Capítulo 3

Continente de los zollebs

Cuatro años después...

La chica flota por los aires con acrobacias hábiles; tan grácil y libre como si de un ave se tratara.

Sus ojos se tornan grises y muy cristalinos, y de sus manos empieza a fluir una simple brisa, que se va transformando en viento hasta que un tornado se instala alrededor de sus piernas.

Las fuertes brisas empiezan a mover los árboles con gran ímpetu y el cielo se nubla.

—¡Suficiente! —vocifera Liah desde la superficie de gramas plateadas.

Legna cierra los ojos y la fuerza del tornado va menguando hasta desaparecer, al mismo tiempo en que ella desciende despacio. Pronto las plantas de sus pies descalzos tocan el suelo de las gramas, que pese a su apariencia puntiaguda se sienten suaves como la tela de algodón.

—¿Cómo lo he hecho? —inquiere Legna emocionada y a la expectativa de su repuesta. Para ella es muy importante la opinión del rey de los zollebs, ya que siempre ha admirado su poder y habilidades.

Su abuelo, un hombre de tez tersa y joven, con el oro reflejado en las hebras rizadas, ojos verdes como el jade, cuyo tono heredó su madre, es el ser más temido en ambos territorios; asimismo, el más deseado por las féminas de aquel continente.

—Has mejorado bastante. Por lo menos ya has calmado tus impulsos;  por supuesto, eso no significa que estés lista; sin embargo, regresarás al territorio de los licántropos y seguirás entrenando allí.

—¿Traerás a Ryan a este continente? —pregunta un poco triste, ya que extraña a su hermano y desea convivir con él como hacen cuatro años atrás; pero si Liah lo empieza a entrenar, entonces estarán separados otra vez.

Aunque ellos se ven cada cierto tiempo, no es lo mismo que vivir en el mismo lugar que él y divertirse en el campo junto a sus amigos.

—No, esperaré a cumpla los dieciséis años, tal como hice contigo.

Legna sonríe en respuesta.

—¿Te quedarás con nosotros en el verano? Estamos en tiempo de festivales.

—Sería divertido, pero tengo una misión. Iba a enviar a uno de mis guerreros; sin embargo, creo que debo ir yo mismo.

Legna lo mira intrigada.

—¿A dónde será la misión?

—En el territorio de los humanos... —Él se relame los labios con nerviosismo, ya que aquel lugar todavía le afecta—. Al parecer, uno de nuestros misioneros perdió una piedra importante, que es probable que un estúpido humano haya manipulado porque hay alteración climática en el territorio de ellos. Debo ir e investigar qué diablos sucedió.

Legna suspira preocupada.

—¿Nosotros sentiremos las consecuencias también?

—No lo sé. Me preocupa más saber quién es que la tiene bajo su posesión y lo que esa piedra es capaz de hacer. Fue creada con poder zolleb para mantener el equilibrio de los volcanes en el territorio humano, así que en manos equivocadas sería caótica.

—¿Necesitas ayuda? Estoy lista para irme de misión, por lo que puedo acompañarte.

—No, tú regresarás con tus padres y seguirás entrenando. Por cierto, dado que eres híbrida, puede sucederte lo mismo que a tu madre —le dice en tono de advertencia.

—¿Qué le pasó a mi madre?

—Tuvo un lazo con un licántropo. A ti también te puede suceder, a Ryan y a Alexandra. Eso es un tema para analizar, ya que podría traerles problemas con el consejo de los licántropos. Sería como si empezaran una nueva especie y no creo que ellos estén listos para lidiar con eso.

Legna lo mira temerosa.

—No había pensado en ese asunto, pero tienes razón. No te preocupes, que yo no creo que pueda tener a un mate. En caso de que suceda, es probable que me rechacen, ya que a los licántropos le suelen gustar las mujeres tranquilas.

Liah sonríe malicioso.

—No sabes lo intenso y abrumador que es tener un vínculo, ¿cierto? Naciste y te criaste entre licántropos puros y no lo entiendes. Cuando se crea ese lazo, a tu pareja no le importa tu carácter, desde ese momento ama todo de ti. Así que mejor mantente alejada de ellos hasta que encontremos una solución.

—¿Qué quieres decir? ¿Acaso pretendes que me mantenga encerrada?

—No es mala idea —bromea él divertido—. Tus padres tienen una cabaña en el campo, lo sabes. Creo que debes quedarte allí y entrenar duro hasta que yo termine mi misión. Evita el contacto con chicos y ni se te ocurra ir a festivales. Sabes lo que sucede en ese tipo de actividades.

