La joven se pegó a la pared de la habitación y entreabrió la cortina con mucho cuidado para ver de quiénes se trataba. Al estar en un segundo nivel aquello le facilitaba aquella acción. Allí estaban cinco individuos, estáticos frente a la casa. Aún no sabía si lograban ver a través de su campo de fuerza, pero estaba muy segura que tenían habilidades sobrenaturales; si no, no habría manera de que la hubiesen localizado en primer lugar. –¡Ileana Enache! –gritó de nuevo una voz de hombre, desconocida en su totalidad–. Sabemos que estás allí adentro. –¡Necesitamos hablar contigo un momento! No te haremos daño si decides salir por las buenas –exclamó otra voz, esta vez era femenina y muy ruidosa. Ileana no podía creerlo, estaba petrificada de que esas personas se supieran su nombre completo, pero a la vez algo en su interior le estaba provocando… ¿enojo? Aquellas voces sonaban amenazantes y eso la había ofendido sobremanera. Frunció el ceño e intentó recordar aquel poder con el que go
Advertencia: ¡¡Contenido +18!! Lee bajo tu propio riesgo. No sabía cómo ni por qué, pero Ileana se sentía en las nubes, mientras las grandes y fuertes manos del hombre que amaba, quien justamente estaba detrás de ella, se pasaban de rozar sus labios con sus índices, para luego descender por su cuello y llegar a sus pechos, que ya se sentían excitados a causa de estar al descubierto y verse afectados por ambiente templado del clima. Estaban de pie y él, quien para ese instante ya carecía de toda prenda de vestir en su cuerpo, la había despojado de casi toda su ropa con cariño y delicadeza, dejándola casi al desnudo tan solo portando sus blancas bragas. Ella, que mantenía cerrados sus ojos por el placer que sentía de aquellas caricias, se mordía el labio inferior al sentir cómo los suaves labios de él dejaban una hilera de besos en su cuello mientras que, esas manos traviesas no se habían detenido de juguetear con sus duros pezones y la boca de la joven se abrió de placer al sentir aq
Todos estaban frente a Ileana, quien a cada segundo que pasaba parecía verlos con más repulsión y desconfianza. Ni siquiera se habían tomado la molestia de sentarse, no había más necesidad que la de explicarle lo necesario para que la joven cooperara de la mejor manera posible. –Hace un mes aproximadamente, Ar… –Raguel carraspeó para corregirse–. Alder llegó a vivir cerca de tu casa con la misión de quitarte los objetos que contenían la magia de la vampiresa que tanto mencionabas en el hospital. Ileana se quedó estupefacta. Ellos lo sabían todo y eso comenzaba a asustarla. –Disculpen pero… ¿De dónde sacan esa información? ¿Ustedes tienen qué ver con ese hombre? ¿Quiénes son? Explíquense de una vez –exigió Ileana con desesperación. –Pues… verás –respondió Daniel–. En primer lugar, anoche ya nos habíamos presentado, bella damisela –elogió con una de sus amplias sonrisas y Gabrielle le dio un codazo para que no se desviara con sus galanterías–. Nosotros somos las Virtudes Divinas y nu
Ya habían pasado algunas horas desde que amaneció y Sorin se había ido a trabajar desde temprano. A pesar de que, el rubio no sabía ni un carajo sobre enfermería, se armó de valor para quitarle co torpeza todos los puntos para que se completara el proceso de cicatrización, y no hubo complicación en aquello, ya que el trabajo que Raziel le había hecho era profesional y sus heridas comenzaban a sanar muy bien, aunque no al cien por ciento. Ariel seguía tendido en el lugar del que, con dificultad podía moverse, aunque esa mañana estaba bien acompañado. La joven amiga de Ileana, que estaba amordazada por si despertaba y que también estaba herida por causas que desconocía, se había quedado junto a él por orden de Sorin. Ariel comenzó a recordar la noche anterior: –Oye Sorin, ¿a dónde vas? –inquirió Ariel con nerviosismo–. La chica, no la dejes aquí. Este es mi dormitorio –renegó mientras la señalaba. –¿Crees que tengo una mansión por casa? Ni que fuera Raguel –refunfuñó–. No tengo otro
