Compañeros de fuga
Después de muchos días de encierro, al fin Nadia podía sentir nuevo oxígeno, ya nunca más estaría cautiva en aquellas cuatro paredes y lo más importante: iba al lado de Ariel, su protector aunque él dijera lo contrario; a quien tanto admiraba y por quien había comenzado a sentir algo muy especial; aunque aún no descifraba bien qué exactamente.

Lo único que ella tenía más que claro era que, amaba cómo le debatía cada cosa a Sorin y cómo la defendía para que no le pasara nada malo. Nunca un hombre había dado tanto por ella y esa mañana en específico se habían escapado de la casa del rubio para no dejar rastro de su paradero.

De alguna manera Ariel había podido romper los candados y cerrojos que les había impedido la salida, o más bien, que a ella le impedía salir, ya que al parecer el joven podía irse de allí en cuanto estuviera recuperado; eso era lo que tenía entendido entre las pocas conversaciones que alcanzó a escuchar entre Sorin y él.

¿Qué relación tenían ellos dos? No tenía cl
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