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Galletas hechas con un ser malvado

El estrepito de su hermoso cuenco cayendo la hizo volver al presente y corrió hacia la niña que, aunque era una malvada seguía siendo una niña y se había asustado al ver volar los vidrios por todos lados y ver como un pequeño pedacito se encajaba en su mano haciendo correr un débil hilillo de sangre. Soltó chillidos aterrorizantes que asustaron a Candy pensando que había sido algo peor, al examinarla y ver que no era así suspiró de alivio y la llevó a lavar. Mientras le ponía la tirita Honey seguía sollozando.

No debiste haber hecho eso. – La respuesta de Honey fue empezar a llorar de nuevo. – Ya, ya… olvídalo. No le diré a tu mamá si aceptas comer solo galletas de vainilla ¿de acuerdo? – La niña asintió con la cabeza aun emitiendo unos cuantos sollozos. - Vamos pues. Nosotras mismas las haremos ¿Qué te parece?

Quince minutos después Honey ya no lloraba.

Veinte minutos después Honey había descubierto lo divertido que era jugar con la harina.

Veintidós minutos después Honey había descubierto que era más divertido lanzársela a Candy y mucho mas divertido hacerlo a pesar de las advertencias de ella de que no lo hiciera.

Veinticinco minutos después Candy había decidido que no tenía mas remedio que iniciar la guerra y rebajarse al nivel de una cría de kínder. Todo por evitar pensar en lo que se le avecinaba por que ya puesta en ello ¿Qué tal que todo salía mal? Nunca había cocinado para trescientas personas, nunca lo había hecho sabiendo que quien lo pedía era, pues Él. Eso la ponía nerviosa, tensa y sin añadir el hecho de que los dueños de esa famosa casa editorial estarían allí y que mientras ella sudaría la gota gorda el susodicho hombre de sus sueños y ahora también pesadillas estaría de lo más feliz con su modelo-ejecutiva.

Veintiséis minutos después tanto ella como Honey tenían aspectos de fantasmas por toda la harina sobre ellas.

Veintisiete minutos después, justo cuando iba a parar aquello, una conocidísima voz dijo con sorpresa.

¡Dios santo! – Ella y Honey pararon al instante de lanzarse puñados de harina y voltearon al mismo tiempo, una con horror y la más pequeña con curiosidad.

¿Qué hace aquí? – Preguntó Candy desesperada.

Quería conocer a quien hace los pastelillos y demás Creaciones Apasionadas – Repuso Drake tranquilo acercándose a la zona de batalla. Ambas seguían empuñando harina y con suma vergüenza Candy se dio cuenta que aun tenía la mano en alto lista para lanzar su cargamento cuando él dijo: Soy Suiza.

¿Cómo? – Él señaló su mano.

Lo digo por si decide que soy el enemigo y me ataca. Soy neutral. Suiza lo ha sido en las grandes Guerras ¿no? – Ella bajo enseguida la mano avergonzada y Honey aprovechó para descargar su proyectil ahora que tenía la ventaja, este aterrizó justo en la cabeza de ella.

Es tatataranieta de Hitler. – Gruñó Candy y él de pronto empezó a reír a carcajadas, la vergüenza y el shock le habían impedido que su apariencia le trastornara aun mas que la situación en que la había descubierto, pero el caso era que al oírlo y verlo reír se había dado cuenta que era aun más guapo ¡pobre de mí! Gimió interiormente. La imagen de él en su lugar preferido, su cocina y riendo tan bello y tan tranquilo no se la sacaría de la cabeza nunca.

Puedo servir de mediador si usted quiere. – Se ofreció después de reír.

Adelante, pero le advierto que está a punto de hacer un trato con el Diablo.

Al menos lo intentaré.

Diez minutos después Honey hacia honor a su nombre y obedientemente seguía las indicaciones de Candy para preparar galletas siempre y cuando viera que Drake hacía lo mismo.

Encantador de serpientes y diablillos. –Masculló Candy.

¿Cómo dice…?

Que hay que agregar la mantequilla.

Me pareció oír algo de serpientes y diablos.

Oyó mal. – Contestó sin levantar la vista de la masa para galletas mientras la amasaba con más fuerza de la necesaria. Tenerlo cerca siempre la ponía nerviosa pero daba el caso de que ahora estaba en su cocina y eso significaba que el nivel de turbación disminuía, ella era otra persona en la cocina solían decirle aquellos que la conocían bien, se alejaba de todo y todos, solía abstraerse por completo. En este caso no lo había logrado al cien por ciento, de pronto vio su reflejo en un recipiente de aluminio y dio un pequeño grito al ver lo desastrosa que estaba y eso que el reflejo no había sido fiel a la realidad. Drake y Honey se sobresaltaron al oírla gritar. – Ya vengo. – Dijo mientras corría al baño. - ¡Cielos, no! – Exclamó al verse, un fantasma no seria más blanco ni más lamentable que ella. Se sacudió la harina lo mejor que pudo y se lavó la cara y los brazos. La ropa registraba muchas manchas y se tuvo que quitar el delantal y la blusa para poder sacudirlos bien. Una vez que se vio medianamente presentable masculló unas cuantas maldiciones más y se preparó mentalmente para ir a la cocina y ver a Drake en ella.

Veo que haz borrado las huellas del pasado combate bélico. – Le dijo divertido. Chocolate… volvió a pensar en cuanto vio sus ojos oscuros. – No tenías por que haberlo hecho.

¿Por qué se estaba divirtiendo a mi costa?

Por eso y por que en realidad era una escena refrescante.

