Samantha mira el atractivo perfil de Adam, quien tiene su atención puesta en la gran pantalla del cine.Ella, en vez de ver la película, se entretiene con los reflejos de luz que acaricia parte del rostro y cuello de su amigo, que de manera intermitente son alumbrados.Samantha se relame los labios y esboza un suspiro de resignación, al recordar las palabras de aquellas chicas que la ofendieron sin ninguna razón.«Nunca volveré a sentir sus labios sobre los míos», se lamenta en sus pensamientos.Se arrepiente de no haber disfrutado ese beso, puesto que jamás tendría una oportunidad como esa de nuevo.Después de que la película termina, Adam y ella se dirigen a la pizzería que queda en la misma plaza. Con risas eufóricas y nerviosas, Samantha celebra todas las estupideces que se le ocurren a él.—Te dije que la película terminaría a la hora del almuerzo. Todo salió de acuerdo al plan —dice él mientras le entra el sorbete a su refresco de soda.—No sabía que pasarían una película de una
Adam aprovecha el fin de semana para mudarse, aunque no tiene mucho qué cargar, puesto que lo único que se lleva a su nuevo hogar, son sus ropas y artículos personales. Su habitación queda intacta y, por pedido de su madre, él deja algunas ropas allí, para cuando vaya de visita a la casa materna. Por supuesto sus amigos y hermanas lo ayudan a organizarse en su apartamento, cuando terminan, se ponen a ver una película en el cine de este. —¡Guau! Tienes cine, Jacuzzi, gimnasio y piscina. ¡Qué afortunado eres! —espeta la hermana. —No te olvides del bar y el área de juego. Aquí podemos hacer las mejores fiestas de toda la universidad —añade Jason. —Tampoco es que van a querer usar mi apartamento de relajo. Ustedes son muy revoltosos, si me pongo a hacer fiestas aquí, me lo destruyen. —Hace una mueca. —¡Qué amargado! —espetan todos al unísono. —Ahora estarás de creído porque te das la buena vida —espeta Jason—. Solo falta que nos trates como mugre y te busques a otros amigos. —¡Qué
Después de cenar, Adam le brinda un helado a su amiga. Ellos se sientan en unos asientos cementados, pegados a las grandes rocas que los separan del mar.La brisa fría de la noche les levanta el cabello a ambos y les provoca escalofríos a sus cuerpos.—Puesto que no tenemos abrigo, debemos darnos calor, Sammy —espeta Adam con una sonrisa ladina, cargada de maldad.Ella lo mira desorbitada y, es cuando él se sienta detrás de ella y la abraza desde esa posición, que esta cae en cuenta a qué se refirió.—¿Qué haces? —interpela con nerviosismo.—Colaboro para que entremos en calor —responde obvio. Adam se deja llevar por el disfrute que el contacto con el cuerpo de ella le provoca, apretándola fuerte y deleitándose con su delicioso aroma.Samantha, por su parte, siente que podría desmayarse en cualquier momento. Es la primera vez que tiene ese tipo de acercamiento con un chico, eso de alguna manera la pone muy nerviosa, tanto que el dolor de estómago empieza a hacerle estragos.Pero lo qu
La tarde lluviosa da la impresión de un ambiente melancólico y nostálgico. Quizás eso solo lo perciba ella, quien tiene el ánimo por el suelo. —¿Todo bien? —le pregunta Adam, quien se le sienta al lado, puesto que ella no salió cuando todos dejaron el aula—. Ya la clase terminó, ¿por qué no saliste? —¿Ah? —ella parpadea desorbitada y mira a su alrededor sorprendida—. No me había dado cuenta. —Eso significa que ni siquiera prestaste atención. ¿Qué te sucede, Sammy? —Estoy cansada, supongo... —Se frota la cara. —Oye, los chicos se reunirán conmigo en mi apartamento para ver películas. ¿Por qué no vienes? Ella se va a negar, pero recuerda que ya no está dispuesta a dejarse controlar por su madre, como tampoco tiene ganas de estar en esa casa donde esos dos se burlan de su padre. —Está bien —responde con desdén. Adam va a usar su frase manipuladora para convencerla, pero se queda estático y con las palabras atascadas, cuando cae en cuenta que ella ha aceptado. —¿De verdad vendrás?
