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—¿Puedes parar?— Finalmente me quejé.

—¿Qué?

—Sigues mirándome comer.

—Sólo te veo devorar todas esas tortitas—. Queriendo ver su reacción, entrecerré los ojos.

—¿Estás diciendo que como demasiado? —Casi al instante sus ojos se abrieron de par en par y negó con la cabeza.

—No, no estaba diciendo eso. Sólo estaba admirando y...

—Alex, sólo te estaba tomando el pelo—. Intenté no sonreír mientras sus ojos pasaban de grandes a pequeños.

—¿Por qué ha sido eso?

—Venganza por haberme hecho madrugar esta mañana—. Respondí, mordiendo mis tortitas una vez más.

—Ni siquiera era temprano.

—Para alguien que quería dormir hasta tarde, sí lo era.

—Creía que

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