La selva de concreto pintaba sus calles con la luz amarillenta de las viejas lámparas. Hacia un poco de frio, pero, quizás, al calor de aquel café no se sentía tanto. Mirar aquellos ojos no era sencillo, pues estos eran idénticos a los de Cedric.
Caleb Auritz la miraba de manera extraña; le había invitado aquel café diciendo que tenia una propuesta interesante para ella, sin embargo, apenas y había dicho dos monosílabos y se había quedado en silencio; parecía estar meditando para sus adentros.
—Disculpe, señor Auritz, pero no ha dicho que es esa propuesta que tiene para mí — dijo con un deje de curiosidad.
Caleb miró a aquella joven. Seguía tal cual la recordaba de antaño; tímida, solitaria, aunque en aquellos años, Elianna Jhonson habría hecho cualquier cosa por su hermano. Pronto, se haría público el testamento de su padre, y el necesitaba cumplir con aquella única condición que le habían impuesto. Mirando fijamente a aquella mujer, sonrió.
—Dentro de unos meses, se hará público el testamento que dejó mi difunto padre, y una de esas molestas clausulas, es que tanto como yo como Cedric, debemos de estar casados para entonces. Mi hermano, como ya bien sabe, ya tiene a la mujer que será su esposa, pero yo, en realidad, no tengo a nadie con quien desee casarme, y ya que usted y mi hermano han roto su relación…
—Alto allí, ¿Me está proponiendo ser su esposa solo porque su hermano me botó? ¿Acaso está loco? ¿Quién demonios se cree que es? ¿Tan desesperada me veo por casarme? — cuestionó ofendida.
—Yo, lo lamento, no quise faltarle al respeto, pero usted es una Jhonson, y está soltera ahora mismo, creo que podríamos…
—Señor Auritz. Soy una Jhonson, estoy soltera, y no soy una mujer que esté disponible para casarse con el hermano gemelo del imbécil que me dejó, así que le sugiero buscar en otra parte a alguna chica que esté dispuesta a ser su esposa, esta conversación se termina aquí. Le agradezco por ayudarme está tarde, pero no quiero que vuelva a dirigirme la palabra —
Y quitándose el abrigo que aquel hombre le había prestado, dejó ver su blusa manchada por el café que le arrojó su hermana, y caminó furiosa hacia la salida de aquel lujoso restaurante. Caleb sonrió. Se había gratamente equivocado, aquella mujer no era la misma chiquilla que él había conocido años atrás que siempre andaba como un perro fardero tras de su hermano. La había ofendido sin proponérselo, y quizás, estúpidamente, había creído que ella aceptaría sin más el convertirse en su esposa. Tomando su abrigo, dejo algunos dólares sobre la mesa y salió de inmediato tras de ella.
—Espere señorita Jhonson, al menos escuche mi propuesta completa —
—Olvídelo señor Auritz, nada me hará cambiar de opinión al respecto — dijo Elianna buscando algo en su bolso.
—Puedo ofrecerle dinero, ¿Qué tal dos millones de dólares? Solo por casarse conmigo tendrá eso y más —
Elianna río de ironía.
—No lo está mejorando señor Auritz, le aseguro que no necesito dinero, ni tengo una madre enferma o un hermano al que salvar ni nadie que me importe lo suficiente y que amerite unir mi vida a la de un perfecto extraño como en esas novelas rosas, así que, por su bien, será mejor que me dejé en paz, fue un error venir aquí y fue un error escuchar su estúpida propuesta — respondió.
—Espere allí señorita Jhonson — dijo Caleb tomándola del brazo no dispuesto a dejarla marcharse.
Sin embargo, en ese momento, Caleb soltó un grito al tiempo que se tallaba los ojos.
—Es gas pimienta señor Auritz, y los ojos le arderán más si se sigue tallando, le advertí que me dejara tranquila, yo ya no estoy dispuesta a permitir que un hombre haga conmigo lo que le pegue en gana, que tenga una buena noche — dijo Elianna sonriendo para luego caminar y pedir un taxi.
Caleb se río mientras seguía tallándose.
—Rayos, ¿Qué loca lleva gas pimienta en su bolsa? Esa mujer, definitivamente, tiene que ser mía — musitó.
