Rebecca…Empecé a preocuparme al ver la hora y que no dejaban salir a nadie del lugar, mis hijos se iban a preocupar porque Jacob y yo habíamos dicho que llegaríamos a las doce.El padre de Alessandra cayó en el suelo y se lo llevaron al hospital, ahora todos en el lugar estaban siendo interrogados, justo a lo lejos pude ver a Jacqueline que ni siquiera disimuló su desprecio al verme.–Supongo que no te fue bien con tu madre –le mencioné a Jacob a mi lado.Él miró hacia su madre y luego me miró a mí.–Todo está arreglado, no tienes que preocuparte por nada ahora.Lo dijo con tanta seguridad que le creí, pero esperaba que hubiera hecho algo que podría perjudicarlo.–Me preocupa que tuvieras que hacer algo que no quisieras.–Te quiero a ti –contestó besando mi mano –. Ya me encargue de todo y la boda sigue en pie si aún quieres casarte conmigo.Me hizo unos ojos tan lindos que no pude evitar sonreír, me acerque para darle un beso en los labios.–Por supuesto que sí.Me gusta estar con Ja
Por la mañana encontré a mi madre en la cocina, no hemos hablado bien desde que tuvimos la discusión la otra noche, aunque para mí parece que fue hace una eternidad, estuve ocupada con los planes de la señora Hoffman, el trabajo, Brendan y todo lo demás, pero aún así extraño hablar con ella. –Buenos días –la saludé. –Solo vengo por mi té, ya te dejo sola –me contestó recogiendo su vaso. –Mamá, al menos podemos hablar –le pedí. Ella se dio la vuelta, tenía ese gesto serio que siempre tiene cuando está peleando con alguien. –Sí, tenemos que hablar –comentó –. Tengo que decirte que he buscado algunos lugares donde me puedo ir a vivir. –¿Qué? –Es lo mejor, te agradezco todo lo que hiciste por mí y aunque tuve que vender mi casa por nuestra situación económica no compensa todos los gastos que tuvimos con mi tratamiento, así que he buscado unos lugares muy accesibles, con el dinero que me da el estado supongo que puedo ir y hay otras personas de mi edad con quien puedo compartir, no t
–Mami, Jacob ya llegó –gritó Angelo. –No nos apresures, Angelo –le gritó su hermana que estaba en el dormitorio conmigo. –Cielo, ya no podemos hacer nada más, Jacob ya está aquí y la reservación es a las ocho. –Está bien, está bien –suspiró –. ¡Espera! –¿Qué? –Solo te colocó algo de brillo. Volvió con un poco de brillo en lo que me acomodaba el vestido, es nuestro tercer aniversario de bodas y es el más abrumador aniversario, no por el festejo, sino porque debo decirle algo a Jacob, que no quiero hacerlo. –Ya está –contestó. –Tal vez necesito otro peinado –mencioné. –No mamá, ya debes irte. Era la primera noche que no quería salir con Jacob. El corazón me estaba latiendo con fuerza y las manos me temblaban, Alice se dio cuenta de mi indecisión y me tomó las manos con las suyas que estaban cálidas y suaves. –Todo va a salir bien, mamá, creéme. Tenía esa mirada tan suave y tierna, mi hija es una buena niña, recuerdo el día que nació, la había pasado muy mal en el embarazo, p
Rebecca Lowe. Mis manos están frias y temblorosas, siento el corazón acelerado, las personas pasan a mi alrededor y no me miran, las puertas abiertas y las enormes letras del restaurante están frente a mí, pero no he dado un paso, debo entrar si quiero saber la verdad.El día de ayer mi esposo creyó que estaba dormida y lo escuché hablar con alguien, una mujer posiblemente, muy cariñoso diciendo que se verían aquí, no sé si lo hizo a propósito para que yo supiera la verdad de su engaño. Intenté pensar que solo era un sueño, que no era cierto, que Brendan no podía hacerme esto, pero conforme veía el tiempo acercarse la curiosidad me ganó y aquí estoy. Una pareja entra al restaurante, me asuste porque creí que era Brendan, no lo es. Respiré de nuevo y ví el elegante restaurante, con el dinero que me da apenas si alcanza para tomar una sopa con los niños. Finalmente me armé de valor y crucé la puertas. –¿Para cuántas personas? –me pregunta el mesero. –Solo yo –respondí, ví a Brendan
