Al fin pude relajarme un poco, estirarme de brazos y piernas, y sacarme los zapatos que me estaban triturando, je je je. Mis pobres piecitos me mataban después de tanta tensión y recorrer una y otra vez todo el hospital. Me puse a repasar en todo lo que había pasado la clínica en esos últimos días, desde que Trevor fue internado por mandato judicial y los incidentes con Davids, culpándome de su despido. -Y siempre han ocurrido esos ataques cuando tengo que encargarme del triaje, parece que ese consultorio tiene un imán para atraer a los facinerosos-, me reí sola, lanzando mis pelos aire. Sin embargo, de repente, se me congeló la sonrisa y abaniqué mis ojos pasmada. -Triaje-, balbuceé como una idiota y pensé en el interés de Karlson si es que había pasado algo en la clínica durante su ausencia. -Karlson nunca está cuando ocurren los ataque-, seguí con la boca abierta, tratando de atar cabos. Volví a recordar cuando él entró a la clínica, sorprendido, mirando a todos lados,
Aproveché que tenía terapia con Hughes para indagar sobre Katty Woodward. Él, sin embargo, se puso a la defensiva otra vez. -Ella es solo una amiga-, me dijo con el rostro fruncido, chasqueando los dientes. -Katty te ha visitado varias veces el último mes, te trae dulces y se queda buen rato contigo-, yo intentaba mostrarme natural, distendida y coloquial, no quería alarmarlo ni provocarle una rabieta como las que había tenido antaño. -Es una amiga, ya le dije-, siguió él porfiándome enfadado. Le pedí, entonces, a Gladys que me informara de inmediato apenas Katty Woodward llegaba a la clínica para visitar a Frederick Hughes. Mientras tanto seguí atendido al paciente que había perdido la memoria. Practicamos diferentes juegos, hicimos rompecabezas, recordamos capitales del mundo y también le exigí un poco de memoria, evocando sucesos mundiales y él respondió a todo de maravillas. Justo en ese momento me llamó Gladys. -La señorita Woodward ha venido, doctora-, me dijo la
El primer beso que se dieron Hughes y Katty fue cuando paseaban muy acaramelados junto a la piscina de la clínica. Jefersson Wait me lo contó. -Él la tomó de los brazos y le dio un besote en la boca. Ella al principio se resistió, pero después puso sus manos en el pecho de él, cerró los ojos y se deleitó con los labios de Hughes, incluso alzó un pie encandilada. Fue una escena muy romántica, como en una telenovela-, me dijo al final de su terapia. Volví a enfrentar a Katty. Ella había llegado cargada de chocolates a la clínica. -Estás enamorada de Hughes-, le increpé entonces. Ella había empezado a tenerme antipatía por mis celos. -El amor no sabe de terapias ni de tratamientos, doctora, aparece y ya, no se puede evitar y es bueno cuando dos personas se quieren sin importar enfermedades o traumas, el amor es independiente a todo-, me dijo ella molesta, alzó su naricita y se fue hacia la terraza a verse con Hughes, meneando sus caderas, llevando las cajas de chocolates a cuest
Después de muchos días volví a entrar al portal de poesías. Me había desinteresado en realidad, a raíz de que Leonela y "Flecha" habían iniciado un tórrido romance. A mí me gustaba mucho esa web, escribir poemas, compartir mis versos y comentar las obras de otros poetas y poetisas pero una de las razones que me motivaba a estar en esa dirección electrónica era justamente, "Flecha". Me encantaba seducirlo, recitarle versos encendidos, inquietarlo con mis rimas y me prendaban sus comentarios, siempre eróticos, y también, por supuesto, sus poemitas que me dedicaba muy solemne y romántico, no con la agresividad con las que yo le escribía, je je je. Leonela había logrado enamorarlo, sin necesidad de poesías y ella me colmaba mi móvil con selfies de ellos besándose, muy acaramelados, disfrutando del amor que surgió de repente, entre versos. Como había llegado temprano a casa, después de ducharme y cenar, hablar largo rato con mis padres (papá se había vuelto a pelear, ésta vez con un s
