El aire nocturno le rozaba la piel como un susurro helado. La ciudad seguía con su vida inquebrantable, el ruido lejano de los autos en la avenida principal mezclándose con el titilar de las luces sobre los edificios. Pero para Sandra, todo se sentía suspendido en un instante eterno, un limbo donde el mundo se había reducido a dos personas: Akiro y ella. Apenas unos metros los separaban, pero Sandra sentía que aquella distancia era la única barrera que la protegía de algo que no terminaba de comprender. Akiro la miraba con esa expresión suya, esa calma que siempre parecía ocultar algo más profundo. No había prisa en sus ojos, pero tampoco paciencia infinita. Era la mirada de alguien que ya tenía todas las respuestas, pero que estaba esperando que ella llegara a las mismas conclusiones. —No pensé que fueras a tardar tanto en responder —murmuró finalmente, cruzándose de brazos. Sandra tragó saliva. Desde que Akiro le había hecho aquella pregunta, su mente había sido un torbellino de
El sonido de la puerta al cerrarse con fuerza resonó en la habitación, pero lo que realmente hirió los oídos de Marck fue la voz de Aurora, afilada como una daga. —¿Puedes explicarme qué hacía ella aquí? Él cerró los ojos por un segundo, sintiendo la punzada de dolor en su costado. Sabía que Aurora explotaría, pero la fiereza en su mirada era más de lo que había esperado. —No empieces, Aurora —murmuró, apoyando una mano en la cama para incorporarse. —¡No empieces tú! —exclamó ella, avanzando hasta quedar frente a él—. ¡Porque siempre soy yo la que tiene que fingir que todo está bien! ¿Crees que no sé lo que está pasando? Marck apretó los dientes, odiando la impotencia que sentía. —Sandra solo vino a verme. —¡Dos veces en un mismo día! —espetó ella, cruzándose de brazos—. ¡Dos, Marck! ¿Desde cuándo una simple asistente se toma tantas confianzas contigo? Su tono goteaba veneno. Marck deslizó la mano por su cabello, cansado. No tenía energías para discutir, pero tampoco podía ign
El silencio de la habitación la envolvía como un manto pesado. Sandra estaba acostada en su cama, con la vista fija en el techo, pero su mente estaba a kilómetros de distancia. Había apagado la luz hacía más de una hora, pero no podía dormir. No importaba cuántas veces cerrara los ojos, su mente seguía girando, atrapada en un bucle de pensamientos que no la dejaban en paz. Todo había pasado demasiado rápido. Dos semanas. Ese era el tiempo exacto que llevaba en esa empresa. Catorce días y en ese tiempo, su mundo se había volcado por completo. Nada de esto estaba en sus planes. No planeaba involucrarse con Marck. No debía haberlo hecho, pero lo había hecho y ahora estaba atrapada en una maraña de emociones que no sabía cómo desatar. Se giró sobre un costado y abrazó su almohada, buscando una comodidad que no llegaba. Había aceptado estar con Akiro. Se lo había dicho en la limusina. Había permitido el beso. Entonces, ¿por qué se sentía así? Era lo correcto, ¿no? Akiro le ofrecía se
La sala de conferencias estaba llena. Los representantes de Duvall & Sons se encontraban listos para la negociación. Sandra ajustó su postura y sonrió con seguridad. Ya no era la mujer que Marck había conocido dos semanas atrás. Ahora era una ejecutiva y él lo iba a ver. Desde la pantalla de su laptop, Marck observaba la escena y no podía apartar la vista de ella. Tan segura. Tan impecable. Tan inalcanzable. La forma en que presentaba las proyecciones, la fluidez con la que discutía los términos…Era simplemente brillante y lo estaba dejando atrás.—DL Distribution garantiza la mejor red de distribución a nivel internacional —explicó Sandra con una voz firme—. Contamos con aliados estratégicos en los mercados más importantes y la logística necesaria para posicionar su marca con la exclusividad que merece. Los ejecutivos europeos intercambiaron miradas de aprobación. —Se nota que su equipo ha hecho un estudio profundo del mercado —comentó uno de ellos.Sandra asintió. —Es nuestro c