Cuatro años después...–¡Angelo! ¡Es tarde, cariño! –No me digas cariño –gruñó mi niño de ocho años cuando llegó a la mesa, aunque dijera que le molestaba que lo llamará de esa forma sabía que no era así, a él le fascinaba tanto como su masaje de espalda antes de dormir. Lo ví bajar con su uniforme azul para ir al colegio. –Espera –lo detuve. Le intente acomodar un cabello mal puesto y se quejó. –¡Mamá! –Bien, no te toco –levanté las manos, mi madre Beatrice Mancini dijo algo en italiano desde el sofá –. Sí mamá –hablé y luego me dirigí a Angelo –. ¿Dónde está tu hermana? –Ya viene. Le tenía ya su desayuno preparado cuando Alice venía bajando las escaleras, casi me da algo cuando vi lo que le había hecho al uniforme, la falda la tenía enrollada hasta los muslos, los botones de la blusa abiertos y las mangas arremangadas. –¿Qué es eso? –señalé. –El uniforme, mamá –respondió ella. –¿Y acaso hay una obra sobre el fin del mundo en tu colegio? ¿Qué se supone que eres? ¿La última
–Necesitas una mujer.–Lo que necesito es una nueva estrategia –reclamé.Me sentí irritado por la última entrevista, había sido un fracaso total, eso era una desventaja si quería ganar la campaña electoral para gobernador; el entrevistador conoce mis puntos debiles. Le encanta el escándalo, es su mejor herramienta para minizar a su objetivo y volverse más famoso, mi jefe de campaña me propuso ir a la entrevista, sin ninguna advertencia a lo que me estaba enfrentando.–¿A dónde vamos? –pregunté al darme cuenta que íbamos en otra dirección.–Te lo dije necesitas una mujer y te la voy a conseguir –respondió Benjamín.Él le había dado las indicaciones al chófer hacía donde dirigirse.–Quiero ir a casa y pensar en una nueva estrategia.–Ahora lo único que puedes hacer es disfrutar de una buena chica.Ben era un imbécil, eso todos lo sabían, ya nos habiamos desviado de la dirección a dónde íbamos, así que decidí seguirle la tontería de la meretriz y luego me iría. No había necesidad de ir a
Mamá ya estaba en la cocina cuando regrese después de dejar a los chicos. –Deberías estar descansando –le indiqué al entrar –. Deja eso ahí, los niños están en el colegio, aprovechemos a dormir un poco. –No estarías cansada si no tuvieras ese trabajo indecente. –Mamá ya hablamos de eso. Ella sabía la verdad, tenía que saberlo porque era quien se quedaba a cargo de los chicos mientras yo iba a trabajar por la noche, afortunadamente ya mis hijos eran lo suficientemente grandes como para pedir dormir con su madre y apenas si se levantaban por un vaso de agua. –Tienes que dejar ese trabajo, hija, es suficiente. –Lo voy a hacer, ya lo sabes, esto es solo temporal –respondí. –Eso dijiste hace más de tres años. –Gracias a ese trabajo tenemos una casa y comida en la mesa –le señalé –. Cuando alguien me contrate sin tener un título universitario, lo aceptaré con gusto. –Sé que no te pude dar estudios –dijo dolida –. Pero te criamos mejor que esto. La tomé de las manos y la miré a los
Jacob…–¡Eso fue magnífico! –gritó Benjamín cuando entré a las oficinas. Todo había salido conforme lo había planeado, no había esperado más tiempo, ni aprobación del jefe de campaña, yo era el jefe y tenía el derecho de tomar mis propias decisiones, esa misma mañana hice lo que la chica del cabello de colores me había propuesto, fue magnífico, salió en las noticias de la televisión y redes sociales opacando totalmente la entrevista que me habían hecho la noche anterior. Todos en la oficina me felicitaron por lo que había logrado, aunque no lo había hecho solo. –Supongo que iremos a celebrar esta noche –mencionó Ben. –Aún tengo que terminar el discurso de la próxima presentación. –Eso será en dos semanas, vamos hermano, ¿qué pasó con Jac de la universidad? –Gracias por recordarme eso –comenté –. Ahora debo buscar que no exista ninguna evidencia de ese hombre. –Ay por favor, eso te daría un poco más de interés hacía las chicas, después de todo sigues soltero. –Ya vete y quiero