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Capítulo 4: A como de lugar.

El ambiente en aquel lugar se sentía tan pesado, que era difícil respirar. Cedric no lograba apartar su vista de Elianna Jhonson mientras se preguntaba si siempre había sido así de bella.

—Me encanta tu nuevo estilo, querida, creo que te sienta bastante bien, aunque siempre me has parecido muy hermosa — decía la señora Auritz con sinceridad.

Elianna sonrió. La señora Auritz siempre había sido muy amable con ella…aunque Cedric jamás la presento formalmente como su novia. Aquella velada del compromiso de su hermana, ella no había comprendido su reacción, entonces supo que su amado EX, jamás le dijo a su madre que ellos estaban saliendo. Cedric era despreciable.

—Gracias, decidí retocarme el cabello, ya me había cansado de parecer oficinista —

Elara miraba con odio a su hermana menor ¿Cómo se había atrevido a asistir a aquel desayuno vestida de esa manera? Llevaba un precioso vestido negro que jamás antes le había visto, ¿Acaso le estaba de luto por su boda? Era tanta la rabia que sentía en ese momento, que aquella sonrisa de satisfacción se había desvanecido. Incluso su ahora prometido, no dejaba de mirarla. ¿Se estaba arrepintiendo de su compromiso? ¿Querría regresar con su m*****a hermana? Mil inseguridades repentinas la habían invadido, pero definitivamente, no dejaría que Elianna le robara su momento.

—Querida suegra, creo que deberíamos retomar el tema de la boda con tu hijo, estaba pensando en mandar a traer las rosas desde Turquía, hay variades realmente hermosas que harán que el gran salón de la mansión resalte aún más su hermosa belleza — dijo la joven de cabellos negros mirando desafiante a su hermana menor.

Elianna sonrió.

—Es cierto, hermana, allí se dan las únicas rosas negras que existen en todo el planeta, son realmente hermosas y naturales, alimentadas por el rio Éufrates, creo que serán todo un tema de conversación, ya sabes, no hay color más intrigante e intenso que el negro — dijo la castaña de ojos verdes, regalando una sonrisa de burla a su hermana mayor.

Elara enfureció. — Las rosas negras, hermana, representan el luto, ¿Acaso me estas deseando un matrimonio infeliz con mi prometido? — cuestiono enardecida.

—Por supuesto que no, hermana, ¿Me has hecho algo tan horrible que merezca el mérito? Solo que pienso que son las rosas más bellas y extrañas del planeta, y creí que se me había citado aquí para dar mi opinión sobre la que seguramente será la boda del año, pero, no me hagas caso, igualmente, nunca te ha importado lo que piense o sienta — respondió sonriendo.

El ambiente se puso aún más tenso, y Caleb Auritz rio por lo bajo. Aquella mujer era fuego, y tal parecía que no estaba dispuesta a perdonar la traición de Cedric y de su hermana.

—Suficiente, Elianna, creo que es mejor que te retires, podremos planear esta boda sin ti, como ya hemos planeado el resto de nuestra vida juntos — dijo Elara levantándose exaltada.

La madre de Cedric y Caleb, así como la de Elianna y Elara, se notaban sumamente incomodas por aquella repentina discusión entre las hermanas.

—Por supuesto, me marchó, te deseo una hermosa boda hermana, sé que no vas a escatimar en gastos para que no se hable de otra cosa el resto del año, después de todo, así eres tú, todo tiene que tratarse de ti siempre, y cierto es que no necesitas de mi ayuda para ello — respondió Elianna guiñando un ojo a su hermana al tiempo que se levantaba del sofá y caminaba hacia la salida.

Caleb, levantándose tambien, llamó la atención de todos.

—También me marcho, madre, nunca me han gustado las fiestas demasiado ostentosas, así que no creo aportar algo valioso a tan importante evento. Cedric, te deseo la mejor de las suertes y un gran matrimonio, estoy seguro, de que lo necesitaras — dijo Caleb quien se apresuró a salir tras de Elianna.

