Su mente no lograba asimilar aquello, Rita pagaría indudablemente haber puesto a su sangre el apellido de otro hombre, sí es que fuera positiva la prueba de ADN.

—Calma, Dianco, calma —se decía mentalmente— has enfrentado retos mucho más complejos y peligrosos que esto durante toda tu vida. No es momento para arrepentirse o flaquear ahora…

Finalmente, la comitiva de vehículos blindados se detuvo frente a las puertas de un enorme edificio, el mismo donde se encontraban ubicados los prestigiosos laboratorios genéticos a los que Dianco había confiado las muestras genéticas de él y su supuesta hija.

La seguridad alrededor era impresionante, más propia de un búnker militar que de un centro de investigación científica. Sin embargo, esa era la única forma de garantizar la máxima confidencialidad que un encargo de tal calibre requería.

Con un leve asentimiento hacia sus hombres, Dianco abandonó el interior de la camioneta y se encaminó con paso firme hacia la entrada. Un par de corpulentos gu