Elegir un atuendo resultó ser mucho más difícil de lo que esperaba. No tenía ni idea de lo que Alex había planeado y no iba a bajar a preguntar, sólo para que no me lo dijera. No me gustaría ponerme algo elegante para luego ir demasiado arreglada. Así que me quedé con un jersey sencillo y unos vaqueros pitillo negros.
Agarro un par de botas y doy saltitos por la habitación intentando ponérmelas. Al instante supe que había sido una mala idea, ya que mi pie se enredó en la manta del suelo. Mi cuerpo se desplomó hacia delante y caí de bruces sobre el duro suelo.
Me quedé tumbada en el suelo gimiendo fuertemente por el dolor que me subía por el costado. Todavía estaba allí tumbada cuando se abrió la puerta de mi habitación. Alex entró en mi campo de visión, mirándome con las cejas levantadas.
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Cada paso que daba hacia el Mel's Diner me inundaba de nostalgia. No había estado aquí desde que mi hermano se fue. Cómo echaba de menos venir aquí con mi hermano, hablar de nada y de todo a la vez. Siempre fue mi roca y estos últimos días le he echado de menos más que a nada. Deseaba sus grandes abrazos de oso que siempre daba y esa sensación de hogar.Al entrar por la puerta principal, el olor a sirope me golpeó con toda su fuerza. Al instante se me hizo la boca agua y mi estómago vacío gruñó tan fuerte que Alex lo oyó. Mis mejillas se calentaron al instante.—Vamos a sentarnos—. Alex rió entre dientes, me puso la mano en la espalda y nos guió hacia un reservado cerca de las ventanas. Aunque eran casi las diez de la noche de un martes, el local estaba bastante lleno. Éramos, con diferencia, los más jóvenes.Apenas nos
—¿Puedes parar?— Finalmente me quejé.—¿Qué?—Sigues mirándome comer.—Sólo te veo devorar todas esas tortitas—. Queriendo ver su reacción, entrecerré los ojos.—¿Estás diciendo que como demasiado? —Casi al instante sus ojos se abrieron de par en par y negó con la cabeza.—No, no estaba diciendo eso. Sólo estaba admirando y...—Alex, sólo te estaba tomando el pelo—. Intenté no sonreír mientras sus ojos pasaban de grandes a pequeños.—¿Por qué ha sido eso?—Venganza por haberme hecho madrugar esta mañana—. Respondí, mordiendo mis tortitas una vez más.—Ni siquiera era temprano.—Para alguien que quería dormir hasta tarde, sí lo era.—Creía que
ALEXJoder, quería besarla. Sus suaves labios estaban a centímetros de los míos y todo lo que tenía que hacer era inclinarme hacia delante y podría sentirlos. Pero mi conciencia se apoderó de mí. No podía besarla.Sabía que aún no había superado lo de Lingston; aún tenía la herida fresca. No me correspondía a mí presionarla para que estuviera preparada, sólo ella podía hacerlo. Y también tenía que ser sincero conmigo mismo. No estaba muy seguro de estar preparado para estar con alguien en ese momento.Había tantas cosas en mi vida que tener novia no encajaba, si es que alguna vez encajaba. Había ciertas cosas sobre mi vida y mi pasado que Cristal no sabía, lo que mucha gente no sabía.Mis razones para sacar a Cristal hoy eran diez. Cuando Olivia me llamó y me dijo que Cristal no había contestado al teléfono y no se había presentado a clase, supe inmediatamente que se quedaba en casa, evitando todo lo que había pasado ayer. Sinceramente, no la culpaba.Después de oír lo que Mitch le hi
