Kenay, un joven guerrero Sioux, enamorado pide la mano de Aiyana, lo que llena de alegría a sus familias, así que acuerdan una fecha para la boda. De pronto, Unkas, otro joven guerrero, reclama su derecho a casarse con Aiyana, como ya ha sido comprometida, le dicen que no puede casarse con ella. Entonces Unkas, reta a Kenay, a un duelo a muerte, el que resulte vencedor, será el que se case con la hermosa muchacha. Kenay, no duda en aceptar ya que, desde vio a Aiyana, a la que habían secuestrado, supo que había encontrado el amor, y no dudó en ir a su rescate. Aiyana, lo ama y tiene miedo que Unkas, lo mate, aunque también le estremece pensar que Kenay, pueda terminar con la vida de aquel impulsivo guerrero. Unkas, no sólo es más alto y más atlético que Kenay, sino que también se ha destacado en valor y audacia, así que todos dan por hecho que Kenay, resultara vencido y muerto en aquel duelo. Aunque su amor es sincero y puro, la vida los va a someter a un sinfín de pruebas de las que sólo podrán salir adelante si mantienen la fe en su amor y en la unión de pareja, el peligro sobre ellos está latente y su relación muchas veces se ve en riesgo contante de vulnerarse y terminarse de una manera trágica. ¿Qué pasará con este par de enamorados que lo único que quieren de la vida es ser felices? ¿Hasta donde están dispuestos a llegar con tal de preservar sus sentimientos? ¿Será que el destino no quiere que ellos realicen todos sus sueños? Descubre, paso a paso, con Aiyana y Kenay, el desenlace de esta hermosa relación, por la que luchan día con día
Leer másNo tardó mucho en llegar a ella, estaba agotado y a pesar del frío reinante, mostraba claras señales de sudor en su frente y en su cuerpo, aunque eso no le importaba.—¿Estás bien, Umi…? —pregunto Kenay con amabilidad.Al ver que ella no podía responderle, se despojó de otra de sus pieles y con ella cubrió a los dos, la abrazó y comenzó a caminar con ella hacia la cueva, en la cual Sahale, había vuelto a encender la fogata y tenía a la niña, que dormitaba con toda confianza en sus brazos.Al llegar a la cueva, Kenay, tomó a su hijo en brazos y su rostro se entristeció al ver que su hijo estaba inconsciente y su piel muy caliente, un gesto de preocupación y temor apareció en su varonil rostro.—¡Se está muriendo…! ¡
Cuando Iktomi, terminó de hablar, le dio al anciano Sioux la red y le dijo: —Mira la telaraña es un circulo perfecto, pero en el centro hay un agujero, usala para ayudarte a ti mismo y a tu gente, para alcanzar tus metas y hacer buen uso de las ideas de la gente, sus sueños y sus visiones. Si crees en el Gran Espíritu, la telaraña atrapará tus buenas ideas y las malas se irán por el agujero para perderse en la nada.El anciano Sioux, le pasó su visión a su gente y ahora todos usamos el atrapa sueños como la red de nuestras vidas. Se cuelga encima de las camas, en el tipi para escudriñar los sueños y visiones. Lo bueno de los sueños queda capturado en la telaraña de la vida y es enviado con ellos. Lo malo, escapa a través del agujero del centro
La Paz, entra en las almas de los hombres, cuando ellos se dan cuenta de su relación, su unidad, con el universo y todos sus poderes, y cuando se dan cuenta que en el centro del Universo mora Wakantanka, y que este centro está realmente en todas partes, está dentro de cada uno de nosotros.Gran Misterio, contémplame una vez más en la tierra e inclínate para oír mitenue voz que te invoca y te suplica… El camino bueno y el camino de las dificultades dispusiste demanera que se atravesaran; y es sagrado el lugar en que se cruzan.Me dijistecuando era joven y podía alimentar esperanzas que, en las pruebas te enviaseuna voz cuatro veces, una por cada una de las regiones de la tierra, porque meescucharías… Me concediste el poder de dar vida
Su padre le hablaba de esos principios, de esos orígenes para que siempre estuviera orgullosa de ser mujer, de ser la tierra que procreaba y daba frutos, mismos que tal vez serían la base de que el pueblo Sioux no se exterminara, no se extinguiera nunca, ella misma había dado a luz a una pareja, hombre y mujer.Al recordar esas palabras de su padre, Aiyana, siempre se había sentido reconfortada y sus fuerzas se renovaban, se regeneraban, se alimentaban de su propia esencia y era capaz de enfrentar cualquier cosa que se le presentara.Abrió los ojos y en ese momento se dio cuenta que la manada de los feroces lobos la rodeaban, con estrategia, preparando el ataque, sorprendiéndola y sacándola de sus hermosos recuerdos.Los animales avanzaban paso a paso, gruñendo sordamente, mostrando los filosos colmillos dispuestos a atacar para obtener comida que l
