Adam entrecierre los ojos y lo encare con recelo.—¿Para qué quieres saber? —Lo mira amenazante.—Solo es curiosidad. —Jeff entorna los ojos—. ¿No puedo ni siquiera preguntar esa estupidez? —Se cruza de brazos.—Sí, puedes. —Suspira cansado—. Perdón, ando paranoico. Pero el Nino ese es un amigo de la secundaria de Jimena, quien a su vez fue su novio. Ahora no tengo idea de qué son.Jeff frunce el ceño.—Oh, entiendo. Ya me voy a mi cita.—Disfrútalo, hermano. —Adam le guiña un ojo.—Eso intentaré, gracias.Jeff sale del apartamento, donde Adam se queda solo. Sus pensamientos se dirigen a Samantha y
Samantha observa a Adam como si él fuera un fantasma. En su mente, se debate si reclamarle o dejar todo tal cual, y con lo último, cerrar ese capítulo de su vida.Quizás lo mejor es olvidar el pasado y quedar en buenos términos con su jefe; sin embargo, no puede fingir que todo ha quedado aclarado y concluido, dado que ella aún lo quiere.—Adam, déjame entender lo que me estás diciendo —habla, después de un largo rato en silencio—. ¿Hiciste todo ese drama por un estúpido beso? Y ni siquiera fue consentido. Sufrí tanto, solo por eso. Eres un idiota, infeliz.—"Era", Samantha. —Él resopla—. Como te expliqué, estaba bajo mucha presión.—¿Y eso te justifica? Ay, Adam, yo ya no perderé mi tiempo contigo. Me rompiste el corazón por una situación que pudimos conversar. Ni siquiera me tomaste en cuenta para desahogarte.»No te echaré toda la culpa a ti porque yo también fui inmadura. Nosotros no estábamos preparados para tener una relación, mucho menos a distancia.»Como todo adolescente, com
Adam mira a los de la junta con el ceño fruncido y esboza un suspiro de resignación. De verdad quiere que Samantha se lleve el puesto; sin embargo, la mayoría estuvo de acuerdo con que se lo dieran a Jonathan Cruz, su contrincante.—Bueno, si todos están de acuerdo con lo mismo, ni modo. Pero quiero a Samantha trabajando con nosotros porque necesito explotar su preparación y capacidad.—Estoy de acuerdo con Adam —secunda Jeff.Todos aceptan.Adam le envía la información sobre la decisión de los directivos a cada supervisor, con el objetivo de que ellos les informen a los candidatos.***Samantha mira a Mónica con expresión afligida y avergonzada por haberle fallado.—Ni modo, me perdí ese bono. Por lo menos tú has salido ganando porque te ascendieron, por lo tanto, trabajarás junto a Jonathan y a los jefes. Ya no estarás en mi equipo, así que recoge tus pertenencias y llévala a la oficina nueva de Jonathan, puesto que los dos la compartirán —ordena con desdén.Samantha asiente y se ma
Samantha observa a Adam con mirada cristalizada y el corazón latiéndole con intensidad. No da crédito a lo que acaba de escuchar de su boca, así que siente la necesidad de confirmarlo.—¿Qué? —espeta desorbitada. Por su parte, Adam va a responderle, pero es interrumpido por el timbre del teléfono; entonces Samantha aprovecha la situación para escapar de él y de su confesión, debido a que no está lista para afrontar aquello.Ella se dirige al baño para tener privacidad y, una vez allí adentro, se pone la mano en el pecho y empieza a llorar.—Yo también te amo, Adam —musita con voz trémula, y gestos melancólicos y apavorados. ***Después de un día de mucho trabajo y de esconderse de Adam, Samantha llega al complejo de apartamentos bastante cansada. Antes de entrar al ascensor, escucha una voz que la deja paralizada y en completo mutismo.—Samantha, necesitamos hablar.Ella no responde. El miedo y el estupor la bloquean, por lo que no sabe cómo comportarse en ese momento o qué decir. D