En aquel taxi, Elianna sentía palpitar su corazón a mil por hora. Escuchar de los labios de Caleb Auritz aquella propuesta de ser su esposa, la había sorprendido por completo. Caleb era idéntico a Cedric…y aquella propuesta, no la esperaba de él, si no, de su hermano.
—Los dos son un par de imbéciles — dijo para sí misma.
En su mansión, Cedric bebía una copa de vino. La repentina aparición de su hermano gemelo lo había sorprendido, más aún, cuando ayudo a Elianna. ¿Qué era lo que Caleb estaba tramando? Elianna siempre estaría enamorada de él, de eso no tenía duda alguna. Aquella mujer siempre se había arrastrado a sus pies y lo seguiría amando sin importar que, ella no se entregaría jamás a otro, se había convencido de ello.
En la ciudad, Elianna había detenido el taxi. Se sentía harta. Cedric, su hermana, incluso Caleb Auritz, pensaban que ella estaba a su disposición y que podrían hacer lo que quisieran con ella, pero ya no más.
—Se les acabo la Elianna tonta —
Y entrando a aquella boutique de renombre, estaba dispuesta a ser otra. El dinero que su hermana había depositado en su cuenta por sus acciones, lo multiplicaría diez veces más, les haría arrepentirse de como la habían tratado.
En la mañana siguiente, Elianna se miraba en el espejo, cuando una llamada entró repentinamente en su celular.
—Será mejor que vengas a desayunar niña, la madre de Cedric nos han invitado a la mansión Auritz para hablar de la boda de tu hermana, ponte los mejores trapos que tengas e intenta no ponernos en ridículo como hiciste en la fiesta de compromiso, esta es la boda de tu hermana, y aun cuando tengas tu historia con Cedric, no me interesa, seremos parte de la familia Auritz y tus sentimientos salen sobrando, no me importa si tienes que fingir, pero te quiero sonriendo ante su madre, compórtate a la altura y vístete apropiadamente para la ocasión —
Dijo la señora Jhonson quien siempre había tenido una marcada preferencia hacia Elara, su hija mayor, a quien había consentido en todas las formas posibles, dejando a su hija menor en el desprecio y el olvido.
—No te preocupes madre, me vestiré a la altura de la ocasión, te lo prometo, estaré allí puntualmente —
Y coloreando sus labios de un hermoso tono carmesí, Elianna se sonreía en el espejo.
En la mansión Auritz, Elara se colgaba del brazo de Cedric mimosamente.
—Quiero que mi boda sea la más grande, que todos estén hablando de ella al menos un mes completo, y mi vestido, lo quiero de Valentino, solo lo mejor para mí, claro, la heredera Jhonson. Tenga por seguro suegra, que tendré bien atendido a mi Cedric —
Caleb sentía pena ajena por aquella mujer por la que su hermano había cambiado a Elianna Jhonson. No toleraba nada de su futura cuñada, era casi como una roncha con pelos.
—Sabemos que nuestro Cedric estará en buenas manos, siendo la hija mayor de los Jhonson y su heredera, te dejamos a nuestro hijo en tus manos, y como es tu deseo, haremos la boda mas grande del año, como dicen, tiraremos todo por la ventana querida — decía la señora Auritz, madre de Caleb y Cedric y viuda de Auritz. — Pero, ¿Por qué no ha llegado tu hermana menor? Hace tanto que no veo a Elianna que quería saludarla, ¿No vendrá? —
A punto de responder, Elara se quedó en silencio al escuchar el llamativo sonido de unos tacones contra el suelo. Girando su vista, se quedó completamente sin palabras al ver entrando a su hermana al comedor de los Auritz.
—Buenos días señora Auritz, lamento llegar tarde, pero el tráfico estaba terrible, espero no importunar —
Vestida con un elegante y sencillo vestido negro, altos tacones rojos, un nuevo corte de cabello en preciosas ondas que dejaban ver su sedoso cabello castaño, y usando un precioso maquillaje que resaltaba la belleza oculta que siempre había tenido, los preciosos ojos verde esmeralda de Elianna Jhonson, miraban el asombro reflejado en los rostros de su hermana, su madre y ex novio, quienes parecían no dar crédito a lo que estaban viendo.
Siempre había sido el patito feo al que disfrutaban humillar, pero de eso, ya no más.
