El tiempo había avanzado sin pausa, arrastrándolos en un limbo donde todo parecía mantenerse en calma, al menos en la superficie. Dos semanas. En ese tiempo, Marck había sido dado de alta y ahora estaba confinado en su casa, bajo estrictas indicaciones médicas de reposo. Aunque se sentía físicamente mejor, el aislamiento solo había empeorado su tormento mental.Su acceso a la empresa estaba restringido, lo que significaba que Clara y Sandra manejaban todo en su ausencia. Sus llamadas eran breves, estrictamente laborales. Nada más. Nada de ella. Ninguna palabra más allá del trabajo y eso lo estaba volviendo loco. Por otro lado, Sandra se había sumergido en su rutina con una determinación inquebrantable. Mantenía las conversaciones con Marck en el mínimo indispensable, siempre profesional, siempre distante. No le daba ningún espacio para hablar de lo que habían sido… o lo que pudieron ser, pero en la soledad de la noche…Cuando los teléfonos estaban apagados. Cuando la oficina esta
A kilómetros de distancia, Aurora estaba sentada en un lujoso sofá con una copa de vino en la mano. La pantalla de su tableta mostraba la transmisión en vivo del compromiso de Akiro Yamada y Sandra Willis. La imagen era perfecta.Sandra, con un vestido de seda marfil. Akiro, con su kimono negro y dorado. El anillo, el beso, el aplauso de cientos de invitados de élite. Aurora no pudo evitar sonreír con burla. Akiro era un bastardo calculador… pero eficiente. Justo lo que necesitaba. Tomó la tableta y caminó lentamente hasta la habitación donde Marck estaba descansando. Él estaba sentado en el borde de la cama, en una postura tensa, con la mirada clavada en el suelo.Aurora se detuvo frente a él y sin decir nada, le extendió la tableta. Marck frunció el ceño, tomándola con duda, pero cuando su mirada cayó sobre la imagen en la pantalla, su corazón se detuvo. Sandra, vestida como una diosa, con un anillo en su dedo y los labios aún marcados por el beso de otro hombre.El compromiso est
El teléfono de Marck descansaba sobre la mesa frente a él. La pantalla seguía iluminada con la imagen de Sandra y Akiro en su compromiso, el beso, el anillo, los aplausos. Había visto todo, cada segundo, cada gesto, cada maldita sonrisa y aún así, sabía que no todo estaba perdido. No hasta que ellos realmente se casaran. Hasta que Sandra no estuviera oficialmente casada con Akiro, aún había tiempo. Aún había una forma de traerla de vuelta. Marck exhaló con fuerza y tomó el teléfono. Tenía que encontrar la manera de acercarse a Sandra y no iba a detenerse hasta hacerlo.💖💖💖El interior de la limusina estaba en completo silencio, solo el suave murmullo de la ciudad filtrándose a través de las ventanas polarizadas.Sandra se mantenía quieta, con la vista fija en la noche, intentando ignorar la forma en que Akiro la miraba, pero lo sentía. Sentía su mirada oscura recorriéndola, analizando cada detalle de su expresión, de su respiración, de la forma en que sus dedos jugueteaban con el
El fin de semana pasó sin mayores sobresaltos. Sandra había hablado con Akiro solo en dos ocasiones, conversaciones breves donde él le comentó sobre su viaje a Japón por asuntos de negocios. Cosa que lejos de incomodarla, la noticia le trajo una sensación inesperada de alivio.Por primera vez en semanas, podría respirar sin sentirse bajo la constante vigilancia de su prometido, pero la tranquilidad no duró demasiado pues el lunes por la mañana, apenas cruzó la puerta de la oficina, Clara la interceptó con una expresión tensa.—Sandra, cambio de planes. Tienes que viajar a Francia. ─ Sandra se detuvo en seco. —¿Francia? ¿Ahora? ─Clara asintió con rapidez.—Sí. La casa productora de la licorera necesita que alguien de DL Distribution supervise los últimos detalles antes del acuerdo definitivo. El jet privado de la empresa te espera en el hangar 12. Saldrás a las 11 a. m. ─Sandra miró la hora. Tenía menos de dos horas para empacar y salir. Suspiró, sintiendo la tensión subirle por la
