7. Corazón Acelerado

Anais

Xavier fue por mi para cenar como lo dijo, tomó mi mano y ambos llegamos así, su madres observó nuestras manos entrelazas y luego le sonrió a Xavier.

—Toma asiento hijo, estábamos punto de iniciar la cena —le dijo ella siempre hablando en francés, evite rodar los ojos y me senté junto a mi esposo.

—Dorian… ¿no bajara a cenar? —preguntó Mer, su pregunta capto mi atención pero evite parecer interesada.

—No —respondió su madre cortante.

—Ya sabes como es el Meredith, le gusta hacerse el interesante nunca le ha gustado compartir tiempo en familia —dijo mi esposo, Mer lo observo molesta.

—Cállate Xavier, yo no recuerdo que Dorian sea así —lo defendió ella.

—Ni siquiera lo conoces tanto como yo, lleva muchos años lejos de la familia tu ni siquiera eras mayo de edad cuando el se fue de aquí —se exalto un poco mi esposo.

—Meredith, respeta la hora de la cena y respeta a tu hermano por favor —le pidió su madre, Mer la miró molesta pero no reprocho nada.

—Lo bueno es que se irá mañana —comentó mi esposo. Empezamos a cenar, mi suegra le decía algunas cosas a mi esposo.

—Por cierto Mer, Rocío viaja mañana —le informe, ella sonrió.

—¿En verdad? Por lo menos ya tendré más compañía —de repente Dorian apareció en el lugar, su mirada estaba fija en mí esposo, luego miro a su madre.

—¿Por qué interrumpes la cena? —preguntó Xavier.

—Soy de la familia, se me apeteció venir a cenar ¿Acaso no puedo? Hace años no los veo y es así como soy recibido.

—Siéntate Dorian pediré a la empleada que te sirva la cena —Meredith dijo atenta.

—No te preocupes hermanita, creo que mejor saldré un momento, solo pasaba por aquí, escuche sus voces —me dirigió una mirada fugaz y luego sonrió viendo a mi esposo —Además podré disfrutar más tiempo con ustedes —sonrió de lado —me quedaré algunos días —informó.

Vi como los músculos de Xavier se tensaron, los dos se veían fijamente era como una lucha de miradas y no entendía porque hacían eso.

—¿Por qué? Dijiste que te irías mañana —dijo Xavier.

—¿Te molesta? Mi padre me pidió que me quedara por algunos días, ya sabes he pasado mucho tiempo alejado de la familia —comentó Dorian.

—Que bueno, espero que te dediques a tus asuntos aunque estés en este lugar —el tomo de voz de Xavier, era de advertencia, yo no podía apartar mi mirada de Dorian, el sonrió con ironía.

—No te preocupes hermano, no estoy interesado en otras cosas más que mi vida, con permiso —dicho esto el salió del lugar, la tensión entre Xavier y Dorian era evidente.

Para mi Dorian siempre un hombre bueno, no entendía por que Xavier se comportaba así con el, que fue lo que llevo a Dorian a alejarse de su familia, cuando yo lo conocí era un hombre que luchaba por salir adelante solo, estuvimos mucho tiempo juntos y el tema de su familia siempre fue sensible para el, no sabía quien tenía celos de quien pero evidentemente muchas cosas habían sucedido entre los hermanos pues ellos al parecer tienen un tipo de enemistad.

—¿Estas bien cariño? —preguntó mi esposo tomando mi mano, no me di cuenta y me había concentrado en mis pensamientos.

—Eh… si lo siento me distraje —le sonreí, quisiera retirarme de la mesa en este momento pero no quería que fuera evidente, lo que ver a Dorian me provocaba.

Seguimos cenando mientras Xavier y su madre hablaban, me quedé en silencio después de que Dorian se fueron y Mer igual.

Después de cenar nos dirigimos a nuestra habitación, de mi mente no salía Dorian, para mi el había cambiado mucho, su expresión ahora era más fría, cada uno de los recuerdos hermoso que había guardado de nuestra pasada relación comenzaban a salir, es como si en mi mente tuviera un baúl y poco a poco se fueran liberando uno a uno los recuerdos qué ahí adentro habían. Xavier quedo dormido a mi lado y yo por más que lo intentaba no podía, al cerrar mis ojos, solo veía los de el, sus sonrisas, aquellos momentos compartidos.

«No, Dios mi mente no puede ser tan traicionare, mi esposo está aquí a mi lado»

De pronto me halle pensando en aquella primera vez que tuve con Dorian, su cuerpo estaba muy trabajado recuerdo como los cuadros se marcaban en su abdomen, recuerdo como sus brazos me tomaban con fuerza, sus besos.

«No, no, Anais saca eso de tu mente»

Es seguro que si mi madre supiera esto y aun estuviera viva, me enviaría a confesarme. Estoy haciendo mal, estoy haciendo muy mal. Dorian estará aquí por muchos días. Cerré mis ojos finalmente luchando contra aquellos pensamientos que no me traerían nada bueno.

….

—Vendré en un par de horas, cariño, si necesitas algo habla con Meredith, después de resolver unos asuntos iré a recoger a tu hermana —me informo Xavier acercándose a mí, me toma por la cintura —no quisiera dejarte sola pero mi padre me pidió resolver eso, si no créeme que juntos hubiéramos ido por Rocio, pero dentro de unas horas la tendrás aquí —dejo un casto beso en mis labios y sonrió.

—No te preocupes, yo esperare aquí, espero que todo salga bien, y puedas resolver todo —le dije, el acarició mi mejilla.

—Si cariño, será algo rápido, hasta pronto —salió de la habitación, solté un suspiro.

Anoche me había sido casi imposible dormir, desperté ansiosa por bajar a desayunar y verlo a el, pero no llego a desayunas, Mer dijo que había llegado muy tarde anoche y que aun permanecía dormido, era seguro que se había ido de fiesta y por eso había llegado muy tarde y cansado.

Me miré en el espejo una última vez, opte por usar un vestido celeste, ajustado hasta la cintura y de falda suelta, unas sandalia sin tacón y decidí ir a dar un paseo por el enorme jardín, Mer también había salido una de sus amigas la había invitado a almorzar así que al final me quedé completamente sola, pues estar con mi suegra en casa era como no estar con nadie.

Caminar por este jardín era como iir a pasear en un parque, admiraba la belleza de cada flor. Sonreí observando el cielo que este día lucia hermoso, su color era como el de mi vestido y sonreí por eso.

—Regalando sonrisas al viento, hay cosas que no cambian ¿verdad? —escuché su voz ronca tras de mí, sentí un escalofrío sobre mi espalda desnuda, era un día soleado así que use un vestido de tirantes y espalda descubierta, mi corazón comenzó a latir acelerado golpeando mi pecho, seguí de espaldas, no quería girarme y verlo, pero a la misma vez quería que sus ojos se clavaran en mi aunque sea una vez mas, el miedo de lo que pudieran provocar en mi al verlos fijamente era lo que me aterraba—¿Cómo has estado, Anais? Ah, pero que pregunta tan tonta, es evidente que muy bien y felizmente casada ¿no?...

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