Rebecca Lowe.
Mis manos están frias y temblorosas, siento el corazón acelerado, las personas pasan a mi alrededor y no me miran, las puertas abiertas y las enormes letras del restaurante están frente a mí, pero no he dado un paso, debo entrar si quiero saber la verdad.
El día de ayer mi esposo creyó que estaba dormida y lo escuché hablar con alguien, una mujer posiblemente, muy cariñoso diciendo que se verían aquí, no sé si lo hizo a propósito para que yo supiera la verdad de su engaño.
Intenté pensar que solo era un sueño, que no era cierto, que Brendan no podía hacerme esto, pero conforme veía el tiempo acercarse la curiosidad me ganó y aquí estoy.
Una pareja entra al restaurante, me asuste porque creí que era Brendan, no lo es. Respiré de nuevo y ví el elegante restaurante, con el dinero que me da apenas si alcanza para tomar una sopa con los niños. Finalmente me armé de valor y crucé la puertas.
–¿Para cuántas personas? –me pregunta el mesero.
–Solo yo –respondí, ví a Brendan de inmediato, está cerca de una ventana, como si no le importará que alguien lo viera –. Puedo ir por allá –señalé un lugar cercano.
El mesero me guió hasta una pequeña mesa y me dejó el menú, no me iba a quedar, solo necesitaba verlo con mis propios ojos, lo ví con su traje azul, elegante y soberbio como era siempre, la chica era joven, llevaba un vestido verde que le daba un aire de frescura juventud, su cabello castaño suelto y largo, sin preocupaciones de maltratarlo, apenas si llevaba maquillaje, tenían comida en la mesa, sonreían, felices como cuando él y yo comenzamos a salir, ella tomó algo de la comida y la llevó a la boca de él y luego lo besó, sentí un enorme agujero en mi pecho, ahí frente a todos, sin importarle nada a ninguno de los dos, se besaban.
–¿Qué va a ordenar? –La voz del mesero me distrajo.
–Sabe, me acaban de decir que no van a llegar, disculpe la molestia.
No le dí tiempo de responder cuando me levanté y con el poco valor que me quedaba caminé hacía la mesa donde se encontraba Brendan y la chica, él me vio llegar y su gesto fue de confusión.
–Rebecca, ¿qué haces aquí?
–Necesitaba comprobar que me estabas engañando –mencioné, luego me dirigí a la chica –. Tú no te preocupes que la casa estará desocupada está misma noche para que te llegues a vivir ahí.
Me dí la vuelta para salir y escuché la voz de Brendan llamándome, pero lo ignoré.
–¡Rebecca! ¡Rebecca!
Me sujetó del brazo cuando me alcanzó afuera del restaurante, fue un movimiento brusco que me dolió, no era la primera vez que lo hacía, se ponía agresivo cuando no salian las cosas como él quería.
–¿Qué crees que estás haciendo, Rebecca?
–Estamos en público –señalé alrededor –. Ten cuidado con lo que haces aquí.
Me soltó y sus ojos oscuros irradiaban rabia.
–Te regresas a la casa y me esperas ahí –ordenó.
–Me regreso a la casa por mis cosas y mis hijos, tu y yo terminamos.
–Estas locas –se carcajeo de forma burlona –. Tú no puedes vivir sin mí, yo soy el hombre de la casa, él que te mantiene, no eres nada sin mí –comentó –. ¿O qué? Ya se te olvidó que te embarazaste cuando ibas a comenzar la universidad, no sirves para nada.
Esas palabras me enojaron aún más, ya estaba cansada de sus maltratos físicos y psicólogicos, ya no soportaba más todo esto, era suficiente para mí y para mis hijos tener que soportar su mal humor y rechazo cada vez que querían estar con él, no iba a tolerar más, la infidelidad solo fue la gota que derramó el vaso.
–Verás que puedo salir adelante sola con mis hijos –aseguré.
–¿A dónde iras? ¿A casa de tu mamá? –siguió riendo.
–A donde sea, pero no voy a seguir contigo.
Me di la vuelta para irme, por primera vez en mi vida, estaba segura de lo que estaba haciendo.
–¡Como quieras! Pero luego no me andes rogando que ya voy a tener a otra más bonita y joven, una que si me complazca.
No le hice caso, llegué a la casa y tomé a mis hijos y un par de maletas con sus cositas, les dije que nos íbamos un par de días con la abuela, el problema fue que cuando llegamos con mi mamá, ella también tenía noticias para mí.
