Todos estaban frente a Ileana, quien a cada segundo que pasaba parecía verlos con más repulsión y desconfianza. Ni siquiera se habían tomado la molestia de sentarse, no había más necesidad que la de explicarle lo necesario para que la joven cooperara de la mejor manera posible. –Hace un mes aproximadamente, Ar… –Raguel carraspeó para corregirse–. Alder llegó a vivir cerca de tu casa con la misión de quitarte los objetos que contenían la magia de la vampiresa que tanto mencionabas en el hospital. Ileana se quedó estupefacta. Ellos lo sabían todo y eso comenzaba a asustarla. –Disculpen pero… ¿De dónde sacan esa información? ¿Ustedes tienen qué ver con ese hombre? ¿Quiénes son? Explíquense de una vez –exigió Ileana con desesperación. –Pues… verás –respondió Daniel–. En primer lugar, anoche ya nos habíamos presentado, bella damisela –elogió con una de sus amplias sonrisas y Gabrielle le dio un codazo para que no se desviara con sus galanterías–. Nosotros somos las Virtudes Divinas y nu
Ya habían pasado algunas horas desde que amaneció y Sorin se había ido a trabajar desde temprano. A pesar de que, el rubio no sabía ni un carajo sobre enfermería, se armó de valor para quitarle co torpeza todos los puntos para que se completara el proceso de cicatrización, y no hubo complicación en aquello, ya que el trabajo que Raziel le había hecho era profesional y sus heridas comenzaban a sanar muy bien, aunque no al cien por ciento. Ariel seguía tendido en el lugar del que, con dificultad podía moverse, aunque esa mañana estaba bien acompañado. La joven amiga de Ileana, que estaba amordazada por si despertaba y que también estaba herida por causas que desconocía, se había quedado junto a él por orden de Sorin. Ariel comenzó a recordar la noche anterior: –Oye Sorin, ¿a dónde vas? –inquirió Ariel con nerviosismo–. La chica, no la dejes aquí. Este es mi dormitorio –renegó mientras la señalaba. –¿Crees que tengo una mansión por casa? Ni que fuera Raguel –refunfuñó–. No tengo otro
Los días de Sorin habían resultado más agotadores que aquella noche, en la que se equivocó de persona y terminó llevándose a la dama equivocada. El primer día de tener a Nadia prácticamente secuestrada, había encontrado a la chica amordazada y sobre la cama, tal y como la había dejado desde la noche de su rapto y Ariel dijo que ella no había representado un problema mayor a lo que Sorin creyó fielmente. Pero él sí que había tenido inconvenientes con la muchacha. Nadia había resultado ser una rebelde y poco colaborativa que lo insultaba cada vez que le quitaba la mordaza. Con el pasar de los días, se dio cuenta que era peor si la mantenía amarrada, así que le permitió estar libre por la casa, pero sin la libertad total para salir; ella era una carnada necesaria para atraer a Ileana Enache. Para añadir más desgracias a su vida, Megara, la médium, no había dejado de acosarlo para que hicieran un verdadero equipo y él ya no estaba interesado. Ella había llegado al punto de decir que su c
La señora Doina había parqueado su auto con mucha precaución, como siempre. Antonella y Romina habían estado platicando mucho y eso era de mucho agrado para la señora, quien miraba complacida cómo su hija al fin se llevaba bien con una muchacha de su edad y de su misma edad. –Señora Doina, por favor nos permite quedarnos hablando un rato aquí afuera de su casa –pidió Antonella mientras parpadeaba y con el movimiento batió sus pestañas de arriba hacia abajo, a lo cual Romina la imitó y su madre no pudo negarse. –Está bien, muchachas, me han convencido –dijo Doina con una amplia sonrisa–. Si les da frío pueden entrar aquí y Antonia… Ya sabes que cuando gustes puedes quedarte aquí, no te sientas apenada. –Para nada, señora Doina –respondió Antonella con la expresión más cándida que pudo esbozar. Doina entró a la casa y le mencionó algo a su hija, pero le pareció ininteligible y Romina solo asintió, como la hija buena y obediente que era; aquello último era la mejor cualidad que pudie