Los días de Sorin habían resultado más agotadores que aquella noche, en la que se equivocó de persona y terminó llevándose a la dama equivocada. El primer día de tener a Nadia prácticamente secuestrada, había encontrado a la chica amordazada y sobre la cama, tal y como la había dejado desde la noche de su rapto y Ariel dijo que ella no había representado un problema mayor a lo que Sorin creyó fielmente. Pero él sí que había tenido inconvenientes con la muchacha. Nadia había resultado ser una rebelde y poco colaborativa que lo insultaba cada vez que le quitaba la mordaza. Con el pasar de los días, se dio cuenta que era peor si la mantenía amarrada, así que le permitió estar libre por la casa, pero sin la libertad total para salir; ella era una carnada necesaria para atraer a Ileana Enache. Para añadir más desgracias a su vida, Megara, la médium, no había dejado de acosarlo para que hicieran un verdadero equipo y él ya no estaba interesado. Ella había llegado al punto de decir que su c
La señora Doina había parqueado su auto con mucha precaución, como siempre. Antonella y Romina habían estado platicando mucho y eso era de mucho agrado para la señora, quien miraba complacida cómo su hija al fin se llevaba bien con una muchacha de su edad y de su misma edad. –Señora Doina, por favor nos permite quedarnos hablando un rato aquí afuera de su casa –pidió Antonella mientras parpadeaba y con el movimiento batió sus pestañas de arriba hacia abajo, a lo cual Romina la imitó y su madre no pudo negarse. –Está bien, muchachas, me han convencido –dijo Doina con una amplia sonrisa–. Si les da frío pueden entrar aquí y Antonia… Ya sabes que cuando gustes puedes quedarte aquí, no te sientas apenada. –Para nada, señora Doina –respondió Antonella con la expresión más cándida que pudo esbozar. Doina entró a la casa y le mencionó algo a su hija, pero le pareció ininteligible y Romina solo asintió, como la hija buena y obediente que era; aquello último era la mejor cualidad que pudie
Aquella noche de luna menguante había sido el preludio de una serie de persecuciones indirectas y afán de convencimiento de Antonella hacia las Brujas Blancas. Romina había sido la primera, quien después de días esquiva con la pelirroja, y después de haberlo pensado una y mil veces, al fin había accedido para tener la vida eterna y dejar de lado los miedos que la invadían. –Espera, Antonia –suplicó una de esas noches, mientras una de sus manos se aferraba a la tela del vestido de Antonella. Se habían despedido y la pelirroja se encaminaba a su casa–. He estado pensando mucho en esto y… He decidido que quiero hacerlo, deseo ser algo más que una simple mortal. Antonella la volteó a ver con sorpresa y pudo notar que, a pesar de la penumbra, las mejillas de Romi evidenciaban un tenue color rojizo, en su rostro se dibujaba una sonrisa tímida y sus manos jugaban entre ellas con nerviosismo. –Vaya, mi querida Romina, me sorprendes –comentó Antonella–. Pensé que me considerabas un monstruo
El tan anhelado proyecto había comenzado para las Vampiresas de la luz, como se habían nombrado después de todo el proceso de conversión por el que aquellas brujas habían pasado, el cual no fue de manera instantánea. Todas estuvieron recibiendo el apoyo de Antonella mientras se presentaban los respectivos cambios de esencia, el cual para algunas fue hasta placentero y para otras había sido aterrador.Por supuesto que no dejaron de lado la magia, y esta vez todo el grupo estuvo dispuesto a practicar hechizos variados a los que estaban acostumbradas, por supuesto, nada de magia oscura, ese aún no era el pensamiento e las Vampiresas de la luz, a pesar de que, ser vampiro implicaba beber sangre. La realidad era que, ellas comenzaban a vivir de las vibras oscuras de la gente que las rodeaba, como Antonella les había mostrado que podían alimentarse.Pasados los días el grupo al fin podía sentirse cómodo con su nueva realidad y en una de sus tantas reuniones de costumbre en aquella casa blanc