—Sí, muchos se emparejan. Pero si tengo un mate...

—Ni lo menciones —la interrumpe con tono firme.

—Mis hermanos y yo no podemos vivir encerrados por siempre, abuelo.

—No, estoy pensando en traerlos a vivir a este continente, pero para ello necesito la aprobación de tus padres. Tus hermanos pueden vivir en el territorio licántropo por ahora, pero antes de su conversión deben venir acá, como sucedió contigo. Mientras tanto, puedes regresar con tu familia, mas cuando regrese de mi misión, le plantearé este asunto a Riú y a Alexa.

Legna suspira triste porque el territorio licántropo siempre fue su hogar; no obstante, si tiene que despedirse de éste para evitarles un problema a sus padres está dispuesta a hacerlo, después de todo, ella también es una zolleb.

***

Riú y Alexa reciben a Legna conmocionados. Ella se aferra a los abrazos y mimos de sus padres, asimismo, llora emotiva al ver que Ryan se ha convertido en un jovencito muy apuesto y que la pequeña Alexandra ya es una niña grande.

—Los extrañé tanto —expresa con lágrimas en los ojos.

—Mi nena, ¡por fin estás en casa! —Riú le agarra el rostro con las dos manos y la observa con ojos cristalizados—. Te has convertido en una mujer muy hermosa y fuerte. Ahora tendré que preocuparme por no arrancarle las bolas a los lobos que te merodearán.

—Sobre eso, quiero a Legna lejos de los chicos. Ella necesita completar su entrenamiento, por eso es mejor que se mude a la cabaña —interviene Liah.

Alexa lo mira con el ceño fruncido y facciones que denotan desacuerdo.

—¿Por qué tiene que vivir allí sola? Es mejor que esté con nosotros en la casa —replica ella.

—Querida cría, ni que la cabaña estuviera muy lejos de la casa. —Él entorna los ojos.

—Hoy que se quede aquí en la casa, mañana discutiremos el asunto de la cabaña —dice Riú para evitar una discusión entre Alexa y su padre.

—No hay nada qué discutir, Riú. Mi niña no estará sola en ese campo —refuta ella.

—Mamá, yo me sé cuidar sola —interviene Legna—. Además, estaré viniendo a la casa. Es que la cabaña es el lugar perfecto para continuar con mis entrenamientos.

Alexa la mira con recelo porque presiente que algo se traen Liah y Legna, mas asiente en acuerdo porque no quiere tensiones en ese momento en el que deberían estar celebrando.

Ellos almuerzan un gran festín que Riú y Alexa preparan. Esa tarde, Liah les informa acerca de su nueva misión, pero también sobre sus preocupaciones.

—Papá, hemos vivido aquí por más de veinte años y no hemos tenido ningún problema con el consejo. Tampoco he dado razones para que ellos nos teman —replica Alexa.

—Tengo un mal presentimiento, mi niña. Ahora tus crías están creciendo y pronto les llegará el celo. ¿Qué sucedería si tienen vínculo con un licántropo puro?

—Lo mismo que sucedió conmigo y con Riú, papá. Amarse y ser felices —contesta ella con tono obvio.

Liah suspira agobiado porque sabe que será difícil que Alexa entienda su preocupación.

«Será todo un desafío proponerle que sus crías se vayan a vivir a nuestro continente, así que mejor dejo ese asunto para cuando venga de mi misión», piensa rendido y decide cambiar el tema.

Liah se marcha del territorio de los licántropos, mientras que Legna se pasa varios días en la casa principal de sus padres. El día del festival ella decide irse para la cabaña, obedeciendo el pedido de su abuelo.

—¿No vas a ir al festival? —cuestiona su hermana menor sorprendida, ya que esas actividades son las favoritas entre los cachorros jóvenes.

—No puedo porque tengo que entrenar.

—¡Qué aburrida eres! —Ella le saca la lengua.

—¡Oye, malcriada! ¿Se te olvida que soy tu hermana mayor y que me debes respeto? ¡Qué insolente! ¿Acaso quieres que te enseñe modales? —Aprieta los puños en amenaza.

—¿Tú y quién más? —La enfrenta con el ceño fruncido.

—¡Ya verás! —vocifera Legna, pero en ese momento Riú entra a la sala y la pequeña Alexandra corre en su dirección llorando.

—¡Auxilio, papi, Legna me quiere pegar!

