El silencio que siguió a la partida de Marcus fue roto por el sonido de aplausos burlones. Maya, aún de rodillas en el suelo, levantó la mirada para encontrarse con Miranda, quien se acercaba con una sonrisa cruel en su rostro.— Bravo, bravo — se burló Miranda, su voz cargada de veneno — Qué espectáculo tan conmovedor, ¿No es maravilloso cómo la vida te devuelve todo lo que haces?Maya la miró, incapaz de responder a través de sus lágrimas. El dolor de la partida de Marcus aún era demasiado fresco, demasiado intenso.— ¿Te has quedado sin palabras, Maya? — continuó Miranda, su tono cada vez más cruel — No me sorprende. Después de todo, las mentirosas como tú suelen quedarse sin excusas tarde o temprano.De Luca, que había estado observando la escena, intervino finalmente. Se acercó a grandes zancadas y tomó a Miranda por el brazo.— ¡Basta ya, Miranda! — gruñó — Creí haber criado a una hija, no a una víbora venenosa.Miranda intentó zafarse, pero el agarre de su padre era firme.— ¡S
Al mediodía siguiente, Dianco De Luca se encontraba en su despacho, su mente era un torbellino de pensamientos y remordimientos. La noche en vela había dejado surcos profundos bajo sus ojos, pero una determinación férrea brillaba en su mirada.— Es hora — murmuró para sí mismo, poniéndose de pie con decisión — Tengo que hablar con Marcus, sin importar las consecuencias.Llamó a su asistente, quien entró presuroso al despacho.— Prepara el auto — ordenó De Luca — Voy a la villa Arched.— Pero señor — titubeó el asistente — ¿Es prudente? Después de todo lo que ha pasado...De Luca lo interrumpió con un gesto brusco.— La prudencia ya no importa. He cometido errores terribles y es hora de enfrentarlos. Marcus merece saber la verdad sobre su hijo, aunque me cueste la vida.El asistente asintió, reconociendo la determinación en los ojos de su jefe.— Como usted diga, señor. El auto estará listo en cinco minutos.Mientras el vehículo recorría las sinuosas carreteras sicilianas, De Luca repa
El helicóptero aterrizó en los jardines de la villa De Luca, Marcus saltó al suelo antes de que las aspas dejaran de girar, su corazón latía con fuerza en su pecho. Tenía que ver a Maya, tenía que saber la verdad.Los guardias, sorprendidos por su llegada repentina, intentaron detenerlo.— Señor Arched, no podemos permitir que...Marcus los apartó con un gesto brusco.— Fuera de mi camino. Necesito ver a Maya. Ahora.Su voz no dejaba lugar a discusiones. Los guardias intercambiaron miradas nerviosas antes de apartarse, permitiéndole el paso.Marcus atravesó los pasillos de la villa como una tormenta, su mente era un torbellino de preguntas y emociones. Cuando llegó a la puerta de la habitación de Maya, se detuvo por un momento, tomando una respiración profunda antes de llamar.— Maya — su voz sonaba ronca, cargada de emociones contenidas — Soy yo, necesitamos hablar.Hubo un momento de silencio antes de que la puerta se abriera lentamente. Maya estaba allí, sus ojos abiertos de sorpre
Cinco años habían transcurrido desde aquel día fatídico en que Maya y Marcus se reencontraron, descubriendo la verdad sobre su hijo y redescubriendo el amor que nunca había desaparecido realmente. La villa Arched, una vez escenario de dolor y malentendidos, ahora rebosaba de risas y felicidad.Era una cálida tarde de verano en Sicilia. Maya, con su vientre de cuatro meses de embarazo, observaba desde la terraza cómo Marcus jugaba con su hijo Matteo y su sobrino Luca, el hijo de Miranda, ambos de seis años, en el extenso jardín de la villa.— ¡Papá, más alto! — gritaba Matteo mientras Marcus lo lanzaba al aire.— ¡Yo también, tío Marcus! — exclamaba Luca, saltando de emoción.Maya no pudo evitar sonreír, acariciando suavemente su vientre. La vida le había dado una segunda oportunidad, y estaba determinada a aprovecharla al máximo.— Ten cuidado con los niños, Marcus — advirtió Maya con un tono divertido.Marcus se acercó a la terraza, con un niño colgando de cada brazo, sus ojos brilla
