El domingo me dediqué a poner muy hermosa a mi amiga. Le peiné la cabellera a Leonela y la maquillé bien, le puse sombras en sus ojitos y me preocupé en pintarle las uñitas y los labios para que se vea súper sexy y cautivante. Al final Leonela lucía bellísima y estaba plenamente segura que el tal "Flecha" caería rendido a sus pies. Le presté uno de mis vestidos. Ella había traído solo ropa casual. -Es una cita especial, tonta, es mejor que lleves un vestido elegante, sensual, entallado, que resalte tu belleza-, le reclamé. Elegí uno violeta con poco escote y apropiado para una velada formal como la que iba a tener mi amiga en un restaurante exclusivo. Llevaría además zapatos blancos abiertos, pantimedias y una cartera de mano. Le presté, también mis pendientes de aros para que luzca bastante coqueta. Al final, Leonela quedó convertida en una reina de belleza. La cita era a las 7 de la noche, así es que llegamos cinco minutos más tarde porque queríamos ver primero al tal "Flecha"
"Flecha" trajo de regreso a mi casa a Leonela pasadas las dos de la mañana, no tuve que ir a recogerla. Ella ye me había enviado un mensaje de texto informándome que Claudio, así se llamaba el tal "Flecha", estaba con su carro y que la llevaría a la casa, que no me preocupara, sin embargo la esperé en vela, nerviosa e impaciente. Los vi llegar en un auto muy elegante, moderno, aerodinámico, corrí y abrí la puerta, pero no salí, me escondí detrás de las cortinas de la ventana. Él era bastante alto, buen mozo, de excelente porte, parecía un deportista, muy sobrio y elegante, pulcro en su manera en que caminaba junto a mi amiga, hablándole y riéndole, seguro diciéndole que la habían pasado muy bien. La acompañó hasta la entrada y cuando finalmente se despidieron, la besó tiernamente en la boca. Debió ser muy excitante porque mi amiga cerró los ojos, se estremeció y hasta levantó un pie extasiada. Yo trataba de ver pero me era difícil. Luego Claudio subió a su carro y se marchó igual c
Me puse muy hermosa para ir a ver a Marcus. Me la pasé casi dos horas arreglándome y maquillándome y elegí mi mejor vestido, aquel que resaltaba mis curvas, mis amplias caderas y destacaba mi busto como un gran globo, lo que no podría pasar desapercibido por él. También me puse pantimedias y una cartera de mano. Mi madre me miró sorprendida. -¿Vas a atender a un paciente o acudes a una cita romántica?-, me dijo encandilada por lo bellísima que estaba. -Quiero impresionar a Marcus-, moví coqueta mis hombros. Mi mamá no conocía a Green y yo le había contado muy poco sobre él. -Es un hombre muy dulce, simpático y romántico-, le dije. -Es mejor no te ilusiones, hija, no olvides que es tu paciente, no confundas las cosas-, me advirtió mi madre. Ella tenía razón pero yo estaba ilusionada por él. Justo en el momento que me dirigía a mi auto, me llamó la madre de Marcus. -Doctora, yo sé que hoy le toca terapia a mi hijo, pero él ha salido y me ha dicho que cancela la cita-, me di
Dos días después, me llamó Fabiola, bastante entusiasmada, riendo a cada momento. -Buenas noticias, doctora, la señora Green pagó la terapia de esta semana y se ha comprometido con seguir pagando las consultas de las atenciones de Marcus-, me dijo con un tonito eufórico que me contagió. Eso me devolvió el buen ánimo, porque entonces podría seguir visitando y viendo a Marcus y continuar con su tratamiento. Yo ya pensaba haberlo perdido definitivamente y sin embargo, ahora podría volver a seguir disfrutando de sus ojos brillantes y su sonrisa tan mágica y encantadora. Sin embargo Marcia, me escribió a mi móvil, casi al momento, derribando de un certero plumazo todas mis alegrías y entusiasmo. -Andrea, hay serios problemas entre Marcus y su madre, él ya no quiere seguir las terapias, dice que Julissa lo hace muy feliz y que se irá a vivir a su lado, que él jamás ha estado enfermo, que no se puede cambiar el hecho que él no pertenece a estos tiempos y que Julissa, en cambio, lo hace mu
