Cuatro años después...
–¡Angelo! ¡Es tarde, cariño!
–No me digas cariño –gruñó mi niño de ocho años cuando llegó a la mesa, aunque dijera que le molestaba que lo llamará de esa forma sabía que no era así, a él le fascinaba tanto como su masaje de espalda antes de dormir.
Lo ví bajar con su uniforme azul para ir al colegio.
–Espera –lo detuve.
Le intente acomodar un cabello mal puesto y se quejó.
–¡Mamá!
–Bien, no te toco –levanté las manos, mi madre Beatrice Mancini dijo algo en italiano desde el sofá –. Sí mamá –hablé y luego me dirigí a Angelo –. ¿Dónde está tu hermana?
–Ya viene.
Le tenía ya su desayuno preparado cuando Alice venía bajando las escaleras, casi me da algo cuando vi lo que le había hecho al uniforme, la falda la tenía enrollada hasta los muslos, los botones de la blusa abiertos y las mangas arremangadas.
–¿Qué es eso? –señalé.
–El uniforme, mamá –respondió ella.
–¿Y acaso hay una obra sobre el fin del mundo en tu colegio? ¿Qué se supone que eres? ¿La última sobreviviente a un ataque nuclear? –señalé –. Colócate bien el uniforme o no saldrás de aquí.
–Todas las chicas lo usan así.
–O vaya, he pagado una fortuna en esa tela para que solo uses el veinte por ciento del uniforme.
–Mamá.
–Si no te cambias, te quedarás en tu dormitorio sin teléfono dos semanas –le advertí.
–Pero mamá.
–Tres semanas.
Ya no reclamó, salió corriendo de regreso a su dormitorio y un minuto después venía bajando con su uniforme normal, subimos al auto y salimos al colegio que me cuesta una fortuna, Angelo iba en el asiento de atrás y Alice en el asiento del copiloto.
–Debes estudiar, Ali –le recomendé –. Eso es lo único que te dará la oportunidad de ser alguien en la vida.
–No empieces otra vez –rodó los ojos.
–Mamá –habló Angelo –. ¿Crees que si saco las mejores notas papá vendrá para Navidad?
–¿Has hablado con él? –pregunté casi horrorizada por su petición.
–Le envíe unos mensajes, pero no ha respondido.
–Seguro ya lo hace después.
–Papá nos abandonó –bufó Alice.
–¡No es cierto! ¡Tuvo que ir a trabajar lejos! –gritó Angelo.
–¡Nos abandonó! ¡No volverá nunca!
–¡Mientes! ¡Mientes!
–¡Suficiente! –interrumpí su discusión –. ¡En el auto no se discute! –les advertí –. Angelo regresa a tu lugar y Alice deja en paz a tu hermano aún no he decidido si cumpló tu castigo.
–Pero me cambié.
Le hice una mirada amenazante y se acomodo en el asiento, llegamos al colegio y me despedí de ambos, Angelo como siempre disimulo el abrazo que tanto anhelaba, mi pequeño niño era consentido, Alice desapareció con un grupo de niñas que llevaban el uniforme mal puesto, ella cree que no lo sé, pero ahora seguramente ira al baño de niñas a colocarlo como venía al principio y eso me hizo hablar con la profesora para que vigilará a las niñas, otra de las mamás llegó también a pedir que exigieran la etiqueta de la vestimenta.
–Ya les hemos llamado la atención varias veces por está situación –mencionó la profesora –. Lamento las inconveniencias, seremos más estrictos.
–Muchas gracias.
La profesora se alejó, estaba por irme cuando la madre me habló.
–Eres Rebecca, verdad.
–Si, gracias por el apoyo –sonreí.
–Deberíamos de hacer una reunión de padres para pedir que le pongan orden a esas niñas –propuso –. Yo tengo fotografías de las chicas.
–Es ilegal tener fotografías de menores –le aseguré.
–Si no las publico o comparto, no –murmuró –. También podríamos hacer una recolección de firmas, ¿qué dices?