—Uff, eso fue extraño, pero supongo que Elianna debió sentirse mal, creo que siempre estuvo enamorada de mi Cedric, esto debe de ser difícil para ella, así que debemos entenderla — dijo Elara con mala intención mientras sentía una ira incontenible por dentro. ¿Qué le había pasado a su tímida y patética hermanita? ¿Y porque Caleb Auritz había salido tras ella?

Cedric se sentía francamente asombrado ante aquel cambio tan drástico que Elianna había presentado. ¿Desde cuándo era tan hermosa y mordaz? Aquella mujer, definitivamente, no era la misma que él había abandonado. Se sentía excitado e intrigado.

Fuera de la mansión Auritz, Elianna finalmente pudo soltar aquellas lágrimas que había luchado férreamente por contener. Aquello era tremendamente doloroso para ella, pero no permitiría que Cedric y su hermana volvieran a ver una sola de sus lágrimas derramarse. Aun no comprendía que las dos personas a las que más había amado, la hubiesen traicionado de esa manera tan cruel…quizás, aquel dolor no lograría superarlo nunca, pero tampoco se quedaría con los brazos cruzados, les haría pagar a ambos por lo que le habían hecho.

—Es realmente sorprendente ver como la misma mujer que se vistió a propósito de negro y sugirió rosas del mismo color para desear un matrimonio infeliz a su hermana, este llorando a escondidas de todos tras los arbustos…tambien es increíble que esta misma mujer, me haya roseado la cara con gas pimienta. Creo que me debe una factura médica y una disculpa, señorita Jhonson —

La voz de Caleb Auritz arrebato por completo a Elianna de sus pensamientos. Secándose las lágrimas, retomo su postura orgullosa, y miró con desdén a ese hombre.

—Creo que usted no aprende señor Auritz, le dije claramente que no volviera a acercarse a mí, aun me queda mucho gas pimienta en el bolso, lo llevo siempre conmigo para alejar a posibles asaltantes…o acosadores — respondió la hermosa castaña.

Caleb se río.

—Me agrada la Elianna malvada, pero lo digo en serio, me debe una factura médica, señorita — dijo extendiendo aquella hoja médica hacia Elianna. — Pero puedo dejarla pasar si me acepta un café, esta vez, sin propuesta —

Tomando aquella hoja médica, Elianna sonrió, y sacando su cartera, tomo de ella un billete de quinientos dólares, aquella factura era de apenas doscientos. Poniendo el billete en la mano de Caleb, le sonrió con sarcasmo.

—Guarde el cambio señor Auritz, le aseguro que lo va a necesitar, porque si vuelve a importunarme, volveré a rociarlo —

Y caminando hacia su auto, aquella mujer orgullosa arrancó un suspiro de aquel hombre.

—No te me escaparas Elianna Jhonson, definitivamente no lo harás — se prometió Caleb a sí mismo.

Aquella noche, Elianna hablaba con su abogado. Todo el dinero que tenía, iba a invertirlo en aquel proyecto personal que llevaba años postergando mientras aprendía a ser la mejor esposa. Estaba segura, aquel proyecto resultaría y le daría la satisfacción de un enorme triunfo que disfrutaría restregando en la cara de su cruel hermana. Estaba decidida a todo, y tambien, estaba segura de que tendría tanto éxito, que no necesitaría a su madre y hermana nunca más.

Al mismo tiempo al otro lado de la ciudad, Caleb Auritz estaba en aquella tan importante llamada.

—Señora Jhonson, le aseguro, que estará muy bien en mis manos, si me concede la mano de su hija menor, el estatus de su familia se incrementará, y puedo asegurarle, que no podrá conseguir un mejor prometido para Elianna que yo, Caleb Auritz, sé que usted, tomará la decisión correcta, por el bien de su apellido —

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