Aquella noche de luna menguante había sido el preludio de una serie de persecuciones indirectas y afán de convencimiento de Antonella hacia las Brujas Blancas. Romina había sido la primera, quien después de días esquiva con la pelirroja, y después de haberlo pensado una y mil veces, al fin había accedido para tener la vida eterna y dejar de lado los miedos que la invadían. –Espera, Antonia –suplicó una de esas noches, mientras una de sus manos se aferraba a la tela del vestido de Antonella. Se habían despedido y la pelirroja se encaminaba a su casa–. He estado pensando mucho en esto y… He decidido que quiero hacerlo, deseo ser algo más que una simple mortal. Antonella la volteó a ver con sorpresa y pudo notar que, a pesar de la penumbra, las mejillas de Romi evidenciaban un tenue color rojizo, en su rostro se dibujaba una sonrisa tímida y sus manos jugaban entre ellas con nerviosismo. –Vaya, mi querida Romina, me sorprendes –comentó Antonella–. Pensé que me considerabas un monstruo
El tan anhelado proyecto había comenzado para las Vampiresas de la luz, como se habían nombrado después de todo el proceso de conversión por el que aquellas brujas habían pasado, el cual no fue de manera instantánea. Todas estuvieron recibiendo el apoyo de Antonella mientras se presentaban los respectivos cambios de esencia, el cual para algunas fue hasta placentero y para otras había sido aterrador.Por supuesto que no dejaron de lado la magia, y esta vez todo el grupo estuvo dispuesto a practicar hechizos variados a los que estaban acostumbradas, por supuesto, nada de magia oscura, ese aún no era el pensamiento e las Vampiresas de la luz, a pesar de que, ser vampiro implicaba beber sangre. La realidad era que, ellas comenzaban a vivir de las vibras oscuras de la gente que las rodeaba, como Antonella les había mostrado que podían alimentarse.Pasados los días el grupo al fin podía sentirse cómodo con su nueva realidad y en una de sus tantas reuniones de costumbre en aquella casa blanc
Después de muchos días de encierro, al fin Nadia podía sentir nuevo oxígeno, ya nunca más estaría cautiva en aquellas cuatro paredes y lo más importante: iba al lado de Ariel, su protector aunque él dijera lo contrario; a quien tanto admiraba y por quien había comenzado a sentir algo muy especial; aunque aún no descifraba bien qué exactamente. Lo único que ella tenía más que claro era que, amaba cómo le debatía cada cosa a Sorin y cómo la defendía para que no le pasara nada malo. Nunca un hombre había dado tanto por ella y esa mañana en específico se habían escapado de la casa del rubio para no dejar rastro de su paradero. De alguna manera Ariel había podido romper los candados y cerrojos que les había impedido la salida, o más bien, que a ella le impedía salir, ya que al parecer el joven podía irse de allí en cuanto estuviera recuperado; eso era lo que tenía entendido entre las pocas conversaciones que alcanzó a escuchar entre Sorin y él. ¿Qué relación tenían ellos dos? No tenía cl
La mañana se alzaba espléndida con un cielo despejado con un color celeste intenso. Ya habían pasado varios días desde que, Ileana decidió por cuenta propia, ayudar a las Virtudes Divinas y por momentos se sentía arrepentida y culpable por los seres queridos que había perdido en el camino de su vida. Si bien era cierto que el hecho de haber involucrado a Nadia le afectaba sobremanera, algo en su intuición, o más bien, una visión que tuvo le decía que la volvería a ver con bien, así que, eso la mantenía esperanzada en esos momentos. En aquel trance la pudo ver con una sonrisa y más envalentonada que nunca, pero lo más interesante, es que la veía al lado de una figura masculina, que por el momento se le presentó como una sombra, es decir, carente de una identidad específica; aunque no pudo percibir malas intenciones o algo que la alertara, así que podía sentirse tranquila en ese aspecto. Sin embargo, con respecto a Velkan la cosa era distinta. Aunque quisiera tener una visión, aquell