Samantha llora en el baño del apartamento de Adam, al que pidió ir para desahogarse. Se siente una persona horrible porque por su culpa la tarde de amigos se arruinó.—¿Por qué vine a este lugar? No debí aceptar esa invitación. Soy un desastre, era tan simple como negarme.Samantha solloza con agitación. Se siente humillada, avergonzada y muy triste; puesto que, lo menos que quería, era poner a los amigos de Adam en su contra.«Por qué todo me sale tan mal siempre», se pregunta con amargura.Después de un largo rato en el baño, ella sale a la sala donde encuentra a Adam solo. Por inercia, busca con la mirada a Ricky, mas no hay señal de que él esté ahí.Una enorme tristeza la embarga, debido a que, por su culpa, la tarde de amigos se fue al caño.Las ganas de llorar aumentan, a medida en que piensa acerca del motivo para que Ricky se haya marchado. Teme mucho a lo que piense él acerca de ella, puesto que, este en particular, se ve que es un buen chico y siempre la ha tratado con respe
Samantha se queda petrificada, debido a la exaltación. El corazón le empieza a latir muy rápido y temblores fuertes le recorren el cuerpo.Ese momento es traumático para ella porque se visualiza en el lugar de su prima, debido a que todas las veces anteriores era ella quien gritaba desesperada por ayuda.Nunca nadie le ha brindado auxilio ni ha respondido a sus súplicas y llamados. Todos ahí han ignorado el abuso al que ha sido sometida, de igual manera, se han hecho de la vista gorda ante su sufrimiento.Sin embargo, en ese momento no es ella quien ruega mientras es maltratada, puesto que ahora es su prima quien está viviendo aquel martirio.Paula, esa que siempre la ha culpado por los maltratos procedentes de su tía, dándole la razón a su abusadora porque esta la mantiene y le paga la universidad.—¡Paco, mi amor! ¡Ayúdame! Paco, estoy embarazada. Podría perder a nuestro bebé.El desgraciado, quien observa todo mientras se pone la ropa, deja de vestirse porque se ha quedado petrific
Samantha llora sobre la cama con gran agonía. Aunque su prima nunca fue buena con ella, asimismo la hacía sentir mal por su complexión física, a ella le duele lo que le sucedió.—Mi mamá es un monstruo... —solloza—. Si tan solo hubiese faltado a la universidad, tal vez Paula estaría aquí aún —se lamenta. Pero recuerda que ella también es víctima en esa casa, y que, si no es capaz de ayudarse a sí misma, tampoco podrá hacerlo con otra persona.Le causa impotencia que su madre se haya salido con la suya, al enviar a su prima de vuelta con su padre, a quien no le importa el bienestar de su hija. De hecho, Paula vivía en casa de ellas por eso, porque ese hombre nunca se hizo cargo de ella.Aquella noche Samantha no puede dormir, pensando en el futuro que le deparará a su prima sin terminar su educación y pasando miserias.***Adam observa a Samantha con intriga y preocupación, mas esta no responde a ninguna de sus preguntas.—No me dirás nada, ¿cierto? —afirma con tristeza.—Lo siento, pe
El roce de labios se siente suave y cosquilleante, asimismo, la necesidad de unirlos por completo. También, el anhelo de que los néctares de ambos paladares mezclen su sabor se torna demandante. Sin embargo, ninguno se atreve a dar el paso, por lo que tanto Adam como Samantha se quedan petrificados en su lugar e indecisos.Por una parte, temen cruzar ese límite que traería tensión a su amistad; pero al mismo tiempo, no quieren perder la oportunidad de saborear ese beso tan ansiado. Esa es la razón para ambos quedarse quietos y a la expectativa, como si estuvieran atentos a la aceptación del otro.Los calambres en las extremidades, causados por estar en la misma posición, empiezan a molestarlos y a avisarles que ya tienen que moverse. Es por esto y porque vuelve en sí, que Adam decide apartarse; mas cuando hace el intento, es atrapado y atraído de vuelta por Samantha, quien se atreve a besarlo.Los labios suaves e inexpertos aprietan a los suyos, pero él está tan asombrado e incrédulo