—Alex—. Noah habló. Moviendo el brazo levanté la vista y me encontré a Noah en cuclillas con un vaso de zumo de naranja en la mano. —Bebe.Habíamos aprendido en los últimos meses que el zumo de naranja o un Gatorade ayudaban inmensamente. Noah se sentó en la mesita frente a mí, observando cómo sorbía el zumo de naranja, con los ojos llenos de preocupación. Por el rabillo del ojo vi a Cristal sentada en una silla a nuestro lado, observándome con tanta preocupación como Noah.Después de unos minutos de silencio y de que yo sorbiera el zumo de naranja, Noah habló por fin.—¿Te encuentras mejor?—Sí.—¿Puedo preguntar por qué ustedes dos no están en la escuela? —. La forma en que lo dijo fue como si fuera una madre regañando a sus hijos. Antes de que pudiera contestar, Cristal habló.—Hicimos novillos.—¿Por qué no estáis en clase? —. le respondí.—Estaba hasta que Cristal me llamó—. Noah era como el 'chico de oro'. Siempre iba a clase, sacaba buenas notas y casi nunca se metía en líos.—
—Ya que no nos han dado helado, ¿te apetece un poco? —. preguntó Alex unos minutos después.—Um, claro.—Sígueme.Sentía que sonreía mientras seguía a Alex en dirección a la cocina. No podía dejar de sonreír y sabía exactamente quién lo hacía. Cierto chico de ojos grises me estaba haciendo sentir cosas que nunca antes había sentido.—¿Estás segura de que a Noah le parece bien que revisemos su nevera? —. pregunté, deslizándome en un asiento en el bar.—Créeme, no le importa. Además, esta es prácticamente mi casa—. La voz de Alex estaba apagada con la cabeza en el congelador.—Nunca me has contado cómo os hicisteis amigos Noah y tú—. La pareja
—¿Mamá? — Noah habló a través del silencio. —Pensé que se habían ido por otra semana—. Noah se dirigió hacia su madre, abrazándola alrededor de Harper. —Por suerte firmaron el contrato antes de tiempo, así que pudimos volver a casa. —Bueno, eso está bien. —¿Quién es tu amigo? — La mamá de Noah tampoco lo dijo de forma grosera, sólo me miró con curiosidad. —Mamá, ella es Cristal. Cristal, ella es mi mamá Ava—. Noah nos presentó. —Encantada de conocerte—. Ava me sonrió amablemente. —Encantada de conocer a la Sra. Thomas. —Señora Thomas—. Una profunda voz de barítono se rió desde detrás de la madre de Noah. Caminando a través de la puerta era uno de los chicos más altos que he visto. El conjunto familiar de pelo rubio en la cabeza era un claro indicio de que era el padre de Noah. Cuando se detuvo detrás d
—¿Vas a hacer los deberes por mí, ¿verdad?—Sí, no.—Ya estás haciendo los deberes de Harps, sólo añade los míos a la mezcla—. se quejó Derek.—Harper es mucho más guapa que tú, así que le puedes ayudar—. Alex respondió.—¡BASTA DE MONADAS! — gritó Derek, agarrando a Harper y balanceándola en el aire. Me recosté en el sofá y vi cómo Derek la tiraba juguetonamente y le hacía cosquillas. Las risitas que salían de la boca de Harper eran uno de los sonidos más adorables.—¿Vas a seguir haciéndote la mona? — preguntó Derek, deteniéndose un momento.—¡No!—Tú te lo has buscado—
—¡Cristal! — se burló Alex desde detrás de mí. Me moví alrededor del sofá y lo miré fijamente.—¿Por qué quieres tanto mis propiedades?—Para poder expandir mi imperio.—Tu imperio. Ni siquiera es un intercambio justo porque no saco nada de él.—Te iba a dar la mitad.—Sí, claro. — Puse los ojos en blanco.—Averigüémoslo, ¿sí?Antes de que pudiera correr hacia mí, salí yo primero. Al oír a Alex maldecir detrás de mí no pude evitar reírme. Volví corriendo por el comedor y rodeé la mesa de nuestros amigos, Alex pisándome los talones y yo aun riéndome.Me puse tan gallito que ni siquie