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El amor prohibido del Ceo
El amor prohibido del Ceo
Por: J. I. López
Capítulo 1: La peor traición.

—Hermana, ¡Me voy a casar! ¡Con el heredero Auritz! —

Una sonrisa rota, eso era todo lo que aquella hermosa mujer de cabellos castaños e intensos ojos verdes de esmeralda, podría demostrar como única emoción en aquel momento.

—Mamá, mira mi anillo, es de los mejores diamantes, Cedric no ha escatimado en gastos para darme a mí solo lo mejor —

Tocando aquel sencillo anillo en su mano, anillo que le habían dado como una promesa de amor eterno, la mujer sentía su alma destrozarse en miles de pedazos al ver que su propia hermana, aquella que durante aquellos años en que esperó y esperó por el hombre que amaba y había sido su única amiga, su única confidente, presumía el costoso anillo de compromiso que aquel hombre al que ella amaba, le dio para pedirle que fuese su esposa aun sabiendo que ella había estado esperando por él.

—¡Felicidades! Sin duda será una digna esposa para Cedric Auritz, aunque es una lástima, dicen que Cedric era originalmente el novio de la señorita Elianna, pero al final, prefirió a su hermana mayor, debe de ser muy humillante y vergonzoso —

Todos se burlaban de ella, y todos felicitaban a su hermana mayor, Elara Jhonson, quien parecía disfrutar de aquella situación que le estaba destrozando el alma en pedazos, y que, con burla y desprecio, la miraba celebrando su triunfo, aferrada del brazo de ese maldito, que tan solo por interés, había roto aquel juramento de amor eterno que ellos habían hecho seis años atrás. Lagrimas se acumularon en sus hermosos ojos verdes, y sin poder soportarlo más, Elianna Jhonson salía de aquel sitio en donde todos sus sueños, ilusiones y esperanzas, habían caído completamente destrozadas en el suelo.

Seis años había esperado por Cedric Auritz, seis años en que no había visto a nadie más, en que no se había interesado en nadie más. Siempre fiel, y eternamente enamorada, había mantenido intacto aquel juramento que habían hecho después de la muerte de su padre. ¿Por qué Cedric y Elara le hacían esto? ¿Por qué la habían traicionado los dos seres que ella más amaba en el mundo?

Yendo tras ella, Cedric se separó durante un momento de su hermosa prometida, y quien le haría ganar tanto dinero que su hermano, Caleb, jamás podría volver a mirarlo hacia abajo. Alcanzándola en el balcón, observo a la patética figura de su ahora ex novia, de quien se había enamorado, pero que no tenía lo que necesitaba para ser digna de él.

—Elianna, lo lamento, pero sé que vas a comprenderlo —

Girándose, Elianna miró a Cedric, aquel hombre de ojos azules y cabello rubio, no mostraba remordimiento alguno por lo que había hecho. Ella lo sabía, Cedric no era realmente el heredero de los Auritz, ese título, pertenecía a su hermano gemelo, Caleb, a quien Cedric odiaba desde hacia muchos años, por ello, es que la había cruelmente reemplazado por Elara; su hermana era la mayor, y por ende la heredera del imperio comercial Jhonson que su padre había dejado establecido como uno de los más importantes y multimillonarios antes de morir.

—¿Por qué me has hecho esto? Cumplí mi promesa y esperé por ti, tal y como me lo pediste, entonces, ¿Por qué? — cuestiono herida.

—Eso es porque nos hemos enamorado, hermanita, ¿Cómo puedes ser tan egoísta y tan solo pensar en ti? Cedric me ama a mí, y seré yo su única y amada esposa, tú nunca has estado ni estarás a mi nivel, así que será mejor que regreses a la fiesta y pongas buena cara, tus sentimientos son irrelevantes ante mi felicidad, después de todo, siempre me gusta lo que a mi querida hermanita le gusta —

Herida y enfurecida ante aquellas palabras, Elianna arrojó el contenido de su copa sobre el costoso vestido rojo de su hermana mayor, quien, indignada, se quejaba y limpiaba.

