Advertencia: ¡¡Contenido +18!! Lee bajo tu propio riesgo. Era de día en la casa de Antonella, algunos rayos de luz intentaban colarse en el interior, pero estos estaban bloqueados con magia. Velkan se comenzaba a quedar sumido en un pesado sueño justo al lado de su Mate, que yacía enredada entre sus patas y cola, con su cabeza apoyada en el torso de él y abrazándolo como si fuera una almohada. Sí, esa era la forma en que dormían desde hacía ya días y al parecer a la pelirroja ya no le molestaba esa manera de dormir, aunque en un principio dijera que era ridículo y muchas veces estúpido; al final, pese a que no se lo hiciera saber con palabras, sus acciones hablaban mucho más. Tras pensar en aquel hecho, rió para sus adentros, victorioso de sentir que ella disfrutaba de alguna manera el estar acostados juntos. Pronto el joven lobo bostezó y sus ojos se comenzaron a cerrar con lentitud; el sueño lo comenzó a vencer por completo. Esperaba con ansias que a su Antonella se le antojara t
Antonella respiró profundo y se dirigió hacia donde su “Mate” se encontraba, pero no pudo seguir su trayectoria, ya que el toquido de la puerta le indicaba que había visita. A juzgar por la presencia que percibía, de inmediato supo que eran sus chicas.—¡Ya voy! —afirmó Antonella, pero a tiempo una figura encapuchada saltó por la ventana y entró a la casa sin avisar ante una pelirroja que rodaba los ojos y sonreía divertida.—Por favor, Romina ¿Cuál es esa manía tuya de los protocolos educados? Somos vampiresas, no necesitamos tocar la puerta —espetó Raiza mientras corría a abrazar a Antonella.—Bueno, perdóname por querer tener educación —alegó Romina mientras con un poco de torpeza, saltaba la ventana para entrar, seguida de Sam.Velkan, quien aún se encontraba alejado, arrugó naríz, gruñó con sutileza y rodó los ojos, porque era evidente que la sola presencia de Raiza le traía el recuerdo de lo que había atestiguado en la dimensión de los sueños.—Antonella —musitó Romina sin hacer
Ileana no podía creer lo llena de temor e incertidumbre que podía estar cerca de un hombre; pensaba que solo Antonella la podía hacer sentir de esa manera, pero sin duda estaba equivocada. Con tan solo oír pronunciar su nombre era suficiente para provocar en ella un caos interno inexplicable.En esos momentos la tarde había llegado para comenzar a abandonar el manto celeste. Ella se encontraba practicando el control de las armas de fuego y sabía que debía poner toda su concentración en los blancos que tenía enfrente, pero su mente permanecía en el momento de esa misma mañana, cuando el famoso Sorin se apareció ante todos.Aún tenía la sensación de aquella penetrante mirada de ese hombre, que le aceleró el corazón y erizó su piel de tal manera, que la joven tuvo que abrazarse a sí misma para calmar su ansiedad en ese instante.A pesar de lo inquieta que pudiese estar, por algún motivo no pudo evitar sumergirse en esos dos caudales profundos y en las facciones endurecidas que acompañaba
—Ileana, ¡¿te quieres concentrar de una m*****a vez?! —gritó Gabrielle con frustración mientras se rascaba la cabeza con ansiedad; ella también se encontraba muy tensa después de la incómoda reunión de la mañana—. Yo sé que estamos mal después de lo que Sorin dijo, pero debemos esperar a que salgan para enterarnos de todo.Tras escuchar esas palabras, que más parecían un regaño, la joven bajó el arma con las manos algo temblorosas y suspiró.—En verdad lo desprecio mucho... Oye, Gabrielle ¿Acaso…él es tan acertivo con lo que predice? —preguntó Ileana, curiosa.—Bastante —le contestó—. Él es demasiado perceptivo y no bromea bajo ninguna circunstancia —Gabrielle bajó la mirada con decepción— Confiábamos en él, hasta que usó la mentira como excusa para quién sabe qué.Era obvio que aquello que recordaba Ileana había pasado hace horas y que luego de eso Sorin se había reunido por horas a puerta cerrada con todas las Virtudes, a excepción de Gabrielle y de ella, la duda carcomía cada palmo