–Sería una buena idea.
–¡Verdad! –sonrió –. Sabía que tú me entenderías, hasta podemos amenazarlos con la influencia de nuestros esposos, el tuyo es importante, Brendan Lowe, ¿cierto?
–Si –fingí una sonrisa.
–Puedes comentarle, sería estupendo.
–Si, bueno, me tengo que ir, adiós –me despedí de prisa.
Brendan Lowe era un empresario de negocios internacionales y un imbécil, supe por unas vecinas que llevó a la chica a vivir a nuestra casa y tiempo después se mudaron; no volví a saber de él, nunca me buscó por los niños y yo tampoco lo volví a buscar para nada, no necesitaba nada él.
Había conservado su apellido porque mis hijos lo tenían y eso me hacía parte de ellos, además que me daba mejores oportunidades.
Les había hecho creer a todos que él estaba fuera del país trabajando negocios de la empresa y me enviaba el dinero para que mis hijos estudiaran, pero era una total mentira, yo me las había arreglado sola todos estos años.
Cuando Brendan me dejó estaba destruida, no me podía dar el lujo de lamentarme, una joven de veintisiete con dos hijos y una madre enferma, tenía que hacer algo para sobrevivir, intenté buscar trabajo, comencé a vender las cosas que teniamos, mis hijos eran pequeños y no sabían lo que sucedía, nadie contrataba a una madre soltera sin estudios, deje el primer año de universidad cuando me fui a vivir con Brendan porque estaba embarazada de Alice, así que no terminé la carrera, todos los lugares me rechazaron incluso hasta el que pedía menos requisitos, servicios de limpieza, mesera, lo que sea, pero nadie me aceptó, la única que me ofreció una oportunidad fue la señora Fallow propietaria de una casa de citas.
Ella me dijo que tenía un rostro precioso y que con bajar un poco de peso los hombres pagarían mucho por estar conmigo, estaba desesperada y sabía que no iba a encontrar otro lugar, no tenía tiempo, mi madre tenía que comenzar un tratamiento y apenas teniamos para comer.
Los primeros meses me sentí sucia y horrible, trabajar de meretriz no era uno de mis sueños, pero fue lo único que pude hacer, por suerte no solo era bonita, también inteligente, administre el dinero, hice ejercicio en casa, dieta, compre tratamientos de belleza, me puse más bonita, lo que hacía que cobrará más por una noche, con el tiempo me hice de clientes, hombres importantes, el mejor postor, la señora Fallow vio lo astuta que era con el dinero y dirigiendo, me dejó a cargo de algunas tareas de la casa de citas y yo tenía más descansos y ella me solventaba esa noche, compre una casa, un auto y tenía a mis niños en el instituto más prestigioso. Además, por el horario, tenía tiempo de cuidarlos, mentí diciendo que mi maravilloso esposo nos enviaba dinero y que no tenía que trabajar.
Por la mañana después de hacerles el desayuno y llevarlos a estudiar, regresaba a la casa a dormir, luego el aseo, las compras y las actividades diarias, los cuidaba hasta que dormían y por la noche mamá los cuidaba mientras yo me colocaba mis extensiones de colores en el cabello, maquillaje excesivo y mi vestido negro para ir a trabajar, me las había arreglado para que nadie me reconociera, lo estaba haciendo por mi familia, daría mi vida por ellos y si tuviera la posibilidad de salir de aquí y me ofreciera la misma seguridad a mis hijos, la tomaría, porque estaba segura que no iba a estar en la casa de citas por siempre, debía encontrar mis oportunidades sola.