El hospital apestaba a encierro. Las paredes blancas, el sonido incesante del monitor cardíaco, el paso constante de enfermeras y médicos que no le prestaban atención más allá de su condición física. Pero nadie veía lo que realmente le dolía.Dos semanas. Dos malditas semanas atrapado en esta cama, viendo cómo el mundo seguía sin él y lo peor de todo… viendo cómo Sandra seguía sin él. Se pasó una mano por el rostro, exhalando con frustración. Desde la videollamada de esa mañana, su cabeza no había dejado de dar vueltas.> El solo recordar sus palabras hacía que su pecho se apretara. No. No podía aceptarlo. Podía lidiar con muchas cosas: con el dolor físico, con los negocios complicados, incluso con Aurora y su constante manipulación, pero no podía lidiar con perder a Sandra. ¿Cómo podía hacerlo cuando ella había sido la única que le hizo sentir algo real en tanto tiempo? Pero… ¿qué podía ofrecerle? Se obligó a
El tiempo había avanzado sin pausa, arrastrándolos en un limbo donde todo parecía mantenerse en calma, al menos en la superficie. Dos semanas. En ese tiempo, Marck había sido dado de alta y ahora estaba confinado en su casa, bajo estrictas indicaciones médicas de reposo. Aunque se sentía físicamente mejor, el aislamiento solo había empeorado su tormento mental.Su acceso a la empresa estaba restringido, lo que significaba que Clara y Sandra manejaban todo en su ausencia. Sus llamadas eran breves, estrictamente laborales. Nada más. Nada de ella. Ninguna palabra más allá del trabajo y eso lo estaba volviendo loco. Por otro lado, Sandra se había sumergido en su rutina con una determinación inquebrantable. Mantenía las conversaciones con Marck en el mínimo indispensable, siempre profesional, siempre distante. No le daba ningún espacio para hablar de lo que habían sido… o lo que pudieron ser, pero en la soledad de la noche…Cuando los teléfonos estaban apagados. Cuando la oficina esta
A kilómetros de distancia, Aurora estaba sentada en un lujoso sofá con una copa de vino en la mano. La pantalla de su tableta mostraba la transmisión en vivo del compromiso de Akiro Yamada y Sandra Willis. La imagen era perfecta.Sandra, con un vestido de seda marfil. Akiro, con su kimono negro y dorado. El anillo, el beso, el aplauso de cientos de invitados de élite. Aurora no pudo evitar sonreír con burla. Akiro era un bastardo calculador… pero eficiente. Justo lo que necesitaba. Tomó la tableta y caminó lentamente hasta la habitación donde Marck estaba descansando. Él estaba sentado en el borde de la cama, en una postura tensa, con la mirada clavada en el suelo.Aurora se detuvo frente a él y sin decir nada, le extendió la tableta. Marck frunció el ceño, tomándola con duda, pero cuando su mirada cayó sobre la imagen en la pantalla, su corazón se detuvo. Sandra, vestida como una diosa, con un anillo en su dedo y los labios aún marcados por el beso de otro hombre.El compromiso est
El teléfono de Marck descansaba sobre la mesa frente a él. La pantalla seguía iluminada con la imagen de Sandra y Akiro en su compromiso, el beso, el anillo, los aplausos. Había visto todo, cada segundo, cada gesto, cada maldita sonrisa y aún así, sabía que no todo estaba perdido. No hasta que ellos realmente se casaran. Hasta que Sandra no estuviera oficialmente casada con Akiro, aún había tiempo. Aún había una forma de traerla de vuelta. Marck exhaló con fuerza y tomó el teléfono. Tenía que encontrar la manera de acercarse a Sandra y no iba a detenerse hasta hacerlo.💖💖💖El interior de la limusina estaba en completo silencio, solo el suave murmullo de la ciudad filtrándose a través de las ventanas polarizadas.Sandra se mantenía quieta, con la vista fija en la noche, intentando ignorar la forma en que Akiro la miraba, pero lo sentía. Sentía su mirada oscura recorriéndola, analizando cada detalle de su expresión, de su respiración, de la forma en que sus dedos jugueteaban con el