En este capítulo, el conflicto emocional de los personajes alcanza un punto crítico. Marck se enfrenta a la realidad de su compromiso con Aurora, pero su corazón y su mente ya no están alineados con la decisión que tomó tiempo atrás. Mientras tanto, Sandra lucha contra sus propios sentimientos, tratando de convencerse de que lo mejor para ella es alejarse de un amor imposible. Aurora, con su carácter posesivo y estratégico, demuestra que está dispuesta a jugar cualquier carta para mantener su control sobre Marck, mientras que Akiro, con su astucia y paciencia, ve en la indecisión de Sandra una oportunidad para ganarse su corazón. Este capítulo marca un cambio en la dinámica entre los personajes: Sandra intenta encontrar una salida a sus emociones, Akiro se convierte en un rival más serio, y Marck comienza a sentir el peso de sus decisiones. ¿Hasta dónde pueden llevarlos sus sentimientos? ¿Quién está?
El silencio de la habitación la envolvía como un manto pesado. Sandra estaba acostada en su cama, con la vista fija en el techo, pero su mente estaba a kilómetros de distancia. Había apagado la luz hacía más de una hora, pero no podía dormir. No importaba cuántas veces cerrara los ojos, su mente seguía girando, atrapada en un bucle de pensamientos que no la dejaban en paz. Todo había pasado demasiado rápido. Dos semanas. Ese era el tiempo exacto que llevaba en esa empresa. Catorce días y en ese tiempo, su mundo se había volcado por completo. Nada de esto estaba en sus planes. No planeaba involucrarse con Marck. No debía haberlo hecho, pero lo había hecho y ahora estaba atrapada en una maraña de emociones que no sabía cómo desatar. Se giró sobre un costado y abrazó su almohada, buscando una comodidad que no llegaba. Había aceptado estar con Akiro. Se lo había dicho en la limusina. Había permitido el beso. Entonces, ¿por qué se sentía así? Era lo correcto, ¿no? Akiro le ofrecía se
La sala de conferencias estaba llena. Los representantes de Duvall & Sons se encontraban listos para la negociación. Sandra ajustó su postura y sonrió con seguridad. Ya no era la mujer que Marck había conocido dos semanas atrás. Ahora era una ejecutiva y él lo iba a ver. Desde la pantalla de su laptop, Marck observaba la escena y no podía apartar la vista de ella. Tan segura. Tan impecable. Tan inalcanzable. La forma en que presentaba las proyecciones, la fluidez con la que discutía los términos…Era simplemente brillante y lo estaba dejando atrás.—DL Distribution garantiza la mejor red de distribución a nivel internacional —explicó Sandra con una voz firme—. Contamos con aliados estratégicos en los mercados más importantes y la logística necesaria para posicionar su marca con la exclusividad que merece. Los ejecutivos europeos intercambiaron miradas de aprobación. —Se nota que su equipo ha hecho un estudio profundo del mercado —comentó uno de ellos.Sandra asintió. —Es nuestro c
El hospital apestaba a encierro. Las paredes blancas, el sonido incesante del monitor cardíaco, el paso constante de enfermeras y médicos que no le prestaban atención más allá de su condición física. Pero nadie veía lo que realmente le dolía.Dos semanas. Dos malditas semanas atrapado en esta cama, viendo cómo el mundo seguía sin él y lo peor de todo… viendo cómo Sandra seguía sin él. Se pasó una mano por el rostro, exhalando con frustración. Desde la videollamada de esa mañana, su cabeza no había dejado de dar vueltas.> El solo recordar sus palabras hacía que su pecho se apretara. No. No podía aceptarlo. Podía lidiar con muchas cosas: con el dolor físico, con los negocios complicados, incluso con Aurora y su constante manipulación, pero no podía lidiar con perder a Sandra. ¿Cómo podía hacerlo cuando ella había sido la única que le hizo sentir algo real en tanto tiempo? Pero… ¿qué podía ofrecerle? Se obligó a
El tiempo había avanzado sin pausa, arrastrándolos en un limbo donde todo parecía mantenerse en calma, al menos en la superficie. Dos semanas. En ese tiempo, Marck había sido dado de alta y ahora estaba confinado en su casa, bajo estrictas indicaciones médicas de reposo. Aunque se sentía físicamente mejor, el aislamiento solo había empeorado su tormento mental.Su acceso a la empresa estaba restringido, lo que significaba que Clara y Sandra manejaban todo en su ausencia. Sus llamadas eran breves, estrictamente laborales. Nada más. Nada de ella. Ninguna palabra más allá del trabajo y eso lo estaba volviendo loco. Por otro lado, Sandra se había sumergido en su rutina con una determinación inquebrantable. Mantenía las conversaciones con Marck en el mínimo indispensable, siempre profesional, siempre distante. No le daba ningún espacio para hablar de lo que habían sido… o lo que pudieron ser, pero en la soledad de la noche…Cuando los teléfonos estaban apagados. Cuando la oficina esta