–Necesitas una mujer.–Lo que necesito es una nueva estrategia –reclamé.Me sentí irritado por la última entrevista, había sido un fracaso total, eso era una desventaja si quería ganar la campaña electoral para gobernador; el entrevistador conoce mis puntos debiles. Le encanta el escándalo, es su mejor herramienta para minizar a su objetivo y volverse más famoso, mi jefe de campaña me propuso ir a la entrevista, sin ninguna advertencia a lo que me estaba enfrentando.–¿A dónde vamos? –pregunté al darme cuenta que íbamos en otra dirección.–Te lo dije necesitas una mujer y te la voy a conseguir –respondió Benjamín.Él le había dado las indicaciones al chófer hacía donde dirigirse.–Quiero ir a casa y pensar en una nueva estrategia.–Ahora lo único que puedes hacer es disfrutar de una buena chica.Ben era un imbécil, eso todos lo sabían, ya nos habiamos desviado de la dirección a dónde íbamos, así que decidí seguirle la tontería de la meretriz y luego me iría. No había necesidad de ir a
Mamá ya estaba en la cocina cuando regrese después de dejar a los chicos. –Deberías estar descansando –le indiqué al entrar –. Deja eso ahí, los niños están en el colegio, aprovechemos a dormir un poco. –No estarías cansada si no tuvieras ese trabajo indecente. –Mamá ya hablamos de eso. Ella sabía la verdad, tenía que saberlo porque era quien se quedaba a cargo de los chicos mientras yo iba a trabajar por la noche, afortunadamente ya mis hijos eran lo suficientemente grandes como para pedir dormir con su madre y apenas si se levantaban por un vaso de agua. –Tienes que dejar ese trabajo, hija, es suficiente. –Lo voy a hacer, ya lo sabes, esto es solo temporal –respondí. –Eso dijiste hace más de tres años. –Gracias a ese trabajo tenemos una casa y comida en la mesa –le señalé –. Cuando alguien me contrate sin tener un título universitario, lo aceptaré con gusto. –Sé que no te pude dar estudios –dijo dolida –. Pero te criamos mejor que esto. La tomé de las manos y la miré a los
Jacob…–¡Eso fue magnífico! –gritó Benjamín cuando entré a las oficinas. Todo había salido conforme lo había planeado, no había esperado más tiempo, ni aprobación del jefe de campaña, yo era el jefe y tenía el derecho de tomar mis propias decisiones, esa misma mañana hice lo que la chica del cabello de colores me había propuesto, fue magnífico, salió en las noticias de la televisión y redes sociales opacando totalmente la entrevista que me habían hecho la noche anterior. Todos en la oficina me felicitaron por lo que había logrado, aunque no lo había hecho solo. –Supongo que iremos a celebrar esta noche –mencionó Ben. –Aún tengo que terminar el discurso de la próxima presentación. –Eso será en dos semanas, vamos hermano, ¿qué pasó con Jac de la universidad? –Gracias por recordarme eso –comenté –. Ahora debo buscar que no exista ninguna evidencia de ese hombre. –Ay por favor, eso te daría un poco más de interés hacía las chicas, después de todo sigues soltero. –Ya vete y quiero
Rebecca...–El violeta se te ve fantástico –mencionó Mily –. De hecho toda tu te ves mejor está noche, ¿estás esperando a alguien? –No –respondí –. Solo decidí probar un tono diferente. Mily no me creyó, tenía disimular un poco, ya era miércoles y me tocaba administrar el pago de las demás mientras atendían a los clientes, hoy la señora Fallow descansaba, ya era mayor y se tomaba dos días a la semana, los lunes lo administraba Mily y los miércoles yo, eran días tranquilos, la mayoría de los clientes estaban ocupados trabajando y con sus familias. –Si necesitas que te cubra avisame –dijo antes de ir hacía el escenario –. Creo que está noche solo perderé mi tiempo allá.–Deberías ir a la esquina, tal vez encuentras algo bueno. –Prefiero quedarme aquí. Así era Mily, no le gustaba arriesgarse, ella era bonita, morena de cabello castaño, era delgada, pero su juventud atraía a muchos hombres, se pagaba los estudios y tenía la esperanza de salir de aquí al concluirlos.Le había dicho a
