Capítulo 9
—Recházalo.—Rodrigo empujó la puerta de la oficina—dame un café, por favor.

Terminando sus palabras, caminó hacia el escritorio.

—El señor Fernández dice que no va a salir si usted no le atiende

Rodrigo echó un vistazo a la secretaria.

La secretaria bajó la cabeza enseguida.

—Llévalo aquí.—Se sentó, y se desabrochó el traje.

Pronto la secretaria lo llevó a Javier a la oficina, con un café.

La cara de Javier estaba llena de queja y le preguntó.—¿De dónde encontraste a aquella mujer?

Rodrigo tomó el café, ordenó a la secretaria que saliera, y luego leventó las miradas a Javier.

—¡Mira las heridas!—Javier señaló su cuello, con una herida obvia, y una venda se pegó en su muñeca.—Casi me cortó el tendón de mano.

Rodrigo echó un vistazo a las heridas de Javier y sintió un poco de alegría en su corazón.

Le preguntó fingiendo no saber nada.—¿Qué pasó?

Javier aún sintió temor.—¡Esa mujer llevó un cuchillo y lo usaba con mucha habilidad! El médico me dijo que no me cortó la arteria por suerte. N
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