—Ella es la doctora de turno anoche, Inmaculada García.—dijo el decano.Joan entró y miró la placa de trabajo de Inmaculada y dijo.—Venga conmigo.Inmaculada estaba confudida.—A dónde...—Ay, date prisa.—el decano no le permitía hacer más preguntas y la tiró.—No hagas esperar mucho tiempo al señor Rodrigo Lozano.Muy pronto fue llevada a la oficina del decano.Rodrigo se hundió en el sofá, su esbelto cuerpo fue recto y erguido. Si no se observó con cuidado, era imposible detectar la palidez de sus finos labios.El olor de agua desinfectante del hospital cubría el ligero olor de sangre de su cuerpo.Llevaba un traje puro negro y en su rostro había una sensación aguda y dominante, forjada en las grandes pruebas de la vida, sólo con una mirada, ¡hacía que la gente temblara de miedo!El asistente se acercó por detrás de Rodrigo, se inclinó hacia él y susurró.—Todas las cámaras de vigilancia fueron destruidas deliberadamente anoche, probablemente por las personas que le perseguían para mat
El hombre que le llamaba era su condiscípulo mayor de la universidad, se habían graduado de la misma escuela de medicina, sólo que él se había graduado dos años antes y había ido al extranjero a estudiar. Ahora era muy famoso en el país.También le había atentido mucho a Gabriela.Así que los dos eran considerados buenos amigos.—¿Qué? Díme.—ella respondió rápidamente.—Tengo un paciente, pero tengo una urgencia aquí y no puedo llegar, ¿puedes ir por mí?Gabriela miró el tiempo, hoy no tenía consulta, había dos cirugías por la tarde, tenía tiempo por la mañana, así que dijo.—Por supuesto.—Dirección Rose Garden Area A, 307, dices que buscas al señor Joan Hernández, el portero lo notificará.—Bueno.—No hables a nadie de este asunto y no hagas preguntas, lo único que necesitas hacer es curarlo.—advirtió.—Ya lo sé.Gabriela respondió, colgó el teléfono y tomó un taxi para ir al lugar.Se trataba de una zona residencial de lujo con la máxima seguridad y privacidad.El portero de segurida
Fue a recoger el botiquín, bajando los ojos, sin olvidar su deber como médica, y le aconsejó.—No moje la herida por ahora, desinféctela una vez al día. Lleva ropa holgada para no rozar la herida.Dejó las medicinas.—Este es para tomar por vía oral, el otro es para uso externo.Rodrigo le respondió ligeramente sin volver la cabeza.Y Gabriela no dijo nada más.Salió con el botiquín.Tomó un taxi y cuando regresó al hospital eran casi las once de la noche. Fue al comedor del hospital a comer algo, y acabó de regresar al departamento, el decano la llamó a su oficina.—Voy a enviar a Inmaculada a la Segunda Región Militar a estudiar.—el decano parecía serio y tener alguna razón que no podía decir.Gabriela se quedó en suspensión, pero prosiguió preguntando con insistencia.—¿No me había dicho que me enviaría a estudiar?—Como sabes, todos esos equipos médicos de alta tecnología de nuestro hospital fueron donados por el Grupo de Triunfo, y Rodrigo me encargó que cuidara de la doctora Inmacul
Alfredo vino buscando a Gabriela, en coche de Rodrigo.Al ver a Inmaculada, abrió la puerta y bajó del coche.—Me voy.Cuando Alfredo se marchó, Inmaculada subió al coche y se sentó frente a Rodrigo, con un poquito de inquietud, ya se dio cuenta de que Rodrigo podría haber confundido ella y otra mujer.Sin embargo, había obtenido el beneficio de estar cerca de él.El decano siempre la admiraba a Gabriela, la razón por la que de repente le dio la plaza de ir al Hospital General de la Segunda Región Militar como pasante, todo por Rodrigo.Decidió apoderarse de este hombre.Este bien, o sea, esta oportunidad, fue única gracias al dios, así que tenía que aprovecharla.—Ya lo he decidido.—dijo levantando los ojos.Parecía que Rodrigo no esperaba que ella tomara una decisión en tan poco tiempo, fingió estar tranquilo y movió ligeramente el cuerpo, pero realmente estaba curioso por su respuesta.—No necesito nada.Como Rodrigo le había prometido el matrimonio, debería tener una relación física