El manto celeste comenzaba a languidecer su iluminación casi por completo, pero eso no era impedimento para que, las siete vampiresas divisaran a la perfección todos aquellos individuos que una semana atrás habían ido a “cazar” y que estaban a oídos atentos, prestando toda atención a las palabras de su nueva líder.Velkan permanecía atrás de todo el grupo de nuevos reclutas vampirescos y uno que otro lo volteaba a ver con mirada iracunda. Una vampiresa le mostró los dientes. El joven lobo se vio obligado a alejarse un poco más de ese ramillete de seres que parecían odiarlo por ninguna razón elocuente.Todo había salido a la perfección, como Antonella les había dicho y el discurso que les había dado en cuanto subió a esa colina, no los había podido dejar más convencidos de las ideas centrales para vivir en un mundo ideal. Las ideas cada vez los convencían más a todos.Dentro de la legión de nuevos vampiros, los había de todas las edades biológicas: jóvenes, viejos y de mediana edad, ta
En un santiamén se habían adentrado a la ciudad de Brasov. Nadie por los alrededores sentía la sombría presencia de dos lobos escabulléndose entre la penumbra de los resquicios de edificios y casas; cada área oscura se prestaba para brindar refugio y escondite. Esa era la ventaja de convertirse en lobo, según Antonella.«Sígueme, Velkan. Por acá es donde sentí las presencias de las que te hablé», dijo una alebrestada pelirroja con forma de loba, que corría a más no poder. «Pero si te voy siguiendo, mi amor», respondió Velkan un tanto ofuscado.De manera automática, algo se movía dentro de Antonella cuando él pronunciaba aquella palabra que tanto despreciaba. Era como si un gran escalofrío se apoderara de su cuerpo y eso era algo que no podía tolerar en su anatomía.«N-no te alejes mucho, ¿sí? Tengo que verificar esto antes de encontrarme con los demás», Antonella lo volteó a ver hacia atrás y luego se concentró para seguir con su trayecto.«Solo espero que sepas lo que haces», contes
Las Virtudes Divinas, seguidas por Sorin, Megara y Nadia, habían corrido hacia la entrada principal de la mansión de Raguel. Un sentimiento apesadumbrado muy fuerte, que consistía en escalofríos y síntomas de paranoia y ansiedad, los invadió; todos conocían a la perfección ese sentir gracias a la experiencia ya adquirida con seres paranormales. Sabían de qué se trataba. La última en salir había sido Ileana, quien se había sentido sacudida por el miedo a una escala muy grande. En cuanto salió, sus ojos se tornaron en blanco y se encendieron como si dos focos de luz se hubieran prendido en la oscuridad. Una visión se presentó ante ella: ahí estaba la pelirroja, tomando gente inocente y mordiéndola en el cuello, junto con otras siete sombras humanoides que no lograba identificar; las personas gritaban con aflicción. Luego de aquellas acciones, tomaba a otro grupo de gente por la fuerza y entre todos los vampiros que había creado con sus mordidas y los volvían una especie de cuerpos sin
La luna seguía alta e imponente en el firmamento. Aquel par de ejecutivos se había quedado hasta tarde a cerrar las instalaciones de aquel edificio llamado “Vinos Russo”.La joven pelirroja de cabellos cortos había sentido un mal presentimiento pero su hermano hizo caso omiso a sus palabras… Vaya que eso les costó mucho, porque en cuanto salieron hacia el parqueo, la vibra terrorífica había pasado a ser más que una corazonada.Ahí frente a ellos, en cuanto se disponían a entrar a su vehículo, unos ojos relucientes aparecieron ante ellos. Aquel lobo de tamaño colosal les impidió el paso de inmediato, pero este no era el único ¡Eran dos lobos los que bloquearon cualquier salida que pudieran tener!—¡Bianca, sube al auto! —gritó el joven pelirrojo, pero ella había quedado como hipnotizada por la mirada de la loba.—Leo… Tengo miedo —musitó Bianca con la voz entrecortada, pero en cuanto él salió a quere ayudarla, era demasiado tarde, su hermana ya estaba caminando hacia donde aquel par de