Jimena sale del pequeño restaurante para dirigirse a casa de Adam, puesto que él la invitó a una fiesta.Se detiene en una tienda para comprarse una ropa adecuada para la ocasión y luego toma un taxi en dirección al apartamento.—Hola, puto —saluda a su hermano, pero ignora a Jeff.—Hola, bruja.—Puto, bestia... ¿Es que tu hermana no conoce un apodo decente? Ella no te respeta, Adam —se burla Jeff, con la intención de fastidiar a Jimena y de captar su atención.—No es tu asunto, metiche. —Ella le enseña el dedo del medio—. Manito, ¿ya comiste? —se dirige a Adam.—No. Estoy a punto de pedir el almuerzo.—No es necesario. Traje comida hecha del restaurante. —Ella pone su mochila en la mesa, y luego saca los alimentos que se encuentran empacados y guardados allí adentro.—¿Qué trabajo es ese donde solo vas por unas cuantas horas? —cuestiona Jeff.—Uno que a ti no te importa —le responde con indiferencia.—¿Qué diablos? Disculpa por hablarte, conejita mala.—Tengo un nombre, ¿sabes? Así q
Adam le abre la puerta de su vehículo a Samantha, pero antes de ponerlo en marcha, llama a su hermano.—Jeff, tuve que hacer una salida y no creo que regrese, así que por favor te pido que te encargues de mi hermana. Bajo ninguna circunstancia dejes que se vaya sola o con el tal Nino. Confío en ti, Jeff_; por favor, cuídame a la bruja.—¿A dónde vas? Sabes lo terca y desquiciada que es ella. ¿Crees que me hará caso?—Estoy seguro de que podrás con ello. Gracias, hermano. —Cierra la llamada sin esperar una respuesta.Jeff se queda con el celular en la oreja por unos segundos, lo que capta la atención del grupo a su alrededor.—¿Qué sucede, Jeff? —inquiere Ariadna preocupada.—El cabrón de Adam se fue y me dejó a cargo de Jimena —responde ido.—¿De mí? ¿Qué se cree ese imbécil para dejarme con un niñero? ¿Acaso soy una chiquilla? —se queja Jimena con cara de indignación.—Lo peor es que me puso a mí de niñero, el maldito cabrón.—Si quieres yo hago ese trabajo por ti —se ofrece Jason co
Ellos despiertan, después de haber dormitado por una hora. Se miran a los ojos con complicidad y una paz que hacía mucho tiempo no habían experimentado. —¿Cómo te sientes? —le pregunta él mientras le acaricia la mejilla derecha. —Relajada y muy feliz —responde con ojitos brillosos y una sonrisa amplia. —Uy, me alegra mucho escuchar eso. ¿Sabes?, también me siento así. Todavía se me hace irreal que estés aquí conmigo, mi amor. —Yo siento que el tiempo no ha transcurrido y que todavía somos esa pareja enamorada, que se entregó el uno al otro sin reservas. Te amo tanto, Adam. —Ella le da un beso casto en los labios. —Hermosa, yo te amo más. —Une sus labios con pasión. Él se le sube encima, dispuesto a consumar eso que no terminaron una hora antes, puesto que no quería hacer nada con prisa. Después de que ambos se estimularon, se quedaron rendidos hasta ese momento. Los dedos escurridizos de él viajan por toda la piel delicada de ella, quien se estremece con cada caricia y esos beso
Adam y Samantha, después de desayunar, se dirigen a la playa que rodea al hotel, donde ellos se encuentran hospedados. Ellos chapotean dentro del agua como si fueran niños pequeños, y corren por la arena entre juegos y risas.—¡Delicioso! —exclama ella cuando prueba el pescado frito que le fue servido.En ese momento, ellos se encuentran sentados en un restaurante que está ubicado en la misma playa, donde ofrecen muchos platos variados de los alimentos marítimos.—Este lugar me está encantando, deberíamos venir más seguido —propone él.—Claro que sí, cariño. Sería genial darnos nuestras escapaditas de vez en cuando.Ellos comen y beben entre conversaciones banales, risas y mimos. Después del almuerzo, pasean por las plazas y centros comerciales cerca de la playa, donde hacen algunas compras. Luego regresan a la playa y se dan varios chapuzones más. Ya cuando va a caer el sol, Adam lleva a Samantha al apartamento que ella comparte con Ariadna, y ambos se despiden con un beso cargado de