Mi madre tuvo que sacudirme fuerte para despertarme. Yo le había pedido que me pase la voz para que no me quedara dormida y así lo hizo sin embargo yo no quería ir a la editorial y prefería seguir en los brazos de Morfeo. -Ya te comprometiste con esa señorita, Andrea-, me recordó mi mamá. Ella siempre cumplía su palabra empeñada y deseaba que yo fuera igual de responsable. Después de ducharme, me puse un jean, blusa verde floreada y zapatillas rosadas. Desayuné un jugo de naranjas y tostadas, riendo y contándonos chismes con mis padres, luego me fui a la editorial. Llegué a la siete en punto. -La señorita Reynolds la espera en su oficina-, me dijo la recepcionista. La tal Reynolds era una rubia delgada, alta, de espléndidos ojos verdes, muy hermosa y estilizada. Parecía una princesa de cuento de hadas. Ordenó a su secretaria café y panecillos con mantequilla. Después se sentó junto a su escritorio y cruzó las piernas -Yo te estoy hablando muy en serio, Andrea, me dijo, me gu
Luego de cumplir con mi horario en la clínica, aproveché el resto de la noche para hacer mis poemitas. Leonela me llamó. -¿Es verdad que sacarás un poemario?-, chilló ella a través del móvil. -¿Cómo sabes?-, me intrigó. Se suponía que nadie más sabía la noticia. Yo aún no era ninguna celebridad, ni remotamente. -Claudio tiene amigos en la editorial, todos escriben en el portal de poesías, se conocen entre ellos y Antonella Reynolds es una asidua lectora, todo queda entre amigos, pues, mujer, je je je-, me dijo ella riéndose. -Sí, ya firmé contrato, tengo que entregar doscientos poemas, ya estoy avanzando algunos-, le dije, mordiendo mi lengüita emocionada. -¿Te vas a inspirar en tus amantes?-, se divirtió Leonela. -Por supuesto, je je je, estoy rescatando los mejores momentos que he pasado con ellos je je je-, me contagiaron sus risotadas. -Ay seguro escribirás que "era hermoso, de pecho enorme, con sus brazos gigantes y sus muslos me volvían loca, me excitaban, pren
Davids ya se había infiltrado en la clínica desde la noche anterior, haciéndose pasar por un paciente que requería atención. Se había cortado a cero el pelo de la cabeza y se puso una nariz de plástico para pasar desapercibido, también rengueaba y se amarró una almohada en la cintura para parecer un tipo obeso. Nadie sospechó nada ni tampoco lo reconoció y en efecto aparentaba un tipo inestable urgiendo de ayuda médica. Una vez dentro de la clínica, Davids se dirigió al desván y se ocultó tras las escobas y los baldes donde permaneció toda la noche, entre trapos y detergentes. Karlson le había avisado a su móvil que mi hora de ingreso era las 8 de la mañana. Davids había llevado un revólver lleno de balas. -Esta vez, esa perra se muere, le aseguró Davids a Karlson, le voy a llenar el pecho de balazos y ya no la veremos nunca más- Karlson para evitar toda sospecha que estaba involucrado con Davids llamó a Gladys y le reportó que llegaría tarde. Pensaba que entre las ocho y nueve
Fue un gravísimo error de Davids el de perder el tiempo golpeándome en lugar de escapar por uno de los grandes ventanales del pasadizo. Uno de los vigilantes de la clínica que tenía contratados Brown, alarmado por mi gran alarido, llegó con su arma desenfundada y viendo a Davids listo a llenarme el cráneo de plomo, le atinó un certero disparo en medio de los ojos que le reventó la cabeza igual a una calabaza. Davids cayó de bruces en medio del pánico y los gritos aterrados de doctores y pacientes por el balazo que reventó igual a un petardo de dinamita. La clínica entonces se convirtió en un caos y la vocinglería se hizo muy intensa. Jessica y Brenda llegaron de prisa y al encontrarme derrumbada en el suelo, aturdida, luego del golpe que me dio Davis en la cabeza, me atendieron de inmediato, me dieron agua, me abanicaron la cara, incluso me hicieron rehabilitación, pero yo estaba bien, únicamente mareada y aún desconcertada luego de mi encuentro imprevisto con Davids. Sangraba