Capítulo 5
Alfredo vino buscando a Gabriela, en coche de Rodrigo.

Al ver a Inmaculada, abrió la puerta y bajó del coche.—Me voy.

Cuando Alfredo se marchó, Inmaculada subió al coche y se sentó frente a Rodrigo, con un poquito de inquietud, ya se dio cuenta de que Rodrigo podría haber confundido ella y otra mujer.

Sin embargo, había obtenido el beneficio de estar cerca de él.

El decano siempre la admiraba a Gabriela, la razón por la que de repente le dio la plaza de ir al Hospital General de la Segunda Región Militar como pasante, todo por Rodrigo.

Decidió apoderarse de este hombre.

Este bien, o sea, esta oportunidad, fue única gracias al dios, así que tenía que aprovecharla.

—Ya lo he decidido.—dijo levantando los ojos.

Parecía que Rodrigo no esperaba que ella tomara una decisión en tan poco tiempo, fingió estar tranquilo y movió ligeramente el cuerpo, pero realmente estaba curioso por su respuesta.

—No necesito nada.

Como Rodrigo le había prometido el matrimonio, debería tener una relación física entre ellos.

Si le pedía el matrimonio al principio, o otros beneficios, se veía bastante codiciosa.

Retrocedió para avanzar.—Si podemos ser amigos, está bien.

Rodrigo frunció fuerte los labios, con una emoción obscura, dijo en un tono tranquilo.—¿Has pensado bien?

Inmaculada asintió con la cabeza.

Tal vez anoche ella estuvo impulsiva.

Él no quería forzar a ella.

—Respeto tu decisión.

...

En el hospital.

Gabriela estaba leyendo un libro médico en la sala de descanso. Después del tranajo, no quería volver al lugar de Rodrigo, ni a la casa suya.

Se quedaba en el hospital para pasar el tiempo mientras estudiar, le parecía bien.

Toc, toc...

Un golpe llamó en la puerta. Alfredo la empujó y vio a Gabriela. Le preguntó.—¿Por qué te escondes aquí?

—No me escondo.

Gabriela cerró el libro y lo puso en la mesa, se levantó y se lo acercó—¿Qué pasa?

—Me ayudaste y tengo que agradecerte.—dijo con risas.—Vamos a cenar, te invito.

Ella lo rechazó—No, gracias.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien?—Alfredo descubrió que no estaba de buen humor.

—Nada.—dijo Gabriela, fingiendo no percibir su mirada.

—Si te pasa algo, dímelo, o sea, ¿no me confías?—Alfredo no lo creía.

—Sí.—explicó con ansiedad, dando un suspiro.—No podré trabajar contigo.

—¿Por qué?—Alfredo frunció el ceño, parecía que estaba en furia—¿El decano cambió su idea? ¿A quién le dio el lugar? Voy a hablar consigo.

Gabriela lo detuvo, y meneó la cabeza.

—¿No sueñas ser una excelente médica militar? Si no puedes ir al hospital general, ¿cómo podrás realizar tu sueño?—Alfredo estaba sorprendido.

Estudiaba mucho, y trabajaba con esfuerzos, ¿no fue para realizar el sueño?

Gabriela bajó los ojos. No fue que hubiera renunciado a su sueño, sino que la realidad se lo había puesto difícil.

Además, no quería molestar a Alfredo.

Alfredo frunció los labios.—Lo sé.

Gabriela fingió no pasar nada, sonriendo.—Te invito a cenar.

—Hasta la proxima vez.—Alfredo estaba tan claro en el corazón. Antes Gabriela fue la persona seleccionada, pero ahora se la había reemplazado, seguramente alguien lo manipuló, Gabriela apaciguó la discordia solamente porque sus palabras eran insignificantes.

Pero, él no podía aguantar esto.

—Tengo algo que hacer, me voy.

Se marchó en seguida terminando sus palabras.

Con ira.

Alfredo irrumpió en la oficina del decano. Se atrevió a hacer así no solo por su convencimiento, sino también porque era de una familia noble.

El decano estaba hablando por teléfono, al ver a Alfredo, terminó la conversación con rapidez, colgó el teléfono y se levantó con sonrisa。 —¿Qué pasa, Alfredo?

—¿La persona que se ha asignado a estudiar en el hospital general no fue Gabriela? ¿Por que ahora se le ha reemplazado? ¿Es que alguien te ha ofrecido beneficios para hacerlo? Si no me lo explicas claramente hoy, no voy a salir.

El decano se sentía muy embarazoso.

—Sobre esto no tuve otra opción, a ver, Rodrigo Lozano me ordenó que atendiera a Inmaculada, ¿qué más puedo hacer?—explicó.

Al oír que era por Rodrigo, Alfredo frunció el ceño con fuerza.

—Si no estás convencido, vas a buscar a Rodrigo.—el decano hizo un truco, de todas formas era dos personas a quienes no se atrevía a ofender‘’, así que más le valía echarle la culpa a Alfredo.

Alfredo estaba tan enojado, dio una vuelta para ir a buscar a Rodrigo, al salir del hospital, vio a Inmaculada acabar de bajar del coche.

Se acercó a ella.

—Alfredo.—Inmaculada saludó con risas.

Alfredo no sabía qué cara debería poner.

Echó un vistazo al coche, y le dio una respuesta con cortesía.

Cuando Inmaculada se marchó, de todos modos Alfredo estaba muy lastimoso por lo que sucedió a Gabriela. Con mayor razón, la persona quien estaba detrás del asunto era muy cercana a él.

Rodrigo nunca se había enamorado de ninguna mujer.

Ahora le trataba a Inmaculada con mucha atención, parecía que tenían una relación especial.

¿Cómo podía estropear la felicidad de su amigo?

Era raro que Rodrigo estuviera dispuesto a tomar la iniciativa para complacer a una mujer.

—No lo entiendo, ¿por qué te gusta Inmaculada?
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