–Hija, perdóname, pero no te voy a poder ayudar mucho tiempo –sollozó –. Estoy enferma fui al médico está tarde.
Aunque tuviera la infidelidad y el maltrato de Brendan encima, no me podía quedar a llorar, tenía que buscar un trabajo, sacar adelante a mis hijos y ayudar a mi mamá con el tratamiento médico tenía que salir adelante.
Cuatro años después...–¡Angelo! ¡Es tarde, cariño! –No me digas cariño –gruñó mi niño de ocho años cuando llegó a la mesa, aunque dijera que le molestaba que lo llamará de esa forma sabía que no era así, a él le fascinaba tanto como su masaje de espalda antes de dormir. Lo ví bajar con su uniforme azul para ir al colegio. –Espera –lo detuve. Le intente acomodar un cabello mal puesto y se quejó. –¡Mamá! –Bien, no te toco –levanté las manos, mi madre Beatrice Mancini dijo algo en italiano desde el sofá –. Sí mamá –hablé y luego me dirigí a Angelo –. ¿Dónde está tu hermana? –Ya viene. Le tenía ya su desayuno preparado cuando Alice venía bajando las escaleras, casi me da algo cuando vi lo que le había hecho al uniforme, la falda la tenía enrollada hasta los muslos, los botones de la blusa abiertos y las mangas arremangadas. –¿Qué es eso? –señalé. –El uniforme, mamá –respondió ella. –¿Y acaso hay una obra sobre el fin del mundo en tu colegio? ¿Qué se supone que eres? ¿La última
–Necesitas una mujer.–Lo que necesito es una nueva estrategia –reclamé.Me sentí irritado por la última entrevista, había sido un fracaso total, eso era una desventaja si quería ganar la campaña electoral para gobernador; el entrevistador conoce mis puntos debiles. Le encanta el escándalo, es su mejor herramienta para minizar a su objetivo y volverse más famoso, mi jefe de campaña me propuso ir a la entrevista, sin ninguna advertencia a lo que me estaba enfrentando.–¿A dónde vamos? –pregunté al darme cuenta que íbamos en otra dirección.–Te lo dije necesitas una mujer y te la voy a conseguir –respondió Benjamín.Él le había dado las indicaciones al chófer hacía donde dirigirse.–Quiero ir a casa y pensar en una nueva estrategia.–Ahora lo único que puedes hacer es disfrutar de una buena chica.Ben era un imbécil, eso todos lo sabían, ya nos habiamos desviado de la dirección a dónde íbamos, así que decidí seguirle la tontería de la meretriz y luego me iría. No había necesidad de ir a
Mamá ya estaba en la cocina cuando regrese después de dejar a los chicos. –Deberías estar descansando –le indiqué al entrar –. Deja eso ahí, los niños están en el colegio, aprovechemos a dormir un poco. –No estarías cansada si no tuvieras ese trabajo indecente. –Mamá ya hablamos de eso. Ella sabía la verdad, tenía que saberlo porque era quien se quedaba a cargo de los chicos mientras yo iba a trabajar por la noche, afortunadamente ya mis hijos eran lo suficientemente grandes como para pedir dormir con su madre y apenas si se levantaban por un vaso de agua. –Tienes que dejar ese trabajo, hija, es suficiente. –Lo voy a hacer, ya lo sabes, esto es solo temporal –respondí. –Eso dijiste hace más de tres años. –Gracias a ese trabajo tenemos una casa y comida en la mesa –le señalé –. Cuando alguien me contrate sin tener un título universitario, lo aceptaré con gusto. –Sé que no te pude dar estudios –dijo dolida –. Pero te criamos mejor que esto. La tomé de las manos y la miré a los
Jacob…–¡Eso fue magnífico! –gritó Benjamín cuando entré a las oficinas. Todo había salido conforme lo había planeado, no había esperado más tiempo, ni aprobación del jefe de campaña, yo era el jefe y tenía el derecho de tomar mis propias decisiones, esa misma mañana hice lo que la chica del cabello de colores me había propuesto, fue magnífico, salió en las noticias de la televisión y redes sociales opacando totalmente la entrevista que me habían hecho la noche anterior. Todos en la oficina me felicitaron por lo que había logrado, aunque no lo había hecho solo. –Supongo que iremos a celebrar esta noche –mencionó Ben. –Aún tengo que terminar el discurso de la próxima presentación. –Eso será en dos semanas, vamos hermano, ¿qué pasó con Jac de la universidad? –Gracias por recordarme eso –comenté –. Ahora debo buscar que no exista ninguna evidencia de ese hombre. –Ay por favor, eso te daría un poco más de interés hacía las chicas, después de todo sigues soltero. –Ya vete y quiero