Caleb, miro asombrado a aquella mujer a la que le había hecho aquella propuesta matrimonial que ella con violencia había rechazado. Sin duda, era la mujer más hermosa que sus ojos habían visto.
El ambiente en aquel lugar se sentía tan pesado, que era difícil respirar. Cedric no lograba apartar su vista de Elianna Jhonson mientras se preguntaba si siempre había sido así de bella.—Me encanta tu nuevo estilo, querida, creo que te sienta bastante bien, aunque siempre me has parecido muy hermosa — decía la señora Auritz con sinceridad.Elianna sonrió. La señora Auritz siempre había sido muy amable con ella…aunque Cedric jamás la presento formalmente como su novia. Aquella velada del compromiso de su hermana, ella no había comprendido su reacción, entonces supo que su amado EX, jamás le dijo a su madre que ellos estaban saliendo. Cedric era despreciable.—Gracias, decidí retocarme el cabello, ya me había cansado de parecer oficinista —Elara miraba con odio a su hermana menor ¿Cómo se había atrevido a asistir a aquel desayuno vestida de esa manera? Llevaba un precioso vestido negro que jamás antes le había visto, ¿Acaso le estaba de luto por su boda? Era tanta la rabia que sentía
—Esto es perfecto, desde aquí, Afrodita Corp comienza sus operaciones —Aquel espacio era enorme, de grandes y llamativos ventanales coloridos, que le daban al sitio una chispa de elegancia y distinción que pocos lugares podrían tener.—Bien muchachos, quiero esté lugar completamente reluciente, que no quede siquiera una brizna de polvo — ordenaba Elianna con una enorme sonrisa grabada en su rostro.Pronto, un generoso número de personas, habían entrado junto a herramientas de limpieza, pintura y demás, para comenzar a darle vida a aquel lugar. Mirando con satisfacción, la hermosa castaña se sentía orgullosa de sí misma; había utilizado casi cada dólar de sus cuentas bancarias para aquel proyecto. El sitio era perfecto; justo en el corazón de New York, en donde competiría directamente no solo con las marcas más prestigiosas, si no tambien, con Jhonson Corporation, la empresa fundada por su abuelo, y que ahora se hallaba totalmente en las manos de Elara, su hermana mayor.Sus cuentas t
El viento mecía con suavidad las blancas cortinas de la enorme ventana de su departamento. Aquella zona era preciosa, con una agradable vista a Central Park, y a los edificios mas lujosos de la ciudad. Su mente, sin embargo, no disfrutaba ni de la vista ni del agradable viento de la mañana, pues se hallaba inmersa en sus muchos pensamientos.“Bien, Elianna, desde este momento date por enterada de que te he ofrecido en compromiso matrimonial con Caleb Auritz, quien amablemente ha pedido tu mano en matrimonio...y ni siquiera pienses en negarte; sabes muy bien que solo yo sé en dónde y bajó que resguardo se encuentra el testamento secreto de tu abuelo, y si te niegas a casarte con Caleb Auritz, te juro por la memoria de mi padre que romperé mi promesa y lo sacare antes de la fecha estipulada, y frente a tus ojos, lo haré completamente añicos, ¿Te queda claro? Haré que la última voluntad de tu querido abuelo, ¡No sea cumplida!”Las palabras de su madre resonaban en su mente una y otra vez
Los rostros de Elara y Cedric se habían deformado en una mueca de sorpresa y furia. Y entonces, Elianna, sonrió.—¿C-Compromiso? ¿Qué rayos significa esto Elianna? —Elianna miró el furioso rostro de su hermana mayor y disfruto de aquello enormemente. Había entrado con toda la intención de encarar a Caleb Auritz, pero no podía negar que era demasiado gratificante el ver los consternados rostros de Elara y Cedric.—Es justo como lo escuchas, hermana, hoy celebramos mi compromiso de manera privada, pero daremos una gran fiesta para celebrarlo en sociedad como debe de ser…espero que esto no te cause ningún inconveniente — respondió sonriendo.Por ahora, seguiría el juego, pero luego le haría saber a Caleb Auritz lo que pensaba de él.—Eres una…—Silencio, por favor, pasemos a sentarnos al gran comedor, allí tengo otro anuncio importante que darles — dijo la señora Auritz sintiéndose incomoda por la mala relación entre las hermanas.Caleb, cortésmente llevaba a Elianna de su brazo para gr
