—Alex—. Noah habló. Moviendo el brazo levanté la vista y me encontré a Noah en cuclillas con un vaso de zumo de naranja en la mano. —Bebe.Habíamos aprendido en los últimos meses que el zumo de naranja o un Gatorade ayudaban inmensamente. Noah se sentó en la mesita frente a mí, observando cómo sorbía el zumo de naranja, con los ojos llenos de preocupación. Por el rabillo del ojo vi a Cristal sentada en una silla a nuestro lado, observándome con tanta preocupación como Noah.Después de unos minutos de silencio y de que yo sorbiera el zumo de naranja, Noah habló por fin.—¿Te encuentras mejor?—Sí.—¿Puedo preguntar por qué ustedes dos no están en la escuela? —. La forma en que lo dijo fue como si fuera una madre regañando a sus hijos. Antes de que pudiera contestar, Cristal habló.—Hicimos novillos.—¿Por qué no estáis en clase? —. le respondí.—Estaba hasta que Cristal me llamó—. Noah era como el 'chico de oro'. Siempre iba a clase, sacaba buenas notas y casi nunca se metía en líos.—
—Ya que no nos han dado helado, ¿te apetece un poco? —. preguntó Alex unos minutos después.—Um, claro.—Sígueme.Sentía que sonreía mientras seguía a Alex en dirección a la cocina. No podía dejar de sonreír y sabía exactamente quién lo hacía. Cierto chico de ojos grises me estaba haciendo sentir cosas que nunca antes había sentido.—¿Estás segura de que a Noah le parece bien que revisemos su nevera? —. pregunté, deslizándome en un asiento en el bar.—Créeme, no le importa. Además, esta es prácticamente mi casa—. La voz de Alex estaba apagada con la cabeza en el congelador.—Nunca me has contado cómo os hicisteis amigos Noah y tú—. La pareja
—¿Mamá? — Noah habló a través del silencio. —Pensé que se habían ido por otra semana—. Noah se dirigió hacia su madre, abrazándola alrededor de Harper. —Por suerte firmaron el contrato antes de tiempo, así que pudimos volver a casa. —Bueno, eso está bien. —¿Quién es tu amigo? — La mamá de Noah tampoco lo dijo de forma grosera, sólo me miró con curiosidad. —Mamá, ella es Cristal. Cristal, ella es mi mamá Ava—. Noah nos presentó. —Encantada de conocerte—. Ava me sonrió amablemente. —Encantada de conocer a la Sra. Thomas. —Señora Thomas—. Una profunda voz de barítono se rió desde detrás de la madre de Noah. Caminando a través de la puerta era uno de los chicos más altos que he visto. El conjunto familiar de pelo rubio en la cabeza era un claro indicio de que era el padre de Noah. Cuando se detuvo detrás d
—¿Vas a hacer los deberes por mí, ¿verdad?—Sí, no.—Ya estás haciendo los deberes de Harps, sólo añade los míos a la mezcla—. se quejó Derek.—Harper es mucho más guapa que tú, así que le puedes ayudar—. Alex respondió.—¡BASTA DE MONADAS! — gritó Derek, agarrando a Harper y balanceándola en el aire. Me recosté en el sofá y vi cómo Derek la tiraba juguetonamente y le hacía cosquillas. Las risitas que salían de la boca de Harper eran uno de los sonidos más adorables.—¿Vas a seguir haciéndote la mona? — preguntó Derek, deteniéndose un momento.—¡No!—Tú te lo has buscado—
—¡Cristal! — se burló Alex desde detrás de mí. Me moví alrededor del sofá y lo miré fijamente.—¿Por qué quieres tanto mis propiedades?—Para poder expandir mi imperio.—Tu imperio. Ni siquiera es un intercambio justo porque no saco nada de él.—Te iba a dar la mitad.—Sí, claro. — Puse los ojos en blanco.—Averigüémoslo, ¿sí?Antes de que pudiera correr hacia mí, salí yo primero. Al oír a Alex maldecir detrás de mí no pude evitar reírme. Volví corriendo por el comedor y rodeé la mesa de nuestros amigos, Alex pisándome los talones y yo aun riéndome.Me puse tan gallito que ni siquie
Cuando sonó el despertador a la mañana siguiente, volví a sentir la tentación de quedarme en casa, pero sabía que no podía. No iba a dejar que Mitch arruinara mis notas por todo esto. Necesitaba una beca para salir algún día de esta pequeña ciudad.Sabía que Mitch no estaría allí el resto de la semana, pero sus secuaces sí. Sus amigos me harían la vida imposible tanto como Mitch. Añade a eso el hecho de que todo el mundo se cree la foto que envían por ahí.No debería importarme lo que la gente piense de mí, pero me importa. Como humano, ansío la aceptación, como todo el mundo. Quiero gustarle a la gente, aunque no debería importarme. Y es el instituto. Hay algo en el instituto que te hace querer encajar en el —grupo popular—, aunque sepas que después del instituto nada de eso importará.Cuando Olivia y Derek me recogieron, hice una nota mental para recoger mi coche hoy pasara lo que pasara. No puedo seguir haciendo que me recojan.Cuanto más nos acercábamos a la escuela, más crecía el
Murmurando en voz baja, salí del aparcamiento dispuesta a irme a casa. ¿Qué he hecho para merecer esto? No sé qué le hice a Rebecca para que me odiara tanto. No le hice nada a Mitch para que también me hiciera esto. Sólo quería que todo terminara.Sabía que llorar de autocompasión no iba a solucionar nada, pero eso no impidió que las lágrimas fluyeran por mi cara. Al menos ahora nadie estaba cerca para verme llorar. Ojalá tuviera mi coche.Cuanto más caminaba, más se secaban mis lágrimas y en su lugar había irritación. Irritación hacia Rebecca. Irritada con Alex por ignorarme y no venir a la escuela. Irritada por todo en mi vida. Sólo quería conducir lo más lejos posible.Ni siquiera estaba segura de lo que estaba haciendo hasta que tecleé el nombre del taller al que Alex había llevado mi coche. Cuanto antes recogiera mi coche menos tendría que ver a Alex. O al menos eso era lo que mi mente decía en ese momento.Las palabras de Rebecca resonaban en mi mente mientras caminaba. No querí
—No sabía que trabajabas aquí—. Dije, tratando de mantener mi mente fuera de la quema, así como cambiar de tema.—No estás cambiando de tema Cristal. ¿Quién hizo esto?— Maldita sea.—No es nada—. Murmuré, bajando la mirada.—Esto no es nada. ¿Esto es un corte grave y en el dorso de la mano? Eso no pasa así como así—. Me di cuenta por la forma en que estaba forzando las palabras, que estaba tratando de no perder los estribos.—Sí, bueno, los tacones pueden ser peligrosos—. Murmuré, pero Alex se dio cuenta.—¿Tacones?— Alex no iba a dejarlo pasar. Tampoco estaba segura de por qué le importaba tanto.—Rebecca.— Suspiré cediendo. Dándome una mirada para continuar mir&eac