Chocolate, oh delicioso chocolate. Indispensable para esta receta.
Recuerden, el preparar Postres, no se trata de un proceso mecánico,
sin vida, menos aún si lleva este enloquecedoramente rico ingrediente.
Agréguenle entusiasmo, pasión y sobre todo amor.
Nota del libro de postres: Apasionadamente rico, K. Candy.
Eres todo un éxito. – Decía Silk mientras devoraba la segunda rebanada de “Pasión oscura” el nombre lo habían acuñado después de comprobar que el pequeño experimento culinario de Candy era delicioso y después de que Candy relatara el bochorno ocurrido y volviera a cocinarlo. De eso ya hacía un tiempo. – Y, dime ¿lo has visto de nuevo?
– lo dijo casi gruñendo.
Ajá.
¿No te rindes verdad?
Lo siento por ti. ¿Cómo se supone que lo vería de nuevo? Déjame ver, me presento en el edificio, aguardo a que salga y en cuanto lo vea me tiro en la cara otro pastel previamente hecho para tal fin, con la finalidad de que me reconozca.
No es mala idea. – Reflexionó su amiga haciendo que lanzara una exclamación de frustración. – Vamos Candy, de eso ya pasaron varios meses ¿me dirás que no tienes ganas de saber más de él? Si recuerdo bien, durante días no dejabas de decir lo hermoso, guapo, arrebatadoramente bello que era y…
No sigas por favor… - Gimió para luego quitarle el plato a su amiga que milagrosamente tenía media rebanada todavía. – Si sigues por allí…
Me callo, me callo. – En cuanto le devolvió el plato, añadió. – Por hoy. ¿Qué tal el negocio? – Preguntó para cambiar de tema, aunque demasiado bien sabía que no duraría mucho esa paz.
Mejor de lo que pensé, encontrar este local enfrente tuyo fue genial, el alquiler es de lo más bajo aun no me lo puedo creer. Y las ventas creciendo o al menos manteniéndose.
Es que tus postres son de lo mejor, los pasteles ni se diga y la tarta de frambuesas con licor… mm ¿tienes por cierto de esa?
Silk a este paso no te va entrar nada de esa lencería tan bonita que diseñas.
A Rheet no le importará créeme.
Lo creo. - Candy sonrió recordando al esposo de su amiga, un buen hombre que la había hecho muy feliz.
Sin tan solo ella pudiera conseguir algo así y de preferencia con su “pasión oscura” como había nombrado al espécimen masculino que azotaba sus noches. – Suspiró.
No creo sea difícil el verlo de nuevo. – Silk volvió a la carga.
Y ahí vamos de nuevo… Seguramente es uno de esos hombres que le gustan las chicas con nombre de perro.
¿Cómo? – Silk se atragantó de la risa.
Linda, Patsy, Barby nombres así.
¡Basta! – Sofocando la risa su amiga retomó el tema con más ganas. – ¡Ni siquiera lo sabes! Dale una oportunidad, en cuanto vea como eres, caerá redondo a tus pies.
Tu fe en mí me enternece en serio, pero hay que ser realistas. Además, el hombre me tiene loca… o me tenía loca. Ya no – Mintió - Sé como es y no me conviene.
¿Cómo está eso de que sabes como es?
Lo he seguido viendo, lo he visto en varias ocasiones.
¡No me has dicho una palabra! ¡cómo pudiste!
¡Por Dios santo! Me reclamas como si hubiera ganado el nobel de la paz y no te haya dicho. Lo he visto pero de lejos, aclaro. Hacemos entregas en su edificio. Me sorprendí un día que recibí una llamada preguntándome si teníamos ese servicio, y aunque no era así dije de inmediato que sí. Hubiera sido tonto decir lo contrario, recién comenzábamos y me venía genial tener más clientela y ahí empezó todo. – Finalizó esperando haber calmado la sed de información de su amiga, que ilusa.
Sigue… sigue….