—Tú eres la vigilante de las generaciones. Eres la que da vida. Serás la portadora del Universo, la que hará que el guerrero sea más valiente y más sereno.De esa manera había visto Sahale, a Umi, desde que comenzaran a platicar, como algo especial, como lo más grande que pudo llegar a su vida, por eso ahora quería encontrarla, quería verla, quería saber que estaba bien y que era tan hermosa y grácil como siempre lo habías sido.Muy pronto los cuatro Santee, al mando de Kenay, llegaron a la ribera del río, Sahale, impaciente, desmontó de su caballo y comenzó a revisar por toda la ribera con verdadera atención y cuidado, no quería dejar un palmo de terreno sin cubrir, no deseaba que nada escapara a su observación.Sus ojos expertos y sus conocimientos sobre las huellas y los
En caso de que así se dieran las cosas, y su hermana ya hubiera muerto, ella tomaría a los niños y se aventaría con ellos a las grietas de la montaña o a la ladera, era preferible morir, en aquel bello lugar, que caer en manos de los wasicus.No le importaba perder la vida, lo primordial, era que los niños no fueran capturados por los blancos, no solo se los iban a llevar para venderlos como esclavos, sino que además los maltratarían para someterlos y los harían pasar por un infierno toda su vida por ser de otra raza.Y ya ni pensar en lo que le harían a ella, eran tres hombres, peores que los salvajes y no iba a poder enfrentarlos mientras trataba de proteger a los niños, estaba en desventaja total, así que la muerte de todos era preferible a dejarse atrapar por esos desalmados.Poco a poco el cansancio la fue venciendo
—¡Poco importa un buen brazo y lo filoso de tu lanza…! —se carcajeó el ancestro barbudo— Más te valdría transmitirle tu fuerza a la lanza, te sería más útil.—Es una buena idea —admitió el irascible Sioux.Se concentró por un momento y transmitió toda su energía al arma, ante los ojos atentos del bisonte. Inmediatamente se convirtió en una lanza/medicina.—Ahora clava la punta sobre esa roca —añadió el bisonte.Yerba del Medio realizó el ataque y la roca saltó en mil pedazos.—¡Vaya… vaya…! —exclamó el sioux impresionado por todo aquello— ¿Sabes, viejo animal, aunque eres muy feo y contrahecho, eres un muy buen consejero?&md
Umi, y Denahi, comenzaron a acomodar las ramas y las hojas en el fuego de manera que ardieran lenta y suavemente, sin grandes llamas y sin mucho humo. Sabían que no era conveniente que las llamaradas fueran grandes ya que el calor los iba a abrumar, aunque tampoco podían dejar que el fuego no alumbrara lo suficiente para que les diera el calor necesario. El humo no ayudaba en nada, por el contrario, podía ahogarlos, además de llamar la atención a lo lejos.—Si cae la tormenta de nieve… va a ser muy difícil que podamos regresar —insistió Denahi, visiblemente nerviosa y perturbada— hay que hacer algo antes de que…—Wakantanka, cuida de nuestros destinos… —dijo Umi, con voz tranquila y amable, comprendiendo el miedo de su compañera— él nos mostrara el camino que n
El desalmado criminal, no era capaz de articular alguna palabra o emitir esas maldiciones y ofensas que brotaban en su cabeza, pero que no salían de su boca ya que solo emitía sonidos con su garganta mientras sentía que se estaba muriendo bailando de aquella forma tan grotesca y desesperada que lo llevaba a la muerte.Aiyana, había logrado su objetivo, clavarle el cuchillo en el cuello, ahora lo veía con un profundo asco y desprecio mientras trataba de acomodarse sus ropas para cubrir las partes de su cuerpo que ese infeliz había dejado desnudas.Después de algunos segundos de agonía, Sam, el pistolero, pudo musitar unas palabras en la agonía de su último estertor de vida sin que hubiera logrado alcanzar aquella daga que se había incrustado en su nuca.—¡Mal… di… ta…! ¡Pe… rra&hellip