El viento entraba gentilmente por el ventanal de su balcón aquella noche, y la hermosa castaña de ojos verdes se dejaba caer sobre la cama. Había sido un día largo y extraordinario, que había logrado dejarla completamente agotada tanto físicamente, como mentalmente. Extendiendo su mano, Elianna miraba aquel anillo en su dedo, era sin duda alguna una joya hermosa y real que se ajustaba perfectamente a su dedo anular, ¿En qué momento aquel hombre había adivinado la medida exacta de su dedo? Quizás, solo había sido un golpe de suerte, y aquel anillo en su mano era la cadena que ahora la ataba a Caleb Auritz, quien de alguna manera había convencido a su madre de forzarla a casarse con él.Había sido divertido, ciertamente, el ver los rostros de Elara y de Cedric llenos de sorpresa, rabia y confusión; no les había caído nada en gracia el saberla comprometida con el gemelo de ese traidor cobarde, y había terminado aceptando aquel inesperado compromiso en gran parte debido a ello, sin embarg
Aquella mañana el olor del café era particularmente delicioso; los panes tostados con mantequilla eran fascinantes, y el viento entraba fresco por su ventanal meciendo gentilmente sus cortinas. El ronroneo de su gato la reconfortaba, y con la vista en su laptop, Elianna miraba todos aquellos absurdos comentarios que la gente hacía de ella en el blog de su hermana mayor.“¿Eh? ¿En serio se ha comprometido con el hermano gemelo de su prometido? ¡Es terrible que lo anuncie después de tu compromiso! ¡Todos vimos lo celosa que estaba en tu fiesta! ¡Seguro lo hace para desquitarse! ¡Te tiene demasiada envidia! ¡Pobre de ti Elara! ¡Con una hermana así de venenosa y envidiosa es mejor no tenerla! ¡No se alegró por ti y ahora quiere robarse la atención! ¡Que mal se ve Elianna Jhonson al comprometerse a propósito para hacer sentir mal a su hermana! ¡Es tan despreciable que realmente cree que es mejor que Elara, pero todos sabemos que no es más que un patito feo que siempre ha envidiado a su her
Elianna miraba fijamente a ese hombre que a cambio parecía estar divirtiéndose con la situación. — ¿Que es lo que te parece gracioso? ¿En serio creíste que por enviarme rosas iba a olvidar que me estás obligando a casarme contigo? Dime, ¿Que fue lo que le dijiste a mi madre para convencerla? — cuestionó la castaña.Caleb observó a la joven que tenía delante. Elianna siempre había sido alguien débil, más bien, sumisa; aquella actitud que de la nada había tomado, la volvía mucho más atractiva...aunque saber que Cedric era la razón, le molestaba. — ¿Tanto conflicto te genera que alguien te regale rosas solo porque si? ¿Acaso mi hermano nunca te las regalaba? — cuestionó celoso. Elianna sintió una puñalada directamente en el corazón. En realidad, Cedric jamás había sido un gran detallista; nunca le dio ningún obsequio costoso o mucho menos flores, y darse cuenta de aquello la hizo sentirse herida. Arrojando aquel ramo de rosas sobre el escritorio de Caleb Auritz, Elianna lo miró con d
Aquella habitación estaba en silencio, y su celular, no había sonado con aquel tono fácilmente reconocible. Los dedos ansiosos chocaban contra el tocador, habían pasado un día completo, y Elianna no se había hecho presente. ¿Acaso no había visto todos los comentarios ofensivos hacia ella? ¿Por qué no le había llamado para disculparse? Impaciente, Elara se levantó de la silla y se retoco rápidamente el maquillaje. Seguramente Elianna estaba tan devastada ante tantas críticas, que no había salido de su cama en todo el día, pero ella quería sus disculpas, y las obtendría. La noche había caído, y Elianna admiraba el cielo oscuro de pocas estrellas. Aún no podía creer aquella repugnante propuesta que Cedric le había hecho, ser su amante jamás sería una opción. ¿Siempre había sido así de maldito? Se preguntó con franqueza. Quizás, estaba tan enamorada que no había notado aquella nefasta actitud del rubio...ella en verdad lo había amado. — Esto es repugnante — dijo para si misma para lueg