Pues nada, que la dirección resultó ser la de Kensington & CIA. Obvio no quería regresar al sitio pero me armé de valor, después de todo no soy de las que se esconden y quería saber si alguien me iba a reconocer, no sé, estar preparada de algún modo para saber si de pronto en la calle sería blanco de burlas de gente de esa empresa. Entré y nadie pareció reconocerme, tomé el ascensor cargada de mis pastelillos especiales y…
¿Los de moka?
Si, esos.
Entonces, ¿solo fuiste para salir de dudas?
¿No fuiste para verlo de nuevo…?
Sabes que sí. – Admitió derrotada.
Ok, prosigue. – Continuó Silk muy contenta de tener la razón.
Él iba en el ascensor…
¡No! – Exclamó su amiga encantada.
¡Pues si!
¿Y luego?
Me escondí entre las cajas que llevaba y que afortunadamente tapaban mi rostro.
Entré como pude y él apretó el botón de su piso. Yo por las cajas no podía, aún así lo intenté ¡Y él no parecía hacer ningún intento por pulsar el botón por mí!
Debiste habérselo pedido.
Seguí intentándolo. Y por fin con la voz cargada de risa me dice: ¿Puedo ayudarla?
¿Y que le dijiste?
Piso 12 por favor.
¿Sólo eso? – Preguntó sorprendida Silk.
¿Qué se suponía que le dijera? ¡¿Hola, soy la tonta que enterró la cara en su propio pastel por estar ensimismada viéndote?! ¡Pues claro que no! Me bajé antes que él y creo que se quedó riendo, quizás contribuyó el hecho de que salí casi corriendo. Creo que tiré una cajita con un pastelito, pero no estoy segura, no recuerdo mucho más. Después de eso ha habido más y más pedidos de los distintos departamentos, de vez en cuando he ido y lo he visto en acción.
¿A que te refieres exactamente?
Lo he visto como un encantador de serpientes, embobando a su concurrencia: empresarios, empleados, propios y extraños – Iba a omitir que siempre miraba asegurándose que nadie se diera cuenta e iba a omitir que las cosas parecían caérsele de la mano o se le agravaba la tendencia a chocar con las personas- Y claro de vez en cuando llevando del brazo una preciosa belleza de todos los colores y sabores, rubias, pelirrojas y…
¿Y…? – Silk se aproximó a ella como para no perderse ni una sola palabra.
Ninguna morena. – Candy se dejó caer en la silla enfrente de Silk. – No le gustan las morenas. Yo soy morena. – Añadió como si fuera necesario.
Eso es ridículo. ¿Quién podría decirle que no a ese precioso pelo del color del chocolate o a esos ojos del color de la miel fundida sobre un delicioso hot cake? ¿O a esa piel del color de un helado de coco sobre una base de…?
Ya, ya entendí. Silk creo que deberías ir a una reunión para los adictos a los postres y tratar tu problema.
– El teléfono sonó cuando iba a responderle.
Creaciones Apasionadas… sí, ella habla. ¿Cuántos? Perfecto, enviaré a alguien enseguida… pero… estoy ocupada, yo no puedo. No… yo, ok. No puedo tardar debo advertirle. Si, gracias. En cuanto estén listos voy hacia allá.
¿Qué pasa?
Quieren una orden bastante grande de pastelillos de moka y quieren que los lleve yo pues quieren hablar conmigo.
¡Genial!
No me llamó él. Deja de inventar historias enredadas de amor en tu cabecita.
La mía fue así ¿recuerdas?
Perfectamente, ¿Cómo olvidar que un ascensor te desnudó y tu príncipe te rescató? No esperes cosas así. – Río Candy.
Oh, vamos…. Oye, ¿puedo ir contigo?
Definitivamente no. ¿No tienes un negocio que atender?
Soy la dueña ¿recuerdas? Anda, di que si. – Le suplicó Silk.
