Emiliano estaba encerrado en su habitación trabajando en sus inversiones, revisando proyectos que había cerrado antes de venir a la hacienda. Después de una resaca de los mil demonios, ya su mente estaba concentrado en terminar pendientes y adelantar. Tan así que el resto del domingo se le había ido como decía su padre, «Como agua» y se percató al abrir la cortina que ya era de noche. — ¿Joven Emiliano?—era Alicia tocando la puerta, él giró su rostro y recordó haber puesto el seguro. — ¿Puede abrir la puerta? Traigo la cena. —él se levantó de mala gana, caminó hacia la puerta y la abrió, vio a aquella mujer con la charola cargada de comida. Sus ojos se encontraron. —La cena. —Alicia no pudo sonrojarse ante tal mirada intensa de Emiliano. —No tengo hambre. Gracias. —retrocedió para cerrar la puerta en la cara de Alicia, pero ella lo evitó metiendo medio cuerpo y empujándolo sutilmente para que la abriera. —Lo siento mucho, joven, pero doña María dejó estrictamente indicaciones de
Finalmente, había llegado el día de la lectura del testamento del padre de Emiliano, él ya estaba inquieto y moría por regresar a su vida. Sentía que no encajaba para nada en la hacienda y menos con su familia. Eran las ocho de la mañana, Emiliano estaba sentado en una de las sillas de la gran mesa de juntas en la que vio a su padre con otros hombres discutiendo cuando era pequeño. Era la primera vez que estaba en ese lugar. La esencia de su padre se podía ver por cada rincón del salón. —Falta Sebastian pero ya viene. —anunció doña María molesta, Emiliano solo negó lentamente a la falta de responsabilidad de su hermano mayor. Tenía unos minutos que había llegado Leonardo, algo desaliñado y apestoso a bar, Emiliano solo calló, pero mantuvo la distancia por su olor. —Empezaremos en diez minutos, falta el señor Sebastian y otra persona más. —anunció el abogado, entonces la duda de Emiliano fue: “¿Qué otra persona aparte de mi hermano?”, entonces la puerta se abrió y apareció una mujer v
Emiliano había salido del salón de juntas en total silencio, sus dos hermanos intentaron hablar con él para convencerlo de que decidiera tomar el control de todo lo que su padre le dejó para ellos seguir teniendo dinero, pero su madre les advirtió que no lo molestaran o se la verían con ella. Emiliano dio indicaciones a Ryan y al equipo de seguridad de mantenerse en la hacienda, que esta vez quería estar solo y dudó en llevarlos a todos detrás de él, lo quería era pensar detenidamente todo lo que había caído en sus hombros. Emiliano no quería la hacienda, no quería los negocios, ya tenía los suficientes a los que podía prestar atención sin abrumarse, ¿Casarse? ¿Con Alicia? Eso sí que no lo esperaba, bueno, nada esperaba de lo que se dijo en el testamento, se imaginó que tal vez podría ayudar en algún negocio pero a la distancia, pero no tener todo para él, si sus dos hermanos siempre lo hacían sentir como un enemigo que les quitaría todo, ahora eso que le han dado como última volunta
Hacienda «El patrón» Quedaban horas para tomar una decisión. Había Emiliano repasado detenidamente en una solución, Ryan estaba en su lugar habitual frente a su laptop revisando la bolsa de valores y el desempeño de las inversiones que su jefe tenía en su poder. —Señor, —comenzó a decir Ryan dirigiéndose hacia Emiliano que estaba concentrado en su otro escritorio escribiendo a gran velocidad. —Dime—Emiliano no retiró la mirada de la pantalla, había notado que la empresa en la que había invertido querían vender, pero si no obtenían el voto de él, eso sería imposible, así que estaba elaborando un plan para poder aumentar el valor y convencerlos de que no sería necesario hacerlo. —Creo que tengo una solución viable a lo del testamento. —los dedos de Emiliano se detuvieron por encima del teclado, luego levantó la mirada hacia Ryan que estaba del otro lado de la gran habitación. —Habla—ordenó Emiliano. —En el testamento no hay una cláusula donde informe cuanto es la duración que debe
