Sin duda era un vestido precioso, plateado, de un fino tejido que se ajustaba al cuerpo sensualmente, con un gran escote y un seductor corté lateral. Hacía que mis senos parecieran más y más grandes y mi cintura más estrecha, como si la medida fue tomada con mi cuerpo presente. Se pegaba tanto a mi piel,que era fácil adivinar, que no llevaba nada. Cuando digo nada, absolutamente nada. Era sensacional, provocativo y muy sexy. En cualquier ocasión me habría gustado llevarlo puesto. Pero no en las circunstancias en las que estaba. Sabía demasiado bien, por qué el degenerado de Esteban Ferreira había insistido tanto en que me lo pusiera. Quería que sus también desgraciados amigos, tuvieran un juguete con el que entretenerse. En aquellas circunstancias, cualquier mujer con un mínimo de sentido común saldría corriendo. Pero era difícil escapar de un yate, en medio del mar. Me habían contratado en Londres como camarera, para un evento en un viaje, lo cual duraría solo tres días. Pero fui
_ ¡No estás cumpliendo con tus deberes Sheila! _ me dijo irritado. _ ¿Qué? - respondí, claramente molesta _. ¡Hago el doble de trabajo porque Nicol nunca está en su puesto! _¡Está ocupada con …otras tareas! _ dijo él_. ¡Es una chica muy solicitada! Pero le estás dejando toda la responsabilidad a ella. _ ¡Yo soy camarera, señor Esteban! Él se rio repulsivamente. _ ¡Por supuesto, Sheila! Pero una camarera especial. ¡No es suficiente con que sirvas cenas y unas copas de vino! ¡Tienes que hacer felices a mis invitados! _ ¡Les hago felices! ¡Les sonrió y les cuento chistes, y no protesto cuando se propasan un poco! - Su impaciencia se hizo patente. _ ¡Sé que lo estás intentando, pero no es suficiente! ¡Te dejé un bonito vestido en el camarote y quiero que te lo pongas! En el mismo instante que vi el vestido supe que mi situación había empeorado notablemente. Jamás debería de habérmelo puesto. Erróneamente, asumí que, si había sido capaz de evitar problemas hasta entonces, no me ser
Pero Pronto me di cuenta de que estaba en graves problemas. No podía entrar así. Vi una puerta abierta, de la que salía un ancho haz de luz. Se intuían sombras y risas. Era un escenario tentador, el tipo de lugar en el que tiempo de atrás me habría sentido como en casa. Había jugadores, gente que vivía siempre al límite, no podría ser de otra manera. No obstante, en aquel momento no me podía ni plantearme entrar allí. Estaba desesperada, mojada y mal vestida y sin zapatos y tampoco con un meñique en el bolsillo. De repente alguien salió del Casino. Era un hombre, y al parecer necesitaba un poco de aire fresco, pues se detuvo y miró al horizonte. Iba impecablemente vestido con un esmoquin convencional, pero no fue la ropa, sino el hombre que me llamó la atención. Era alto, de hombros anchos y piernas eternas, con un cabello espeso a punto de rizarse Un perfil muy varonil, un. Era patente que se trataba de uno de esos animales saludables que saben disfrutar de la vida. ¿Probableme
Me dio la sensación de que él podría ser parte de la tripulación del Gruñido de dragón. _ ¡Sé que pertenece a un tal Fernando campeste Droberts Y qué Esteban Ferreira, el propietario del The Ferreira, ha estado tratando de contactar con él! Sí, Esteban Ferreira es un impresentable, asumo que este Fernando Campestre Droberts también lo será. _ ¡Supongo que eso tiene bastante sentido! _ admitió él. ¡_ Eso también lo creo! _ ¡Incluso le ha mandado un par de gemelos de oro y diamantes! ¡El los rechazo, y este se enfadó, fui la que soporto todo la consecuencias! _ ¡Eso sí que es de mal gusto! ¿Quién necesita joyas teniendo Esto? ¡_ Eso, solo lo dice, que gano en el casino esta noche, no todo pueden decir eso! Me mostró los gemelos que llevaba y, de inmediato, supe que eran baratijas. Mi familia era una experta en joyas. Hay cosas que se aprenden desde niña. Claro que, en aquella ocasión, no hacía falta ser un experto. Varía con mirar las perlas que se despellejaban impúdicamente.
