Sin tiempo que perder, Dylan le acuna el rostro entre sus manos para corresponderle y lo hace con un hambre que él no sabía que tenía. O quizás siempre lo supo, pero era más grande el orgullo que la voluntad de ser sincero.Sí, siempre deseó apropiarse de su hermosa boca y beber de su néctar.Se le hace irreal que esos labios llenos y rojos se funden con los suyos, en un jugueteo tan exquisito que bien podría deleitarse en él toda la tarde. Es que le es fascinante que un beso le parezca tan delicioso.Para Legna, aunque le encanta ser invadida con esa fiereza y necesidad, le es un poco abrumante la intensidad del gesto, ya que su falta de experiencia le dificulta el desempeño, razón por la que pronto empieza a sentir que le falta el aire.—¡¿Acaso piensas asfixiarme, tonto?! —profiere cuando lo empuja, cortando el contacto de forma brusca y con la respiración exaltada—. ¿Es este tu plan para deshacerte de mí? ¡Claro, si me muero quedarás libre del lazo!—¿De qué mierda estás hablando
Verla de nuevo y tan pronto le causa un sentimiento de culpa indescriptible, ya que todavía recuerda las lágrimas en los ojos celestes, sus mejillas sonrojadas y la desilusión en su semblante. Pero tenía que ser sincero, puesto que sus emociones estaban fuera de control.Es que esa noche, después de despedirse de la cumpleañera y de su hermano, tuvo que lidiar con el amargor y el vacío que la ausencia de esa chiquilla fastidiosa le dejó. Horas antes, llegó lejos con ella e incluso su lobo estuvo a punto de reclamarla. No, ya no puede seguir luchando contra sí mismo; sin embargo, carga con el peso de la culpa y el remordimiento.La noche anterior, tras contarle la verdad a la mujer a quien le había prometido que marcaría como su pareja, no pudo evitar ser sincero acerca de sus dudas.—¿Te está escuchando, Dylan? —le reclamó Clara con la voz afectada por el llanto.—Lo siento, pero es la verdad. Me moría de los celos cuando tu hermano bailaba con Legna. No lo puedo controlar, Clara.—E
La pelirroja le va explicando paso por paso qué hacer, al tiempo en que hace juegos y bromas con la comida para que él no se aburra y mantenga el interés en las lecciones.—¿Así? —pregunta Dylan mientras le enseña una tira de ají que ha picado.—Un poco más delgado, Cara de culo.—Nunca estás conforme... —se queja con un puchero.—Y tú eres bruto. ¿Cuántas veces tendré que explicarte lo mismo? —¿Acaso estás en tus días? Tu mal humor ya no me parece normal.—Si tanto te molesto ahí está la puerta.—"Si tanto te molesto ahí está la puerta" —se burla él, imitando una voz chillona.—¡Yo no hablo así! —estalla colérica—. ¿Podrías dejar de comportarte como un tonto? ¡Madura!Dylan olfatea en el aire para confirmar que ella de verdad esté menstruando, pero descubre que no, entonces la mira confundido.—¿Qué es lo que te molesta, lobita fastidiosa? Siempre nos llevamos mal, pero hoy estás peor.—Hueles a ella... —gruñe con una mirada sombría.Dylan traga pesado. Por alguna razón se siente con
Dylan y Legna conversan por un largo rato debajo de la luna y un cielo lleno de estrellas. De vez en cuando discuten por cualquier tontería, pero terminan riendo y jugueteando. Esto último se manifiesta con palmadas, toques sutiles y pellizcos, que usan como excusa para poder tocar al otro.Horas más tarde, Dylan se encuentra frente al baño a la espera de que la pelirroja salga de la habitación que él va a ocupar.—Toma. —Legna le pasa una toalla, un cepillo de dientes y un pantalón de piyama que pertenece a Riú. —Gracias, amiga —responde juguetón.—No me llames así; suena raro y poco natural. ¿Sí sabes que mis padres me pusieron un nombre para ser llamada por este? —Ella se cruza de brazos.—Conque esa tenemos... —Él entrecierra los ojos y la juzga con la mirada—. Entonces es bueno recordarte que mi nombre es Dylan y no "Cara de culo".Legna se ríe.—Pero me gusta llamarte así.—Pues no te quejes cuando también te ponga un sobrenombre todo feo.—Deja ver... "Fastidiosa, lobita insop