No…
¿Hay alguien que no ame los pastelillos? ¡Que alce la mano y se atreva a decir semejante mentira!¿La clave para que salgan esponjositos? Paciencia mis queridos lectores, Paciencia. No todo sale bien a la primera y en la mayoría de los casos, ni a la segunda, o la tercera… seamos honestos. Así que repito: PACIENCIA.Apasionadamente rico, K. Candy.Media hora después…No puedo creer que te haya permitido venir. – Refunfuñaba Candy seguida de una demasiado sonriente Silk.Eso es por que eres un dulce de mujer, así como tu nombre. – Silk la seguía llevando varias cajas que contenían los pastelillos.Ver para creer, una famosa diseñadora convertida en repartidora.Todo por los amigos.Eres una cotilla, eso es lo que eres. Me alegraré cuando compruebes que venir aquí es cero emocionante, sobre todo por que Él no siempre aparece.Pues realmente espero que sea uno de esos días que Mr. Chocolate aparezca.¿Mr.… qué?¡Oh, mira! Quizás este sea nuestro día. – Silk caminó rápido y atravesó las
El estrepito de su hermoso cuenco cayendo la hizo volver al presente y corrió hacia la niña que, aunque era una malvada seguía siendo una niña y se había asustado al ver volar los vidrios por todos lados y ver como un pequeño pedacito se encajaba en su mano haciendo correr un débil hilillo de sangre. Soltó chillidos aterrorizantes que asustaron a Candy pensando que había sido algo peor, al examinarla y ver que no era así suspiró de alivio y la llevó a lavar. Mientras le ponía la tirita Honey seguía sollozando.No debiste haber hecho eso. – La respuesta de Honey fue empezar a llorar de nuevo. – Ya, ya… olvídalo. No le diré a tu mamá si aceptas comer solo galletas de vainilla ¿de acuerdo? – La niña asintió con la cabeza aun emitiendo unos cuantos sollozos. - Vamos pues. Nosotras mismas las haremos ¿Qué te parece?Quince minutos después Honey ya no lloraba.Veinte minutos después Honey había descubierto lo divertido que era jugar con la harina.Veintidós minutos después Honey había descu
Por tercera ocasión ¿estás bien? – Silk preguntaba mientras con gran deleite comía fresas bañadas en una salsa de chocolate que de simple no tenía nada gracias a los demás ingredientes de los que no tenía idea cuales eran pero que Candy había puesto allí, y eso era Candy, dulce pero también nada simple y sí algo complicada y para su frustración en esos momentos era misteriosa.¿Qué te hace pensar que no lo estoy?Bueno… - Tenía que admitir que Candy había disimulado bien, la había encontrado algo distraída al llegar, pero se las había arreglado para charlar, pero en cuanto un joven entró y pidió una rebanada de Pasión Oscura, Candy se había puesto roja como un tomate y en lugar de dar lo que le habían pedido había dado al pobre chico una enorme rebanada de tarta de manzana. Al menos el cliente no había protestado después de llevarse la primera cucharada a la boca. Observó a Candy tratando de averiguar que rayos pasaba. Ella era tan tranquila, solo había algo que la ponía totalmente ra
Candy tu situación es preocupante, preocupante… - Silk añadió drama a sus palabras al empezar a golpear su cabeza contra el mostrador.Con eso no lograrás nada, deja prendo el horno. – Dijo Candy con ironía y de inmediato Silk dejó de golpearse.No solo le dijiste que sabía a harina, si no que le detuviste en medio de un beso y encima le reclamas que por que no sabía mejor a chocolate.Simplemente se me escapó.Lo que se te va a escapar es ese hombre si sigues soltando semejantes barbaridades delante de él.No pretendo atraparlo, es más no pretendo verle una vez más en mi vida ¿con que cara lo haría? ¡Ni muerta me atrevo a cruzarme en su camino de nuevo! ¿No tienes nada que decir? – Le increpó a Silk quien había hecho ya toda una habilidad eso de mirarla sin parpadear.Claro, dame otra rebanada de Pasión Oscura, ya que tú lo desprecias, me lo comeré yo aunque sea en su versión de repostería.¡He dicho que no pienso volver a verlo! – Insistió al ver que su amiga no la creía.Si, si… lo
