Dylan agarra una gaseosa de la mesa donde yacen los alimentos, acto seguido, se sienta apartado de todos en una de las sillas que se encuentran regadas por el patio.Su mirada plateada sigue los movimientos de André y Legna con atención, entonces siente que un simple refresco no lo sacia. Él se levanta para buscar una cerveza de lata de las que se encuentra en un gran recipiente con hielo, junto al resto de bebidas alcoholizadas.—¿Estás bien? —lo aborda Clara—. Te pusiste raro de repente. —Ella lo sigue. Sin responderle, Dylan se sienta en el mismo lugar que había ocupado minutos antes y ni se molesta en mirar a Clara cuando ella se coloca en una silla que le queda al lado.Dylan reposa los codos sobre sus rodillas, baja la cabeza y extiende la mano que usa para agarrar la cerveza. Esa posición lo hace ver cabizbajo y rendido.Él tiene tanta carga emocional que siente que se desploma. Se cuestiona acerca de sus decisiones, de esos planes que no llegaron a concretarse, pero a los que
PasadoÉl le había dicho a su padre que se quedaría entrenando en el campamento de la manada, pero esa fue una excusa para regresar a Fuerza de bronce.Dado que él todavía no había tenido su transformación, le tocó regresarse corriendo. Y, aunque contaba con una velocidad impresionante, le tomó toda la noche llegar a destino.Apenas el sol se estaba dejando ver cuando él se detuvo a una distancia prudente. Había aprendido a pasar desapercibido en los entrenamientos con su padre, mas era probable que aquel alfa, asimismo el zolleb que acompañaba a la familia, pudieran descubrir su presencia; no obstante, la ingenuidad de su juventud ignoró ese detalle.Suspiró del alivio cuando creyó que no había sido descubierto, pero también porque ella no se había marchado aún.—Hasta luego, loba insoportable... —balbuceó con tono triste.En ese instante, se ocultó por completo detrás del árbol que usaba para esconderse, porque la chica de cabellera rojiza miró en su dirección como si lo hubiera esc
Recostada boca abajo sobre la cama y con las piernas dobladas hacia arriba, Legna observa al diminuto robot que se encuentra frente a ella.Sus manos le sirven de apoyo a su mentón, mientras que sus ojos se abren con curiosidad al detallar al extraño aparato que luce tierno y llamativo.—Dylan es un genio... —balbucea con una sonrisa—. Lo que viví anoche fue raro y de verdad no me lo esperaba. ¿Por qué el cara de culo me trató de esa manera? ¿Será que el lazo lo está ablandando?«Es lo que querías», la confronta su parte lobuna.Legna se queda pensativa por unos segundos, luego resopla con desdén.—Sí, quería conquistarlo para luego romperle el corazón; sin embargo, no sé si todavía... —Ella suspira y mira al pequeño robot sobre sus manos—. Si lo hago sufrir también lo haré yo, ¿cierto? No estoy segura de continuar con este estúpido juego. Yo no soy una persona vengativa...«Deberías reclamarlo y dejarte de niñerías. Ustedes sólo se están haciendo daño a sí mismos y debilitándose en e
Sin tiempo que perder, Dylan le acuna el rostro entre sus manos para corresponderle y lo hace con un hambre que él no sabía que tenía. O quizás siempre lo supo, pero era más grande el orgullo que la voluntad de ser sincero.Sí, siempre deseó apropiarse de su hermosa boca y beber de su néctar.Se le hace irreal que esos labios llenos y rojos se funden con los suyos, en un jugueteo tan exquisito que bien podría deleitarse en él toda la tarde. Es que le es fascinante que un beso le parezca tan delicioso.Para Legna, aunque le encanta ser invadida con esa fiereza y necesidad, le es un poco abrumante la intensidad del gesto, ya que su falta de experiencia le dificulta el desempeño, razón por la que pronto empieza a sentir que le falta el aire.—¡¿Acaso piensas asfixiarme, tonto?! —profiere cuando lo empuja, cortando el contacto de forma brusca y con la respiración exaltada—. ¿Es este tu plan para deshacerte de mí? ¡Claro, si me muero quedarás libre del lazo!—¿De qué mierda estás hablando