—Por supuesto que no estamos al mismo nivel, ¡Yo jamás te haría daño! ¿Cómo pudiste hacerme esto si sabias que yo lo amaba tanto? Pero saben algo, quédense juntos, ¡Hagan lo que quieran! Quédate con él, hermana, si es lo que deseas —

Sacándose aquel anillo de promesa que una vez Cedric le había dado, Elianna lo miro a los ojos.

—Aquí se rompe nuestro juramento, Cedric, nunca fuiste digno de mí, y yo, no necesito a un amor falso ni una promesa falsa, así que, te regreso esto —

Acercándose a ella, Cedric tomo la mano de Elianna, aquella en donde le había colocado aquel anillo de promesa. Sacando de su mano aquella sortija con crueldad, el rubio miró a la castaña directamente a los ojos.

—Ya no necesitas esto, es verdad, así que lo tomare de vuelta, Elianna, me casare con tu hermana porque ella es mejor que tú, y sé que ella será la digna esposa que yo merezco, pero sé que no serás capaz de olvidarte de mí, porque yo soy el único hombre al que amaras toda tu vida, así que, es una lástima que no pueda mantener mi promesa, gracias por esperarme, pero eso, ya no importa —

Arrojando aquel anillo de promesa por el borde de aquel balcón, Cedric y Elara regresaban a la celebración de su compromiso, dejando a una muy herida y rota Elianna, derramando lagrimas amargas ante el dolor de su traición.

Tomando su bolso, la hermosa castaña salía tan rápido como le fuera posible de aquel edificio. Lo había visto, la sonrisa cruel de Elara burlándose de su dolor, así como la mirada de satisfacción en los ojos de Cedric. Ambos sabían que le habían hecho mucho daño, pero a ninguno le importaba. Su propia hermana le había quitado el amor del hombre al que ella amaba, y ese hombre, le había demostrado que realmente nunca la había amado. 

—Malditos sean los dos, malditos traidores, les hare pagar caro el precio de su traición —

Corriendo escaleras abajo, finalmente salía del edificio, sin embargo, su larga carrera había dañado seriamente su tacón, y tropezando, violentamente caía sobre el duro asfalto. Su rodilla había comenzado a sangrar, su zapato estaba roto, y su alma, completamente hecha pedazos. Quedándose por un momento allí, humillada, traicionada, y herida, Elianna se abrazó a si misma mientras las lágrimas brotaban con mayor fuerza aún.

—Levántese del suelo, señorita, una dama no debe de mostrar nunca su sufrimiento en público —

—Déjeme sola, y no finja preocuparse por una desconocida —

—Está usted herida, su rodilla está sangrando mucho, y es posible que tenga alguna luxación, la he visto bajas corriendo a toda prisa con esos tacones tan altos, al menos, permítame revisarla y luego, prometo marcharme, permítame ser, un caballero — decía con voz grave y varonil, aquel desconocido.

Un pañuelo azul zafiro, le era ofrecido, y alzando su vista a su benefactor, quien repentinamente la cargo en sus brazos, los ojos verdes de Elianna se encontraron con aquellos azules, diferentes a los de Cedric, y tan hermosos como los zafiros. El cabello rubio, una bien recortada barba, aquellos rasgos tan familiares, no podía estar equivocada.

—¿Tu eres? —

—Caleb, señorita Jhonson, mi nombre es Caleb Auritz —

En el bolsillo de aquel hombre, yacía aquel anillo de promesa que había sido arrojado desde las alturas. Elianna, sin saber que decir, observaba al hermano gemelo del hombre que la había traicionado mientras este, amablemente, le vendaba la rodilla herida dentro de aquella oficina.

—¿Quiere vengarse señorita Jhonson? ¿Desea vengarse de lo que mi hermano, le ha hecho? —

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