Capítulo 3
El hombre que le llamaba era su condiscípulo mayor de la universidad, se habían graduado de la misma escuela de medicina, sólo que él se había graduado dos años antes y había ido al extranjero a estudiar. Ahora era muy famoso en el país.

También le había atentido mucho a Gabriela.

Así que los dos eran considerados buenos amigos.

—¿Qué? Díme.—ella respondió rápidamente.

—Tengo un paciente, pero tengo una urgencia aquí y no puedo llegar, ¿puedes ir por mí?

Gabriela miró el tiempo, hoy no tenía consulta, había dos cirugías por la tarde, tenía tiempo por la mañana, así que dijo.—Por supuesto.

—Dirección Rose Garden Area A, 307, dices que buscas al señor Joan Hernández, el portero lo notificará.

—Bueno.

—No hables a nadie de este asunto y no hagas preguntas, lo único que necesitas hacer es curarlo.—advirtió.

—Ya lo sé.

Gabriela respondió, colgó el teléfono y tomó un taxi para ir al lugar.

Se trataba de una zona residencial de lujo con la máxima seguridad y privacidad.

El portero de seguridad la detuvo. Gabriela dijo que visitaba al señor Joan. Después de hacer una llamada para confirmar y recibir el permiso, el portero la dejó pasar.

Gabriela encontró la casa de número 307 y presionó el timbre.

Pronto la puerta se abrió.

Al ver que el hombre quien vino no era Alfredo, Joan frunció el ceño,—Usted es...

Gabriela sintió por las palabras de Alfredo que esta paciente parecía estimar mucho por la privacidad, y ella tampoco quería causarse problemas debido a este asunto, por lo que llevaba una máscara.

—Fue el doctor Alfredo quien me dijo que viniera.

Joan miró el botiquín que llevaba en su mano y preguntó.—¿Sabe cómo hacerlo?

—Lo sé, me ha informado el doctor Alfredo, no se lo diré a nadie.

Pensando que Alfredo no llamaría a alguien cualquiera, Joan la dejó entrar.

Llevó a Gabriela a través de la gran sala de estar, al segundo piso, y caminó hacia un dormitorio.

En la habitación no había luz, ella dijo.—¿Cómo voy a curar al paciente si está tan oscura?—

Al escuchar la voz de una mujer, Rodrigo tomó el abrigo que fue arrojado a un lado a tapar su cara y dijo con frialdad.—Enciende la luz.

Joan encendió la luz.

La habitación se iluminó instantáneamente.

Gabriela sintió una pizca de familiaridad en la voz, pero no pensó más, vio al hombre acostado en la cama, las manchas de sangre en la camisa blanca se habían secado, revelando un rojo oscuro.

Ella no se miró demasiado, sólo vino a tratar la enfermedad.

Fue claro que el hombre no quería que se supiera su identidad, ella también debería ser consciente de eso.

Colocó el botiquín sobre la mesa y lo abrió, sacó tijeras médicas para cortar la gasa tapada en la herida.

Pronto vio la herida, que había sido tratada simplemente con la gasa. Al cortar la gasa, notó dos laceraciones de cuchillo en la costilla derecha.

Dejó las tijeras, y hábilmente limpió la herida.

Con una operación tranquila y rápida.

—Es alérgico a los anestésicos?—ella preguntó.

La herida que revisó no era profunda ni tenía lesiones en el interior, pero aún necesitaba sutura.

Esto requería anestesia local.

Su voz era demasiado tranquila, completamente diferente a la con pánico de ayer por la noche.

Por lo tanto, incluso escuchando su voz, Rodrigo no notó nada en absoluto.

En su mente, reconocía su habilidad médica excelente, y habló con frialdad.—No.

Gabriela mezcló el medicamento, y luego inyectó anestesia alrededor de las heridas que iban a ser suturadas.

Después de dos minutos, el medicamento comenzó a hacer efecto y ella empezó a suturar la herida.

Todo esto se realizó en una hora.

Muy rápido.

Sus manos estaban manchadas de sangre.—Necesito ir al baño.

—Está por debajo, váyase.—dijo Joan.

Ella salió.

Asegurándose de que estaba abajo, Joan cerró la puerta y se acercó.

—Ya lo he averiguado, las gentes de anoche fueron enviada por Cecilia, probablemente porque despidió a toda la gente que ella había plantado en la companía, ella estaba desesperada y quería matarle.

Rodrigo se levantó y se sentó en el borde de la cama, desarreglado y en un estado mal, pero el cuerpo tan enfermo que debería haber sido débil exudaba un aura feroz asombrosa.

Él levantó la mirada, con los ojos oscuros como un profundo estanque,—¿Tiene algo que ver con la mujer que me casó?

Joan hizo una pausa por un momento y susurró.—Sí, descubrí que ella tuvo contacto con Ramón González. Este asunto también es extraño, él insistió en que fuera usted quien se casara con la mujer pero no Alvaro, se puede decucir que ella debría haber hecho algo.

—Ella me dio tantos regalos seguidos y si no le devuelvo nada, parecerá que no sé cómo corresponder los favores.—Rodrigo sólo estuvo fuera del país durante un tiempo para algunas cosas, pero alguien aprovechó su ausencia y creó tantos caos.

Su expresión se amontonó con indiferencia, pero no pudo detener la escalofriante intención oculta en lo profundo de sus ojos.—He oído que Alvaro administra un lugar de entretenimient llamado Fantasma en la calle central.

Joan lo entendió de inmediato.—La compañía ya no tiene un lugar para ellos, dependen de ese lugar de entretenimiento para obtener ingresos, si nos deshacemos de ese lugar, tendrán dificultades en el futuro.

—Vete.—Rodrigo susurró.

Joan bajó las escaleras, y Gabriela iba a subir.

Joan sabía que Alfredo debía haberle informado, fue un consejo y una advertencia.—El asunto de hoy, si lo revela, definitivamente morirá horriblemente.

Si Cecilia y Alvaro conocía el estado de Rodrigo, definitivamente aprovecharían la oportunidad para hacer algo.

—No lo haré,—Gabriela bajó la cabeza,—tomaré el botiquín médico y me iré.

Subió las escaleras y vio al hombre de espaldas a la puerta, sin la camisa ensangrentada. Toda la espalda era delgada y ancha, lu cintura era estrecha sin grasa y conectada con una línea firme y simétrica de las caderas, equilibradas y rectas, mostrando una sensación de fuerza vagamente.

—¿Sigue sin irse?—el hombre no se volvió, pero parecía haber percibido su mirada fija, preguntó con una voz perezosa mezclada con cierta burla.

Gabriela bajó apresuradamente la cabeza, había estado mirando con demasiada atención.
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