Rebecca...–El violeta se te ve fantástico –mencionó Mily –. De hecho toda tu te ves mejor está noche, ¿estás esperando a alguien? –No –respondí –. Solo decidí probar un tono diferente. Mily no me creyó, tenía disimular un poco, ya era miércoles y me tocaba administrar el pago de las demás mientras atendían a los clientes, hoy la señora Fallow descansaba, ya era mayor y se tomaba dos días a la semana, los lunes lo administraba Mily y los miércoles yo, eran días tranquilos, la mayoría de los clientes estaban ocupados trabajando y con sus familias. –Si necesitas que te cubra avisame –dijo antes de ir hacía el escenario –. Creo que está noche solo perderé mi tiempo allá.–Deberías ir a la esquina, tal vez encuentras algo bueno. –Prefiero quedarme aquí. Así era Mily, no le gustaba arriesgarse, ella era bonita, morena de cabello castaño, era delgada, pero su juventud atraía a muchos hombres, se pagaba los estudios y tenía la esperanza de salir de aquí al concluirlos.Le había dicho a
Regresé a casa por la madrugada, guardé mi vestido violeta y las extensiones, realmente la proposición de Ronald Breen era muy buena, treinta mil era lo que aproximadamente sacaba en una semana, seguramente él había hecho las cuentas cuando le dije mi precio, aunque recuerdo haberle dicho seis y no cuatro mil, tal vez sabía que exageré con el precio.No entendía muy bien porque estaba buscando a una meretriz cuando podía encontrar a cualquier mujer con su dinero, posición y atractivo, ni siquiera tenía que pagar por una mujer, estoy segura que cualquier chica joven y bonita se iría con él gratis.Hubiera aceptado la oferta de inmediato, si solo fuera yo como algunas chicas en el club, pero tenía que proteger a mi familia. Fui a dejar a los niños a la escuela como cada mañana, está vez no puedo dormir porque mamá tiene cita con el médico, así que al regresar le pedí que se arreglará, después de casi rogarle para que salieramos porque estaba quejándose que era un gasto innecesario por
–Las pizzas estuvieron magníficas –mencionó Regina –. Espero que no te moleste, pero los del orfanato quedaron fascinados y les dí tu número por si quieren contratarte. –Te agradezco Regina –sonreí. –Tal vez puedas hacerme unas para el cumpleaños de Keith –propuso. –Por supuesto, me confirmas.–¡Gracias Rebecca! Yo estaba muerta del cansancio, ayer después de que llegó el Tray terminó demasiado rápido y me quedó demasiado tiempo libre así que decidí atender a otros clientes que pudieran pagar mi precio por supuesto, quería ir a descansar a casa y lo último que necesitaba es que me llamarán de un orfanato pidiendo que donará pizzas, lamentaba mucho la situación de esos niños, pero yo no era una rica cómo les hacía creer a todos y esa era la razón por las que había evitado a esas mamás todo esté tiempo, eran adineradas, pero tacañas, seguramente querían que les hiciera las pizzas gratis para los cumpleaños de sus hijos. Mientras tanto, en el club me había ido bastante bien, tenía u
Otro miércoles que me recordó que Jacob Hoffman no volvería al club, un hombre encantador y seductor que estaba fuera de mi alcance porque era un hombre importante con un alto status social y yo una meretriz de un club; sin embargo eso no había evitado que me gustará, hace tiempo abandone la idea de tener una pareja, pero eso no evitaba que me llamará la atención algún hombre. –Biley tiene problemas con su esposa –comentó Mily –. Dijo que tal vez se iban a separar. –No te ilusiones, Mily.–Tal vez es de los buenos.–Engañando a su esposa con una prostituta –escupí –. Ningún hombre es bueno, Mily –le advertí –. Te ilusionan pintándote un cuento de hadas, que vivirás como una reina y te hacen creer muchas idioteces y luego te dejan por una escoba con falda. –Creo que ya lo has vivido –murmuró. –Lo he vivido de la peor forma –le aseguré –. Por eso no debes dejarte engañar, estudia y aprovecha las oportunidades por ti misma, sé alguien independiente y no te dejes engañar por palabras