Capítulo 2
—Ella es la doctora de turno anoche, Inmaculada García.—dijo el decano.

Joan entró y miró la placa de trabajo de Inmaculada y dijo.—Venga conmigo.

Inmaculada estaba confudida.

—A dónde...

—Ay, date prisa.—el decano no le permitía hacer más preguntas y la tiró.—No hagas esperar mucho tiempo al señor Rodrigo Lozano.

Muy pronto fue llevada a la oficina del decano.

Rodrigo se hundió en el sofá, su esbelto cuerpo fue recto y erguido. Si no se observó con cuidado, era imposible detectar la palidez de sus finos labios.

El olor de agua desinfectante del hospital cubría el ligero olor de sangre de su cuerpo.

Llevaba un traje puro negro y en su rostro había una sensación aguda y dominante, forjada en las grandes pruebas de la vida, sólo con una mirada, ¡hacía que la gente temblara de miedo!

El asistente se acercó por detrás de Rodrigo, se inclinó hacia él y susurró.—Todas las cámaras de vigilancia fueron destruidas deliberadamente anoche, probablemente por las personas que le perseguían para matar, por miedo a dejar evidencia, lo destruyeron deliberadamente. Esta es la doctora de turno anoche, se llama Inmaculada García, el decano también confirmó que estaba ella. Fui a ver los registros de la lista, anoche fue efectivamente su turno.

Rodrigo levantó los ojos.

Inmaculada se quedó sobresaltada con un respiro profundo. ¿No fue eso el director general del Grupo Triunfo?

—¿Fuiste tú quién me ayudó anoche?—Rodrigo la miró con una pizca de sospecho en los ojos.

Inmaculada inmediatamente bajó la mirada, sin atreverse a mirarlo.

—Sí, fui yo.—No sabía exactamente qué había pasado anoche, pero sabía que si podía establecer una relación con él, obetendría solamente beneficios.

En este momento también fue justo el momento clave de tener oportunidad de pasantía en el Hospital General de la Segunda Región Militar.

Decían que era una pasantía, en realidad todos sabían que después de ir allí, se quedaría allí.

Los recursos de allí eran mucho mejores que los de aquí.

Si podía obtener la ayuda de Rodrigo, ¡sería definitivamente suya la oportunidad de ir a la Segunda Región Militar!

—Puedo darte cualquier lo que quieres, incluso el matrimonio.—dijo Rodrigo con una expresión inexpresiva, y recordó lo que había pasado la noche anterior, su rostro frío adquirió un toque más suave.

—Esto... Yo...—la suerte llegó tan rápidamente que Inmaculada hablaba palabras incoherentes.

—Si lo piensas bien, puedes venir a buscarme.—Rodrigo se levantó y ordenó a su asistente darle su dato de contacto.

El decano fue a desperdirlo,—Señor Rodrigo.

—No hace falta acompañarme.—dijo Rodrigo con su habitual indiferencia en el rostro. Como si recordaba algo, detuvo sus pasos y agregó.—Ella está en el hospital. Por favor, atiéndela bien.

—No se preocupe, lo haré.—El decano sonreía.

Asegurándose de que nadie podía escuchar, el asistente susurró—Ya está casado, el matrimonio...

Me temo que no puede prometerle a la señorita Inmaculada.

Al pensar en la mujer con la que se había obligado a casar, la expresión en el rostro de Rodrigo se veía volviendo cada vez más sombría, y una sonrisa fría iba apareciendo en la comisura de sus labios.—Va a morir.

El asistente tembló y no sabía de quién estaba hablando, si de la mujer que se casó con él o del detonante de todo este asunto.

...

Gabriela regresó a la villa, donde vivía su marido recién casado.

—Señorita—Dalia vino a saludarla tan pronto como ella entró—.¿Por qué estuvo fuera toda la noche?

—Es que tuve un trabajo temporal.—susurró ella.

Estaba muy cansada, con ojos rojos.

Notando que Gabriela estaba tan agotada, Dalia dejó de preguntarle.

Subió al piso de arriba y se metió en la bañera. Al recordar lo de anoche, sus mejillas no paraban de arder. Enterró la cabeza en los brazos.

En realidad se sentía un poco complicada.

Después de todo, había entregado así su primera noche ni sabía de qué tipo era ese hombre.

Además, ella, estaba casada.

Parecía que ofendía a su marido recín casado - ¡Rodrigo!

Después de bañarse, se puso la ropa y salió.

Al verla ir a salir de nuevo, Dalia se acercó y le dijo.—¿Va a salir? ¿No quería desayunar?

Gabriela echó una ojeada a la hora y dijo.—Llegaré tarde al trabajo.

Dalia había oído que era médica y, conociendo la índole de su trabajo y que la profesión era respetable, fue a coger un vaso de leche—Está caliente, puede beberla antes de irse.

Gabriela miró a Dalia, su preocupación le hizo sentir una sensación cálida, bajó suavemente los ojos y dijo en voz baja.—Gracias.

—Ay, de nada.—dijo Dalia sonriendo, su rostro redondo parecía muy amable y cercano.

Gabriela se bebió la leche, le dió el vaso a Dalia y salió.

No fue directamente al hospital a trabajar, salía tan temprano porque tenía que ir al departamento de hospitalización.

Su madre estaba en la sala de cuidados intensivos.

Al entrar, ella comprobó el estado de su madre, que seguía siendo mal.

Se sentía triste.

Su madre sufrió de insuficiencia cardíaca y ya se encontraba en la fase terminal. Para prolongar su vida sólo se podía hacer un trasplante de corazón, pero requería una gran cantidad de dinero para la cirugía.

Ella aceptó casarse con la familia Lozano, porque su padre la amenazó con no darle dinero si no aceptaba.

Ahora sólo tenía que esperar a que hubiera un corazón adecuado, así que su madre sería salvada.

Dijo con una voz ronca y baja, mirando su madre.—Mamá, seguro que voy a curarte.

Porque su madre era la persona más íntima del mundo para ella.

Zzzzz—

El móvil en su bolsillo sonó.

—Gabrielita, hazme un favor.—emitió una voz desde el móvil.
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