Tu dieta a base de mis postres está a punto de acabar. – La amenazó.Está bien, está bien. – Se apresuró Silk a explicar – Has suspirado por ese hombre por meses, desde que por su causa enterraste tu cara en un pastel en público…¿Podrías dejar de recordármelo?Ok, lo que quiero decir es que ya que lo tienes en la palma de tus manos ¿Por qué diantres lo alejas? Si eso no es incoherente no sé que lo es.No lo estoy alejando. Yo soy la que…¿Ah, no? El hombre viene aquí y te besa, no repetiré que debes callar los desastrosos pensamientos que a veces tienes, como eso del chocolate, mira que decir tal cosa es realmente…¿Desastroso?No, hilarante. Pero no apropiado y luego te manda tod0s esos chocolates ¡y tú dices que se los devolverás!¡Oíste la conversación!Repito que hice ruido al entrar y tú en tu mundo. Me tocó oír como le devolvías sus regalos y me costó un mundo detenerme y no zarandearte hasta que aceptaras.Es muy cierto que es el hombre de mis sueños pero eso no significa que
Tres horas después…Otra caja de chocolates yacía desparramada en el suelo después de haber sido aventada con toda furia habida y por haber.Dos horas después…Abrió el horno con toda intención de por lo menos dormir allí, a ver si así se le venía algo de inspiración repostera ¿Quién dijo que solo los escritores tenían crisis de inspiración y de falta de ideas?Otras dos horas después…El ruido de pasos la despertó, era su personal llegando al establecimiento. Con horror se dio cuenta que la mitad de su cuerpo estaba medio metido en el horno, el resto en una casi acrobática posición sobre el suelo. Se incorporó y se golpeó con el horno quedando sentada en el piso. Volteó a ver el reloj y este marcaba las siete en punto. ¿Qué hacer? Trampa, por supuesto…Llegó esto para ti Drake. – Su hermano entró llevando un paquete en las manos.¿A que debo el honor de que vengas en persona a dejarme esto?¿Desde cuando tu querido hermano no te hace esta clase de favores?Eres un cotilla, largo de a
¿Cómo?Que tú ganas. Lo que me mandaste tiene un sabor único, diferente, celestial, etc., etc. Admito mi derrota, no me gusta perder, pero en esta ocasión lo hago ante un formidable contendiente. Así que, tú dirás ¿cuál es mi castigo?Sabía que no perderías. – Silk aplaudía encantada. – No puedo creer que hayas pensado que no podrías. Ella es increíblemente buena ¿cierto? – Le dijo a Drake.¿Y bien? ¿Cuál es mi castigo por haber perdido?¿Puedo sugerir algo? – Preguntó Silk.Por supuesto que no. ¿Podrías esta vez hacerme caso e ir a la cocina? – Al ver la silenciosa negativa de Silk le dijo: - Hay montañas de esas galletas de coco que te fascinan.¿Con chispas de chocolate? – Al decirle Candy que así era, salió presurosa hacia la cocina no sin antes mandarle distintas indicaciones a con la mirada, se conocían tan bien que sabía exactamente lo que quería decirle: “No lo dejes ir” “El hombre está buenísimo” “Más vale escojas un buen castigo”.¿Estarás muy ocupado esta semana?¿El castig
Buena pregunta ¿Y entonces? ¿Entonces qué carajo le digo? Imperiosa por encontrar una respuesta dijo lo primero que se le vino a la mente.¿Qué le voy a decir a todas esas mujeres cuando ya no estés? ¿Qué eras empleado temporal? ¿No te pusiste a pensar que probablemente mis ventas bajarán? – Ok, estaba siendo exagerada pero no le quedaba de otra.¿Por eso estás tan molesta?¿Crees que habría otro motivo? – Dijo dirigiéndose a la mesa de trabajo y empezando a golpear más que amasar un gran trozo de masa para galletas.Prefiero no contestar. – Dijo él y ella le lanzó una mirada asesina. Drake alzó las manos en un gesto de rendición. – ¡Las que no te dejaban pasar fueron ellas no yo!Te espera una pila enorme de trastos sucios. – Le anunció.¿No tienes idea de lo rápido que soy lavando trastos verdad? – Le dijo con una sonrisa.¿Qué acaso todo para él era divertido? ¿No se suponía que alguien como él jamás en la vida había osado lavar un plato? Seguro tenía una legión de sirvientes aten