La puerta de la suite presidencial se cerró con un leve clic tras ellos, sellando el mundo exterior en un solo instante. Sandra se quedó de pie en medio de la habitación, su respiración irregular y el cuerpo aún tenso tras el inesperado viaje con Marck. Él, en cambio, se deshizo del saco con calma, lo dejó sobre el respaldo de una silla y se giró para mirarla. La intensidad en sus ojos la atravesó como una ráfaga ardiente. No había prisa en él, pero tampoco paciencia infinita. Solo esa energía contenida… ese algo que siempre los hacía perderse el uno en el otro.—Esto no tenía que ser así. —La voz de Sandra sonó más débil de lo que pretendía. Marck esbozó una media sonrisa.—No tenía que serlo, pero aquí estamos. ─Ella desvió la mirada.—No puedes hacer tu voluntad cada. ez que quieras , Marck. ─Él se acercó con pasos firmes, acortando la distancia hasta que su calor se mezcló con el de ella.—¿Que crees que es mi voluntad, Sandra? —Sandra sintió que su garganta se secaba.—No pued
La camisa de Marck se deslizó por sus hombros. Los dedos de Sandra recorrieron su piel, conociéndolo por primera vez, redescubriendo cada músculo, cada surco de su torso. Sus labios se separaron por segundos, solo para que Marck la mirara con la certeza de quien no piensa soltar nunca.—Dime que eres mía. —su voz sonaba rota, vulnerable. Sandra deslizó sus manos hasta su rostro, acariciándolo con dulzura.—Siempre lo he sido. —Marck exhaló con fuerza y en un solo movimiento, la levantó en sus brazos, llevándola hasta la cama. El peso del mundo desapareció.Las promesas dejaron de ser solo palabras y esa tarde, sin reservas, sin miedos, sin vuelta atrás serían un solo ser. Marck se dedicó a desnudarla con sutileza, como quien descubre el regalo más esperado. Sandra observaba con anhelo como Marck se desenvuelve con cautela. Las manos de Marck tiemblan, se siente como si fuera su primera vez y tal vez sí lo era, pues nunca había hecho el amor como se disponía a hacer esa tarde. Sus r
Mientras Marck y Sandra dsifrutaban de su amor todo en Belgica estaba patas arriba. Marck ha desaparecido sin dejar rastro. El lo habia hecho todo de una manera tan estrategica que nadie se dio cuenta cuando él salió de la mancion Lion. El reloj marcaba más de 24 horas desde la última vez que alguien había visto al heredero y presidente de DL distributor y nadie se había dado cuenta de su ausencia hasta ahora. Aurora estaba de pie en la entrada de la mansión, con los brazos cruzados, su paciencia al límite, algo no cuadraba. —¿Me está diciendo que nadie sabe cuándo salió? —preguntó con frialdad. La ama de llaves, que llevaba años trabajando en la residencia Lion, asintió con seriedad. —El señor Marck no mencionó ningún viaje, ni pidió que se preparara su equipaje. —Aurora achicó los ojos. —¿Y cuándo fue la última vez que alguien lo vio en la casa? —La mujer titubeó. —Ayer por la mañana entró a su habitación… pero no puedo asegurar si estuvo ahí todo el día. —Aurora sintió un e
Sandra sostuvo el anillo entre sus dedos, sintiendo el frío del metal contra su piel. La decisión estaba tomada. No podía casarse con Akiro. No después de lo que había sucedido con Marck. No cuando por fin había elegido lo que su corazón siempre había querido. Levantó la mirada y encontró los ojos oscuros de Akiro, quien la observaba con una calma inquietante. Un hombre como él no aceptaba el fracaso y lo que estaba a punto de hacer sería una humillación para él. Sandra tomó aire y extendió la mano, dejando el anillo en la palma de Akiro. —No puedo casarme contigo. —Las palabras flotaron en el aire, pesadas como una sentencia. Akiro bajó la mirada lentamente hacia la joya en su mano. Sus dedos se cerraron en torno a ella, pero su expresión no cambió, no parpadeó, no mostró sorpresa, no mostró furia y eso fue lo que más asustó a Sandra. Porque cuando Akiro no reaccionaba de inmediato, significaba que ya estaba planeando su próximo movimiento. —Así que elegiste creerle. —Su voz fue b