A kilómetros de distancia, Aurora estaba sentada en un lujoso sofá con una copa de vino en la mano. La pantalla de su tableta mostraba la transmisión en vivo del compromiso de Akiro Yamada y Sandra Willis. La imagen era perfecta.Sandra, con un vestido de seda marfil. Akiro, con su kimono negro y dorado. El anillo, el beso, el aplauso de cientos de invitados de élite. Aurora no pudo evitar sonreír con burla. Akiro era un bastardo calculador… pero eficiente. Justo lo que necesitaba. Tomó la tableta y caminó lentamente hasta la habitación donde Marck estaba descansando. Él estaba sentado en el borde de la cama, en una postura tensa, con la mirada clavada en el suelo.Aurora se detuvo frente a él y sin decir nada, le extendió la tableta. Marck frunció el ceño, tomándola con duda, pero cuando su mirada cayó sobre la imagen en la pantalla, su corazón se detuvo. Sandra, vestida como una diosa, con un anillo en su dedo y los labios aún marcados por el beso de otro hombre.El compromiso est
El teléfono de Marck descansaba sobre la mesa frente a él. La pantalla seguía iluminada con la imagen de Sandra y Akiro en su compromiso, el beso, el anillo, los aplausos. Había visto todo, cada segundo, cada gesto, cada maldita sonrisa y aún así, sabía que no todo estaba perdido. No hasta que ellos realmente se casaran. Hasta que Sandra no estuviera oficialmente casada con Akiro, aún había tiempo. Aún había una forma de traerla de vuelta. Marck exhaló con fuerza y tomó el teléfono. Tenía que encontrar la manera de acercarse a Sandra y no iba a detenerse hasta hacerlo.💖💖💖El interior de la limusina estaba en completo silencio, solo el suave murmullo de la ciudad filtrándose a través de las ventanas polarizadas.Sandra se mantenía quieta, con la vista fija en la noche, intentando ignorar la forma en que Akiro la miraba, pero lo sentía. Sentía su mirada oscura recorriéndola, analizando cada detalle de su expresión, de su respiración, de la forma en que sus dedos jugueteaban con el
El fin de semana pasó sin mayores sobresaltos. Sandra había hablado con Akiro solo en dos ocasiones, conversaciones breves donde él le comentó sobre su viaje a Japón por asuntos de negocios. Cosa que lejos de incomodarla, la noticia le trajo una sensación inesperada de alivio.Por primera vez en semanas, podría respirar sin sentirse bajo la constante vigilancia de su prometido, pero la tranquilidad no duró demasiado pues el lunes por la mañana, apenas cruzó la puerta de la oficina, Clara la interceptó con una expresión tensa.—Sandra, cambio de planes. Tienes que viajar a Francia. ─ Sandra se detuvo en seco. —¿Francia? ¿Ahora? ─Clara asintió con rapidez.—Sí. La casa productora de la licorera necesita que alguien de DL Distribution supervise los últimos detalles antes del acuerdo definitivo. El jet privado de la empresa te espera en el hangar 12. Saldrás a las 11 a. m. ─Sandra miró la hora. Tenía menos de dos horas para empacar y salir. Suspiró, sintiendo la tensión subirle por la
La puerta de la suite presidencial se cerró con un leve clic tras ellos, sellando el mundo exterior en un solo instante. Sandra se quedó de pie en medio de la habitación, su respiración irregular y el cuerpo aún tenso tras el inesperado viaje con Marck. Él, en cambio, se deshizo del saco con calma, lo dejó sobre el respaldo de una silla y se giró para mirarla. La intensidad en sus ojos la atravesó como una ráfaga ardiente. No había prisa en él, pero tampoco paciencia infinita. Solo esa energía contenida… ese algo que siempre los hacía perderse el uno en el otro.—Esto no tenía que ser así. —La voz de Sandra sonó más débil de lo que pretendía. Marck esbozó una media sonrisa.—No tenía que serlo, pero aquí estamos. ─Ella desvió la mirada.—No puedes hacer tu voluntad cada. ez que quieras , Marck. ─Él se acercó con pasos firmes, acortando la distancia hasta que su calor se mezcló con el de ella.—¿Que crees que es mi voluntad, Sandra? —Sandra sintió que su garganta se secaba.—No pued