—¿Qué?—Rodrigo miró a Alfredo, enarcó las cejas con una imponente presencia.—Nada, me lo tragaré por el bien de tu felicidad.—Alfredo dijo apretando los dientes.Rodrigo le echó un vistazo, en los ojos tranquilos y profundos.—Vamos.Joan arrancó el coche y se marchó. Alfredo sintió que tenía que hacer algo para ayudar a Gabriela. Cuando se dio la vuelta para buscar a ella, la encontró saliendo.—Gabriela.—se acercó.—Tengo que regresar a casa.—Gabriela dijo a Alfredo con una sonrisa.Alfredo la miró y se sintió triste por dentro.—Mira, Gabriela, sobre un corazón compatible para tu madre, intentaré todo lo posible para encontrarte el adecuado cuanto antes.Se le apretó el corazón al pensar en su madre, y se esforzó por ocultar sus emociones, pero su voz la traicionó. Gabriela preguntó con un ligero temblor.—¿De verdad?El corazón era diferente de los demás órganos, era difícil de encontrar.Incluso había gente que no lo obtendría hasta morir.—Alfredo, muchas gracias.—no supo cómo expr
—Señorita, soy asistente del señor Lozano, le invita, sígame por favor.Al ver a Joan, Gabriela se congeló un momento, y luego se apresuró a bajar los ojos para ocultar la mirada que le había reconocido.Antes fue a curar la herida de una persona por Alfredo, fue este hombre quien abrió la puerta, ¿era el ayudante de Rodrigo?¿La persona herida fue Rodrigo?—Vamos, señorita González.—Joan dijo otra vez en tono enfático al ver que Gabriela estaba parada.Gabriela dejó de pensarlo y dijo.—Pero tengo que trabajar.Fue un rechazo obvio.No quería ver a ese hombre.—Señorita, debe pensarlo bien. En esta situación, si le molesta al señor Lozano, no solo perderá el trabajo, sino también que se arruinará toda la carrera de médica.Fue una amenaza obvia.Gabriela se esforzó en tranquilizarse, su padre solo pagaba el gasto de operación de su madre, ella necesitaba pagar los gastos de curación y enfermería con sus salarios, no podía perder el trabajo ni el sueño de ser médica.¡Sólo podía aceptar
Dejó que la llevó ese hombre rijoso. ¿Por qué se aparecía otra vez? ¿Para burlarse de ella?¡Qué risa!—¿Rodrigo?—señaló a Rodrigo quien estaba furioso, quizá por el alcohol, se puso tan atrevida que no tenía miedo de nada,—¡Eres...eres el hijo de puta!El rostro de Rodrigo se volvió hosco al instante.Joan y Dalia no se atrevieron a decir nada, bajando las cabezas.Se acercó a Rodrigo tambaleándose, agarró su corbata y tiró hacia sí.—¿Crees que quiero casarme contigo? ¿Te pareces un principe?El olor del alcohol le hizo a Rodrigo fruncir el ceño, con una mirada furibunda.La agarró por la muñeca.—Creo que estás loca.¿Se atrevía a acompañar a cualquier hombre?Quería que esta mujer retrocediera, pero era tan obstinada que no se rendía.Cuando Gabriela se iba con Javier, Rodrigo se arrepintió, pasara lo que pasara, esta mujer era su esposa nominal, si le pasaba algo con otro hombre, le hacía asco.—Eres tú el loco.—bajo la influencia del alcohol, Gabriela lo desgarró y tiró desatentada
—Recházalo.—Rodrigo empujó la puerta de la oficina—dame un café, por favor.Terminando sus palabras, caminó hacia el escritorio.—El señor Fernández dice que no va a salir si usted no le atiendeRodrigo echó un vistazo a la secretaria.La secretaria bajó la cabeza enseguida.—Llévalo aquí.—Se sentó, y se desabrochó el traje.Pronto la secretaria lo llevó a Javier a la oficina, con un café.La cara de Javier estaba llena de queja y le preguntó.—¿De dónde encontraste a aquella mujer?Rodrigo tomó el café, ordenó a la secretaria que saliera, y luego leventó las miradas a Javier.—¡Mira las heridas!—Javier señaló su cuello, con una herida obvia, y una venda se pegó en su muñeca.—Casi me cortó el tendón de mano.Rodrigo echó un vistazo a las heridas de Javier y sintió un poco de alegría en su corazón.Le preguntó fingiendo no saber nada.—¿Qué pasó?Javier aún sintió temor.—¡Esa mujer llevó un cuchillo y lo usaba con mucha habilidad! El médico me dijo que no me cortó la arteria por suerte. N