El esposo de Julissa había vuelto atacar la casa de Marcus. Ésta vez había disparado perdigones estrellándolos en las paredes y astillando las ventanas. La mamá de Marcus presentó de inmediato la denuncia policial. El sujeto tenía, ahora, orden de captura acusado de intento de homicidio. Sin embargo estaba no habido y por lo tanto seguía siendo un peligro latente para Green, para su madre y también para las chicas que trabajaban en la casa. Pese a ello, Marcus desafiaba el peligro, sin importarle las amenazas o que el esposo de Julissa tenía la intención de volarle la cabeza y no solo sacaba a pasear a sus tres perros en forma cotidiana, sino que seguía frecuentando a sus amigas y se veía aún más con Julissa, a escondidas, haciendo el amor en el auto de ella o metidos en cualquier hotelucho de la zona, a sabiendas que el marido estaba pendiente de las traiciones de su mujer y dispuesto a reventarle la cabeza a Marcus igual fuera una gran calabaza. A Marcus parecía no importarl
-¿Por qué tan triste, Andrea?-, se sentó junto a mi mesa el doctor Brown. Yo estaba recién por almorzar en la cafetería de la clínica, aunque había pedido tan solo ensalada y jugo. No tenía humor ni deseos de comer algo, me sentía bastante mal, apagada, apática y mis ojos continuaban encharcados en lágrimas. Mi jefe ya se había dado cuenta de que estaba demasiado apática, sombría, sin mi clásica sonrisa ni el brillo de mi mirada que a él le gustaba tanto y que lo había seducido. Por el contrario aparecía sumamente afligida. Las chicas también le habían contado que yo no estaba con mi mejor ánimo y no mentían porque yo me sentía muy decaída. Y es que estaba convencida que había fracasado en mi tratamiento con Marcus. No se trataba únicamente de devolverlo a la realidad, acabar con su paranoia y convencerlo de que él no pertenecía a otra época, sino también de quitarle las ínfulas de mujeriego y de andar enamorando muchachas por doquier, lo que no pude lograr. Y lo peor es que Marcus
Esa noche, cuando volvía a mi casa, muy cansada después de una intensa jornada de trabajo, vi que Louis, el chico que atiende en la panadería, tenía muchas dificultades para cerrar las persianas metálicas del negocio. Se habían enrollado demasiado y por más que Louis brincaba no alcanzaba para poder jalar la malla de fierro y lograr al fin cerrar las puertas del negocio en forma hermética. Yo en la cajuela del auto siempre llevo una banquita para cualquier eventualidad. Al verlo tan desesperado, me detuve de golpe, bajé de prisa, abrí la caja, saqué la banca y fui de prisa a ayudarlo. -Sube aquí Louis, así podrás alcanzar las mallas-, le dije sonriente. -Uffffffff, Andrea, qué bueno que llegaste, ya no sabía qué hacer-, se alegró él, muy sudoroso y agitado pues había estado brincando mucho rato. Gracias a la banquita Louis subió y pudo desenredar las cortinas metálicas y logró cerrar las puertas de la panadería con un gran candado. -Has terminado de atender bien tarde ésta noche
Esta vez nos atacaron varios hombres armados, con la intención de matar a Michel Trevor, incluso a plena luz del día. Yo recién había entrado a la clínica, a cumplir con mis labores cotidianas. Marqué mi tarjeta y fui a mi consultorio. Me puse mi mandil, abrí mi laptop y llamé al anexo de Karlson para saber si ya había algún paciente en espera, para atención ambulatoria, pero él no me contestó. Me sorprendió porque Karlson se supone que estaba una hora antes en la clínica, haciendo el triaje respectivo. Llamé a recepción. -Hay cinco pacientes esperando doctora Povilaityté, el doctor Karlson no ha venido, recibí un mensaje a mi móvil informándome que se le había hecho tarde-, me dijo preocupada Gladys. -Me haré cargo del triaje hasta que llegue el doctor Karlson-, le anuncié. Le pedí la lista de doctores que ya estaban en la clínica y empecé a auscultar, consultar y derivar a los pacientes que estaban en la lista de espera. No eran casos complicados. Fue entonces que llegaron