Debajo del cielo violeta y rosáceo, donde el sol aún no ha hecho presencia, pero anuncia su pronta salida; una cabaña refugia a la pareja de jóvenes en un escenario que podría ser romántico; sin embargo, muestra una cama desarreglada y a dos cachorros en posiciones para nada tiernas.La pelirroja, que no se sabe en qué momento ha quedado con la cabeza opuesta al chico, se ha tomado toda la cama para sí, por lo que él se encuentra acorralado contra la orilla. Las dos piernas de ella están abiertas, una encima de una almohada y la otra sobre el abdomen de Dylan.—Ummm... —balbucea ella mientras explaya los brazos, luego se gira hacia el lado donde se encuentra Dylan y le pega con el otro pie en el rostro.—¡Auch! —exclama él exaltado. Dylan se incorpora y tira la pierna de vuelta al colchón con brusquedad, acto seguido, se frota los ojos y mira a su alrededor desorbitado.—Déjame dormir... —se queja Legna, y es cuando Dylan cae en cuenta que ella ya no tiene puesta la bata que la cubría
Con la mirada puesta sobre un enojado Dylan, Legna se lleva la taza de café a la boca, pero al dar su primer sorbo, la cara se le pone roja y los ojos se le llenan de lágrimas.—¡Qué asco! —vocifera, tras escupir su sorbo—. Tu tarea era hacer un simple café, Dylan. ¡¿Qué rayos es esto?! ¡Sabe asqueroso!Él la mira con el ceño fruncido y mantiene su postura y expresión indiferente.—Eres una exagerada. No puede estar tan malo. —Dylan da un sorbo que mantiene en el paladar, puesto que no se atreve a tragarlo porque su sabor le repele.Legna, por su parte, lo mira a la expectativa y con una sonrisa maliciosa.El chico de ojos plateados empieza a temblar y sus párpados se mueven de forma consecutiva; sin embargo, él lucha contra la reacción natural de su cuerpo y se traga el contenido que está en su boca.—¿Está delicioso? —inquiere ella con sarcasmo, y la burla denota en toda su expresión.—Es el mejor café que he probado en toda mi existencia... —Trata de sonar seguro, pero la repulsión
Dylan y Legna entran juntos a la universidad, pero este se aparta de ella y se apresura a su casillero para vestirse. Por su parte, Legna se va para la facultad de medicina donde es presentada a sus colegas por el decano.—Legna, nuestra universidad está muy avanzada en la investigación científica, es más, podría asegurarte que somos los mejores. Hemos llegado lejos en los descubrimientos para tratamientos rápidos, lo que ha ayudado a los guerreros de muchas manadas cuando son heridos en la guerra y sus cuerpos se encuentran débiles para la auto sanación —le dice el decano con orgullo.—Señor Raj, para mí es un honor ser parte de tan excelente institución de investigación y docencia. Cuenten con mi conocimiento para el avance de la salud licántropa.—Bienvenida a esta gran familia, señorita Legna.Todos los miembros de la facultad de medicina aplauden y le dan la bienvenida con calidez.Después de que Legna imparte su charla, ella se dirige al comedor de los docentes para almorzar. Al
Legna se queda atónita, ya que ella jamás se hubiera imaginado tal confesión de parte de Dylan.Te amo hace eco en su mente y amenaza con romper esa barrera que ella levantó para protegerse de él, pero que también le recuerda su realidad: ellos no pueden estar juntos.—Deja de decir babosadas, Cara de culo. —Legna lo palmea con una sonrisa fingida.A Dylan le fastidia que ella siga en plan de evasión y que, con ello, minimice sus sentimientos.—¿Mi amor por ti te parece ser una babosada? ¿Tan poco valor tengo que es más fácil negar lo que hemos callado desde siempre? Los dos nos comportamos como unos cobardes e inmaduros, pero ya no somos esos niños tontos que prefirieron hacerse daño en vez de protegerse y amarse.—Te equivocas. Tú eres el único culpable de nuestra mala convivencia porque siempre preferiste a Clara y me comparabas con ella. Nunca me demostraste ningún interés y sólo recibí desplantes de parte de ti. No digas que los dos somos culpables cuando fuiste tú quien me hirió