Por supuesto, yo sabía que me acompañan, se lo había inventado todo. Habría utilizado la información que yo misma le había proporcionado para solucionar de un modo brillante un asunto difícil. _ Es usted Fernando Campeste Drobesrt? _ dijo Esteban con la voz estrangulada. _ Si, el mismo al que usted envió unos gemelos de oro y brillantes. Esteban se volvió hacia los gendarmes tan fuertes y violentos que les _ dijo que podía marcharse, que todo había sido un malentendido. Los policías no parecieron muy convencido al principio, pero finalmente se fueron. _Así está mejor _ dijo Esteban, tratando de Mostrar que tenía controlada la situación_. Señor Fernando, usted y yo deberíamos tener una conversación... _Tan pronto como le devuelva a esta señorita sus propiedades_ dijo mi protector con firmeza. ¿_ sus qué? _ Su ropa, su pasaporte y el sueldo de lo que corresponda envíelo todo al Gruñido de dragón. Vamos hacia allá. Y no me haga esperar. El rostro de Esteban se entumeció y cambio
La luna llena brillaba intensamente Y olía a rosas. Los árboles se agitaban levemente con la suave Brisa del Mediterráneo. Una música romántica sonaba en la distancia. Allí estaba yo, a la puerta del casino de Monte Carlo, con unas aceptables ganancias en el bolsillo. Qué otra cosa Se podría esperar? Soy Fernando Campeste Droberts El rey de Midas, todo lo que tocó se convierte en oro. Si hubiera tratado de un negocio real, había sacado diez millones. Por suerte, aquella noche Solo estaba jugando de unos poco billete sin importancia. La culpa de todo la tiene mi abuelo, Jack. Él fue quien me regaló los gemelos para que me diera suelte. Y me la había dado. No quiero decir que gane siempre, pero ganó casi siempre. De hecho, me he convertido en un hombre rico. No solo lo culpo del regalo, sino de otras cosas. Mi abuelo eras uno de esos hombres felices que se conforma con tener una pequeña tienda para mantener a una familia a la que adora y con la que disfruta el día a día. Así que c
Después de haber entregado parte de mi fortuna, Betty podría haberse independizado y casarse. Sin embargo, había permanecido a mi lado por no abandonarme. Yo, temeroso de herirla, jamás le había confesado mi deseo de perderla de vista, aunque fuera un poco. Así dejaría de entrometerse, en mi vida. En muchas ocasiones hasta la mando de viaje, pero termina regresando más rápido de lo previsto. Es como un chicle pegado a mi costado, y un muy pegajoso sin mordé de ablandamiento. Así que a mis 35 años, sigo oficialmente viviendo con mi hermana. Por supuesto, yo tengo mi piso de Soltero en la ciudad. Pero mi hermana finge que mi ausencia son solo accidentales. Cuando sabe que la ocupo, manda hasta el último Mirón para ver que hago. Me tiene muy bajo su mirada. Y eso es muy molesto. Ya que me reusó a estar con las chicas que ella manda,lo que yo odio es que todas siguen su mandado, y eso me preocupa que una mujer así sea mi esposa. Sí que me preocupa. Hasta creen que soy gay. Mi situación p
_ Es que somos vulgares. Hablamos como si fuéramos heredero de una antigua fortuna. Nuestro abuelo tenía los justo para vivir día a día, y nuestro padre cabo su tumba a base de esfuerzo para ganar más de lo que necesitábamos. Y yo estoy por el mismo camino. Ya me han empezado a salir canas. ¿_ Dónde? _ Aquí!. Ella se acercó. Con cara de preocupación _ No veo nada,?! _ Me dijo mi hermana con una gran sonrisa que me hizo recordar cuánto la quería _. ¡Eres demasiado guapo, y lo sabes.! _ Digas lo que digas, sigo teniendo canas. Si supieras cómo cambiar mi situación, te aseguro que lo haría. ¡De lo que no me cabe duda es que un matrimonio con Sara Smith no es la solución.! _ Yo solo quiero que encuentres la mujer adecuada!. _ Lo único adecuado de Sara, es que no tengo nada contra ella!. ¡Pero necesito mucho más para llegar al matrimonio.! Ella me miró con cierta sospecha. _ No estás saliendo con alguna de esas mujeres descaradas con las que te relacionas, ¿verdad?