Regresé a casa por la madrugada, guardé mi vestido violeta y las extensiones, realmente la proposición de Ronald Breen era muy buena, treinta mil era lo que aproximadamente sacaba en una semana, seguramente él había hecho las cuentas cuando le dije mi precio, aunque recuerdo haberle dicho seis y no cuatro mil, tal vez sabía que exageré con el precio.No entendía muy bien porque estaba buscando a una meretriz cuando podía encontrar a cualquier mujer con su dinero, posición y atractivo, ni siquiera tenía que pagar por una mujer, estoy segura que cualquier chica joven y bonita se iría con él gratis.Hubiera aceptado la oferta de inmediato, si solo fuera yo como algunas chicas en el club, pero tenía que proteger a mi familia. Fui a dejar a los niños a la escuela como cada mañana, está vez no puedo dormir porque mamá tiene cita con el médico, así que al regresar le pedí que se arreglará, después de casi rogarle para que salieramos porque estaba quejándose que era un gasto innecesario por
–Las pizzas estuvieron magníficas –mencionó Regina –. Espero que no te moleste, pero los del orfanato quedaron fascinados y les dí tu número por si quieren contratarte. –Te agradezco Regina –sonreí. –Tal vez puedas hacerme unas para el cumpleaños de Keith –propuso. –Por supuesto, me confirmas.–¡Gracias Rebecca! Yo estaba muerta del cansancio, ayer después de que llegó el Tray terminó demasiado rápido y me quedó demasiado tiempo libre así que decidí atender a otros clientes que pudieran pagar mi precio por supuesto, quería ir a descansar a casa y lo último que necesitaba es que me llamarán de un orfanato pidiendo que donará pizzas, lamentaba mucho la situación de esos niños, pero yo no era una rica cómo les hacía creer a todos y esa era la razón por las que había evitado a esas mamás todo esté tiempo, eran adineradas, pero tacañas, seguramente querían que les hiciera las pizzas gratis para los cumpleaños de sus hijos. Mientras tanto, en el club me había ido bastante bien, tenía u
Otro miércoles que me recordó que Jacob Hoffman no volvería al club, un hombre encantador y seductor que estaba fuera de mi alcance porque era un hombre importante con un alto status social y yo una meretriz de un club; sin embargo eso no había evitado que me gustará, hace tiempo abandone la idea de tener una pareja, pero eso no evitaba que me llamará la atención algún hombre. –Biley tiene problemas con su esposa –comentó Mily –. Dijo que tal vez se iban a separar. –No te ilusiones, Mily.–Tal vez es de los buenos.–Engañando a su esposa con una prostituta –escupí –. Ningún hombre es bueno, Mily –le advertí –. Te ilusionan pintándote un cuento de hadas, que vivirás como una reina y te hacen creer muchas idioteces y luego te dejan por una escoba con falda. –Creo que ya lo has vivido –murmuró. –Lo he vivido de la peor forma –le aseguré –. Por eso no debes dejarte engañar, estudia y aprovecha las oportunidades por ti misma, sé alguien independiente y no te dejes engañar por palabras
Había pasado los últimos días molesta con todos, hasta mis hijos se preguntaban ¿qué me estaba pasando? Me sentí furiosa con Jacob, lo cual era ridículo porque apenas si habíamos hablado un par de veces y no lo volvería a ver, terminaba enojada conmigo misma por ser tan tonta. Por la noche llegué al club, el señor Montaner me llevó un bello collar de oro. –¿Te gusta? –Me encanta, muchas gracias mi amor –lo besé. –Sabes que me encantas y me puedes pedir todo lo que tu quieras. –Gracias, eres un hombre maravilloso. Clientes como el señor Montaner era agradable atenderlos, caballeroso y amable, nunca me había pedido irme con él y eso me agradaba, entendía que yo tenía que estar aquí, era alguien muy tradicional, venía por unos tragos y luego el sexo, nada de fetiches raros o peticiones extrañas, se subía sobre mí y en cinco minutos ya estaba satisfecho, seguía sin entender porqué venía al club, pero mientras me pagará era suficiente. Cuando se fue, tarde en deshacerme de la caja