Riú la carga y la niña se acurruca en su pecho.

—¿Qué sucede? —pregunta él con esa calma que lo caracteriza.

—¡Tu hija es un demonio manipulador! —la acusa Legna.

—¿Cuál de las dos? —contesta él con una sonrisa maliciosa.

—¡Me largo de aquí! —exclama Legna ofendida mientras levanta el bulto que había colocado en el suelo.

—¿Te irás a la cabaña ahora? Creí que estarías preparándote para ir con tus hermanos al festival. De hecho, me extraña que aún estén aquí. Ya Alexa se encuentra en el centro de la ciudad presentando su nueva línea de ropas.

—Yo no iré, papá; necesito entrenar.

—¿Hoy? —Él entrecierra los ojos.

—Sí... —Legna se muerde el labio inferior.

—¿Tu decisión tiene que ver con lo que comentó Liah antes de marcharse? —la confronta con expresión recelosa.

—Ay, papá, ¿cuál es la probabilidad de que yo encuentre a mi mate hoy? No es eso...

—Haré como que te creo... —Él sonríe porque tampoco está ansioso por que un lobo reclame a su niña.

—Ya me voy, diviértanse en el festival —se despide deprisa, y sale de la vivienda en un santiamén.

—Vaya, de verdad el abuelo le lavó el cerebro —expresa Ryan pensativo.

—En parte entiendo a Liah, aunque quizás esté siendo un poco dramático. Por ahora, es mejor que tu hermana se concentre en sus entrenamientos. Bueno, vayan a prepararse si no se irán solos —les advierte Riú mientras devuelve a la niña al piso.

***

La música se puede escuchar a distancia, aunque en modo de silbido de lo débil que se percibe.

Lo que sí se escucha potente son los aullidos de los lobos que han encontrado a su mate. En el aire se puede percibir la dicha y el romanticismo.

—Todos se están divirtiendo, menos yo. ¡Es tan injusto! —se queja Legna y forma un puchero—. Hubiese sido divertido ver a los chicos y conocer a sus mates, si es que ya tienen.

Un recuerdo la visita de repente y le provoca un punzón en el pecho que la hace temblar.

—¡Cierto! Me imagino que Dylan y Clara deben haberse reclamado ya. Esos tontos se la pasaban de cursis e insoportables. —Hace una mueca de asco.

Ella nunca se atrevió a preguntar por Dylan, de igual manera, evadía cualquier información que su hermano le quería dar acerca de él o de Clara.

—Es mejor mantenerme aquí encerrada y luego irme a vivir al territorio zolleb. No quiero saber nada de ese tonto ni de su nueva vida con la perfección encarnizada. ¡Qué aburrimiento con esos dos!

Legna mira al cielo y suspira nostálgica. No puede negar que extraña a sus amigos y que sería divertido volver a verlos.

—Estoy aburrida, mejor me pongo a entrenar —decide mientras sale de la cabaña.

Legna camina en medio del bosque con ansiedad, como si debiera seguir avanzando. Cuando se ha alejado bastante del campo de su padre, ella escucha unos aullidos que le erizan los vellos y la alteran.

—¿Por qué no hay gozo ni dicha en su voz? Puedo sentir la frustración de ese lobo como propia, ¿qué le sucede? —se pregunta a sí misma muy intrigada.

De repente, un olor a bambú y eucalipto le inunda las fosas nasales. El perfume es tan agradable a su olfato, que le hace agua la boca y le acelera el pulso.

«¡Mate!», exclama su loba inquieta mientras lucha por tomar el control.

—¿Qué? ¡No! ¡No puedo estar tan salada! —profiere asustada y sorprendida. De todos los eventos que podrían sucederle, jamás se imaginaría que sería aquello. ¿De verdad está teniendo un lazo con un licántropo la misma noche que regresó a su hogar? No le parece posible tener tanta mala suerte—. Ni siquiera fui al dichoso festival... ¡Ay, no!, el abuelo me va a matar. 

«¡Mate!», vuelve a exclamar su loba, alterada y muy ansiosa de ir a conocer a su compañero, debido a la necesidad de ser reclamada.

En ese momento, ella siente que alguien se acerca. Legna se gira para encararlo y así conocer a quien parece ser su pareja destinada.

—¿Quién eres? —inquiere mientras busca entre las penumbras. Casi pierde el equilibrio al descubrir de quién se trata—. ¡Tú! —profiere con tono defensivo, al mismo tiempo en que le apunta con el dedo índice.

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