Una niña lloraba mientras observaba a su padre desesperado, el hombre intentaba comprender cómo es que su esposa se había atrevido a engañarlo..Frente a él, en la cama, su mujer lo miraba sobresaltada, mientras aún permanecía abrazada a un joven y atractivo chico.Todo se volvió un caos, la pequeña abrazaba los pies de su padre con fuerza, intentando evitar que lastimara a su madre, no comprendía del todo lo que estaba sucediendo, su ingenua mirada se clavó sobre la escena que tenía al frente, grabando en su mente el rostro de aquel joven hombre.Maya despertó mientras sudaba copiosamente, tomó un vaso de agua que se encontraba en la mesilla junto a su cama para dar un gran trago, la misma pesadilla se repetía constantemente, así había sucedido durante años.Arrastró los pies fuera de la cama por la mañana, dos oscuros círculos bajo su rostro permitían ver que no había pasado una buena noche, sin desayunar se dirigió a la editorial dónde su jefa después de llamarla para que se presen
Cuando Maya llamó a Anne para informarle que había aceptado, la chica tuvo que retirar el auricular de su oreja ante los gritos de júbilo de su jefa, por un momento sintió que se quedaría sin volver a escuchar debido al ruido. —Lo sabía, no podías ser tan tonta, el avión privado de Arched te estará esperando, irás a Sicilia, saldrás a primera hora, el señor Arched enviará a su asistente al aeropuerto para recogerte. Maya puso los ojos en blanco, Anne parecía saber que aceptaría aquel trabajo, y ya tenía todo arreglado. —Le recé a los mil santos mujer, me arriesgué a decir al señor Arched que habías aceptado —Anne se sentía orgullosa de lo que había hecho. —Uhmmm, envíame lo necesario, te mantendré al tanto —Maya prefirió ya no discutir sobre el tema con su jefa. —Sí el señor Arched se mete a nadar con poca ropa, me envías una foto —Maya no contestó, enseguida cortó la llamada. Al otro día por la mañana, Maya se encontraba a bordo del avión que en ese momento despegaba, si era si
Marcus sonrió ampliamente, Maya desvió la mirada, a ese hombre no se le podía observar de frente, corría el riesgo de quedar hechizada por su encanto a pesar de que lo odiaba.—Es un verdadero placer conocerla señorita Jones —dijo mientras extendía su mano hacia ella, Maya no deseaba tocar a ese hombre, pero si quería hacer que pagara, tendría que fingir que le agradaba. —El placer es mío, señor Arched —contestó extendiendo su mano, Marcus la tomó y la sostuvo un poco más de lo necesario.Maya mintió, lo que deseaba era decirle que ella no podía decir lo mismo, sentía un fuerte impulso por gritarle a la cara unas cuantas verdades, pero sabía que no era posible, así que se vio obligada a sonreír, lo primero que tenía que hacer era investigar si él sabía que era hija de Rita.—Llamame tan solo Marcus, dejemos a un lado las formalidades, después de todo pondré en sus manos toda la información sobre mi vida —dijo para después soltar la mano de Maya que aún sostenía.—Entonces, es un gust
Al llegar al corporativo, Marcus le pidió a Maya que caminara a su lado, le mostraría las instalaciones, era un edificio de pocos pisos, pero muy amplios.Maya notó que las chicas se desvivían por llamar la atención de su jefe, él parecía no darse cuenta, aunque eran tan obvias que era imposible no notarlo.Los hombres lo saludaban con cordialidad, más que temerle, parecían respetarlo.—Veo que se ha ganado el respeto de sus empleados.—Todo el personal es indispensable para está empresa, desde el puesto más bajo hasta el más alto, sin ellos el corporativo no existiría, siempre procuro hacerles saber que son importantes.Aquello sorprendió por completo a Maya, no esperaba que Marcus tratara de aquella manera a sus empleados, había leído que era un hombre arrogante, tal vez aquello era tan solo un teatro para que en el libro no quedará plasmada su verdadera personalidad.Poco después de terminar de recorrer las instalaciones. Marcus le pidió que lo acompañara a su oficina, había adecua