Verla de nuevo y tan pronto le causa un sentimiento de culpa indescriptible, ya que todavía recuerda las lágrimas en los ojos celestes, sus mejillas sonrojadas y la desilusión en su semblante. Pero tenía que ser sincero, puesto que sus emociones estaban fuera de control.Es que esa noche, después de despedirse de la cumpleañera y de su hermano, tuvo que lidiar con el amargor y el vacío que la ausencia de esa chiquilla fastidiosa le dejó. Horas antes, llegó lejos con ella e incluso su lobo estuvo a punto de reclamarla. No, ya no puede seguir luchando contra sí mismo; sin embargo, carga con el peso de la culpa y el remordimiento.La noche anterior, tras contarle la verdad a la mujer a quien le había prometido que marcaría como su pareja, no pudo evitar ser sincero acerca de sus dudas.—¿Te está escuchando, Dylan? —le reclamó Clara con la voz afectada por el llanto.—Lo siento, pero es la verdad. Me moría de los celos cuando tu hermano bailaba con Legna. No lo puedo controlar, Clara.—E
La pelirroja le va explicando paso por paso qué hacer, al tiempo en que hace juegos y bromas con la comida para que él no se aburra y mantenga el interés en las lecciones.—¿Así? —pregunta Dylan mientras le enseña una tira de ají que ha picado.—Un poco más delgado, Cara de culo.—Nunca estás conforme... —se queja con un puchero.—Y tú eres bruto. ¿Cuántas veces tendré que explicarte lo mismo? —¿Acaso estás en tus días? Tu mal humor ya no me parece normal.—Si tanto te molesto ahí está la puerta.—"Si tanto te molesto ahí está la puerta" —se burla él, imitando una voz chillona.—¡Yo no hablo así! —estalla colérica—. ¿Podrías dejar de comportarte como un tonto? ¡Madura!Dylan olfatea en el aire para confirmar que ella de verdad esté menstruando, pero descubre que no, entonces la mira confundido.—¿Qué es lo que te molesta, lobita fastidiosa? Siempre nos llevamos mal, pero hoy estás peor.—Hueles a ella... —gruñe con una mirada sombría.Dylan traga pesado. Por alguna razón se siente con
Dylan y Legna conversan por un largo rato debajo de la luna y un cielo lleno de estrellas. De vez en cuando discuten por cualquier tontería, pero terminan riendo y jugueteando. Esto último se manifiesta con palmadas, toques sutiles y pellizcos, que usan como excusa para poder tocar al otro.Horas más tarde, Dylan se encuentra frente al baño a la espera de que la pelirroja salga de la habitación que él va a ocupar.—Toma. —Legna le pasa una toalla, un cepillo de dientes y un pantalón de piyama que pertenece a Riú. —Gracias, amiga —responde juguetón.—No me llames así; suena raro y poco natural. ¿Sí sabes que mis padres me pusieron un nombre para ser llamada por este? —Ella se cruza de brazos.—Conque esa tenemos... —Él entrecierra los ojos y la juzga con la mirada—. Entonces es bueno recordarte que mi nombre es Dylan y no "Cara de culo".Legna se ríe.—Pero me gusta llamarte así.—Pues no te quejes cuando también te ponga un sobrenombre todo feo.—Deja ver... "Fastidiosa, lobita insop
Debajo del cielo violeta y rosáceo, donde el sol aún no ha hecho presencia, pero anuncia su pronta salida; una cabaña refugia a la pareja de jóvenes en un escenario que podría ser romántico; sin embargo, muestra una cama desarreglada y a dos cachorros en posiciones para nada tiernas.La pelirroja, que no se sabe en qué momento ha quedado con la cabeza opuesta al chico, se ha tomado toda la cama para sí, por lo que él se encuentra acorralado contra la orilla. Las dos piernas de ella están abiertas, una encima de una almohada y la otra sobre el abdomen de Dylan.—Ummm... —balbucea ella mientras explaya los brazos, luego se gira hacia el lado donde se encuentra Dylan y le pega con el otro pie en el rostro.—¡Auch! —exclama él exaltado. Dylan se incorpora y tira la pierna de vuelta al colchón con brusquedad, acto seguido, se frota los ojos y mira a su alrededor desorbitado.—Déjame dormir... —se queja Legna, y es cuando Dylan cae en cuenta que ella ya no tiene puesta la bata que la cubría