¿El estar cubierta de harina le parecía una escena refrescante? – Preguntó incrédula mientras iba hacia la mesa y sacaba los moldecitos de figuras para las galletas, todo con tal de no quedárselo viendo como boba.

Esta clase de escenas solo se ven no se, en los comerciales o películas. Jamás creí ser el afortunado testigo de que estas cosas pasan.

¿Una pelea con harina entre una pequeña y una mujer con obviamente cero madurez? – Se permitió dirigirle una mirada, craso error. Él la miraba con esos ojazos bellos y risueños. Su boca era digna de devorarse pensó y enseguida sacudió la cabeza con suavidad. Más valía que parara.

¿Y de que sirve la madurez si eso significa renunciar a la diversión? – Le dijo él y Maldición pensó ella de nuevo ¿Es que aparte de guapo era un ser encantador y divertido? ¿Tenía que ser de esos que con dos o tres frases hacían desear a la pobre fémina que las oyera en una vida junto a él en una casita con cerca blanca y niños jugando en el porche? ¿Pero que demonios…? ¡Ella no era cursi! Exacto, no lo No pudo evitar enfadarse con ella misma. No estás en su liga, chica, se recordó con dureza. – Mi hermano y yo solíamos iniciar guerra de comida contra mis dos hermanas. No las compadezcas – Dijo rápido al ver que ella fruncía el ceño- Ellas casi siempre ganaban y ahora veo por que, entrenan desde pequeñas y no dejan de hacerlo aun al volverse adultas.

– Sin embargo la imagen mental que se formó hizo que Candy intentara no reír.

Adelante ríete.

Si siempre perdían ¿Por qué lo seguían intentando? – Logró preguntar ella con la voz un poco temblorosa en su afán de no reír.

Por que los Kensington no paramos hasta conseguir lo que deseamos aunque eso signifique algunas derrotas, las aceptamos por que sabemos que aun así ganaremos la guerra. – Su tono fue aterciopelado e íntimo, Candy juraría que lo que había dicho no tenía nada que ver con guerras de comida de la infancia ¿Entonces a que se debía esa mirada depredadora? ¿O su fértil imaginación y su tonto corazón se imaginaban cosas?

Eso quiere decir – Logró decir ella no sin esfuerzo – que sus hermanas perdieron varias veces también.

Oh, por supuesto. – Y otra vez esa sonrisa letal.

Honey decidió que estaba siendo demasiado ignorada y lanzó un moldecito de galletas directo a Candy, la cual lo esquivó por un pelo.

¿Por qué yo? Tenías un mejor blanco al lado. – Le dijo a la niña.

Eso es jugar sucio. – Advirtió Drake consciente de ser ya observado con intereses nada angelicales por parte de Honey.

Creía que sabías que no juego precisamente limpio. – Sin embargo, jamás pensó que Honey se atreviera a lanzarle un moldecito a Drake. - ¡Honey no! – La pequeña no atinó por que él con un movimiento de lo más fluido lo evitó, Candy fue hacia la niña para alejarla cuando se percató que una bolsa de harina estaba demasiado cerca del pequeño diablo, Honey también se había dado cuenta ¿Por qué había confiado en que no haría nada? En un santiamén había tomado la bolsa y derramado su contenido con habilidad sobre Drake que había intentado quitarle la bolsa también. Él iba en mangas de camisa, la chaqueta la había dejado cerca cuando había empezado a preparar con ellas las galletas, y lo agradecía Candy en ese momento, pero la camisa era negra y ahora estaba manchada totalmente de harina lo mismo que sus pantalones color beige. – ¡Oh por Dios…! Honey huyó y Candy llamó a Sally para que la viera un momento.

Ahora si te creo que es una descendiente nazi. – Atinó a decir antes de empezar a toser por los polvos de la harina. Esa imagen de él era la última que hubiera esperado ver nunca y no pudo evitar reír a carcajadas. - Esperaba un poco de cooperación. – Masculló y ella se acercó a él e intentó limpiarle con un trapo pero no podía debido a la risa. – Debo ser todo un espectáculo ¿verdad?

Algo así. - Aun riendo levantó la vista para comprobar su nivel de enojo y sorprendida descubrió que él la miraba con intensidad. - ¿Qué tan enojado está? – Preguntó sin atreverse a identificar esa mirada.

Primero, no me hables formalmente y segundo, no recuerdo cuando fue la última vez que me divertí así ó que divertí a alguien así.

Candy se mordió el labio inferior.

No pretendía burlarme.

Claro que no. – Su sonrisa fue de no creérselo. - ¿Podrías explicarme como es que ninguna de las dos jamás tosió a pesar de estar mas cubiertas de harina que yo hace un momento?

Entrenamos desde pequeñas recuérdalo ¿A dónde se fue esa pequeña diabólica? – Preguntó en su afán por retirarse de él que seguía observándola con ojos que decían… que querían ¿comérsela? No, no. era su estúpida imaginación. – Lamento mucho lo que te hizo, en serio… jamás pensé que se atrevería. – Decía mientras caminaba hacia atrás, curiosamente mientras ella daba un paso alejándose, él daba uno acercándose.

¿A dónde vas?

Ya lo dije, a ver al demonio, digo… a la niña. Podría quemar todo sin esfuerzo y Sally no creo que pueda contenerla… - Otro paso hacia atrás.

¿Por qué luces como si quisieras salir corriendo? – Un paso más hacia adelante.

¿Por qué me siento acechada? – Uno hacia atrás.

¿En serio? – Uno hacia delante.

En serio.

En ese caso… - Se acercó y la besó.

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