Hacienda “El patrón” Emiliano recargó su mano en la pared de aquel pilar de ladrillo mientras miró fijamente en un punto aquellos rosales que su padre mantenía para su madre, era el recordatorio de su amor cada vez que se pasaba por ahí. Uno de tantos suspiros de Emiliano se escuchó, su mente era una máquina que se movió inquietos con cada engranaje. “¿Cómo me voy a casar con una extraña solo para evitar que mi familia venda todo lo que años levantó mi padre?” Pero estaba ese pequeño bache oculto, no había ninguna cláusula donde dijera cuál debería ser la duración de aquel matrimonio. —Patrón—escuchó la voz de Alicia a su espalda, él se aclaró de inmediato la garganta y se volvió hacia ella. — ¿Qué? —respondió Emiliano tenso, esta pasó saliva con dificultad, Alicia pensó que la última persona que quería él ver, era a ella. — ¿Ya ha tomado una decisión? —Emiliano presionó sus labios con dureza. —Pregunto por qué mi camión pa´ la ciudad de México sale en unas horas. —él alzó una ceja
Emiliano miró al resto del salón en espera a que se dijera algo, pero hasta sus hermanos estaban callados. El abogado bajó la mirada a la documentación y negó hacia Emiliano.—Imposible acceder a eso, Emiliano. —él arrugó su ceño.— ¿No puedo trabajar la hacienda desde Manhattan? —preguntó incrédulo.—El punto aquí es que tienes que cuando tomes el control de todo, lo trabajas desde aquí.— ¿En qué parte del testamento dice eso? —preguntó.—Es por lógica, hijo. —Dijo doña María, —Si tienes todo aquí, te quedas aquí.—Yo no quiero vivir aquí, mamá. Pondré a Sebastian a trabajar una parte y…—Emiliano levantó las manos e interrumpiendo.— ¡Hey, hey! ¿Por qué la agarras conmigo? Está bien que no llevemos bien en el pasado, pero… ¿Ponerme a trabajar? Esa es otra historia, carnalito. Yo soy un Rodríguez y no pienso trabajar absolutamente nada.—Menos yo, yo tengo ya un bar-restaurante que atender—dijo Leonardo.—Es un teibol dance, Leo—dijo mi madre, molesta.—Pero tengo planes para remodel
Hacienda «El patrón» Los días siguientes fueron más estresantes para Emiliano, su madre constantemente lo interrumpía mientras trabajaba en su habitación junto con Ryan, este ya se había acostumbrado a la buena comida de doña María, cuando su jefe le anunció que se quedarían un tiempo y que le daría un par de días para que visitara a su familia en Manhattan, Ryan se negó, solo tenía a su padre, pero este estaba con su actual esposa de vacaciones, así que no tenía a nadie a quien visitar y no se perdería de la buena comida de la madre de su jefe. —Emiliano—este bajó la cabeza y cerró sus ojos, tenía que poner un alto a su madre o terminaría por hacerlo correr de la hacienda. Se repuso y se levantó de la silla para llegar a su madre que estaba de pie en el marco de la entrada de la habitación. —Dime, ¿Ahora qué es lo que pasa?—preguntó cansado. —Necesito mostrarte algo, —esquivó su alto cuerpo para mirar a Ryan en uno de los escritorios que puso dentro de la habitación. —Rayan, —é
Hacienda «El patrón» Alicia miró la nueva habitación que compartiría con Emiliano una vez que fuesen marido y mujer, el solo pensarlo, sintió un nudo en el centro de su estómago, no se veía casada a tan temprana edad y mucho menos, bajo la voluntad de su difunto patrón con el hijo de él. «¿Qué era lo que le preocupaba?» Se abrazó a sí misma y se sentó en la orilla de aquella cama con dosel antigua, estiró su mano para acariciar la madera y las figuras que la adornaban, entonces cuando prestó más atención se dio cuenta de que eran figuras de rosas y sus tallos largos. —Ya llegué—anunció doña María, se hizo a un lado e hizo señas para que alguien entrara, Alicia se puso de pie de un movimiento. —Pasen, pasen, no tenemos todo el día. —cinco jóvenes entraron y cargaban en sus manos cajas, otro bolsas de compras con el logo de una marca importante y extranjera, más cajas y cajas, doña María sonrió cuando ya todo lo dejaron frente a la cama en el suelo. —Gracias, aquí tienen. —les dio un