El día de la fiesta del socio de Marcus llegó rápidamente, ese día Marcus le pidió a Maya que lo esperara en la villa, él tenía un asunto que arreglar fuera del corporativo, la chica tuvo la sensación de que algo más sucedía.El rostro tenso de Marcus reflejaba la molestia y preocupación que sentía, se notaba inquieto.—¿Sucede algo? —preguntó queriendo convencerse que sólo era curiosidad lo que sentía, y que Marcus no le preocupaba en lo absoluto.—No es nada, solo que si no estaré en el corporativo, no tiene caso que vayas, puedes trabajar desde aquí, pasaré por ti a las nueve a las nueve para llegar a tiempo al evento, odio llegar tarde, la puntualidad es importante.—Claro, estaré lista a tiempo. Desde la terraza, Maya observó con curiosidad cómo varias camionetas oscuras salían de la villa. La de Marcus se situó en el centro de la comitiva, ¿A dónde iba? Se preguntó la chica, convencida de que para una simple cita de negocios no se requería tanta seguridad.Las horas siguientes
Maya deseaba arder en odio hacia Marcus, esperando que fuera un hombre despreciable, calvo, de baja estatura y vientre prominente, así no tendría que resistir la tentación y el calor que sentía entre las piernas cada vez que lo tenía enfrente, pero el universo tenía otros planes. Marcus era un Dios encarnado, un hombre cuyo atractivo era tan arrollador que parecía emanar de cada poro de su piel, demostrando que definitivamente al diablo le gusta meter candela.Marcus abrió la puerta de la limusina para que ella subiera, él también tuvo que reponer el aire que había perdido al observar hasta donde llegaba el escote que dejaba al descubierto un poco más de lo que debería.—Gracias por el vestido, y por todo lo que has enviado.Agradeció por cortesía, pero en su interior estaba ardiendo de deseo y furia, preguntándose cómo sería resistir la tentación que él representaba.—No tienes que agradecer, fue un completo placer —al elegir el vestido, Marcus había tocado la tela, se imaginó la f
Maya había pensado inventar cualquier cosa para decirle al hombre que Marcus no le convenía como socio, pero por lo que veía, cualquier cosa que ella dijera, Marcus se enteraría.Dan, veía a Maya incómoda por la compañía de De Luca, se acercó a ellos, después de saludar al hombre, extendió su mano hacia la chica.—¿Me concede está pieza? Señorita, Jones.—Con gusto —dijo Maya, tomando su mano.Se alejaron hacia la pista ante la escrutadora mirada de De Luca.Dan colocó su mano sobre la cintura de Maya, mientras sujetaba su otra mano, la chica colocó su mano libre sobre el hombre de él.—No soy buena en esto, así que cuidado con tus pies, estos tacones son altos —dijo Maya mientras sonreía, Dan respondió también sonriendo, su sonrisa era encantadora.—Entonces tendré cuidado, aunque en realidad no me importaría, la compañía lo vale.Cerca de ellos, Marcus no perdía detalle de lo que sucedía, ¿En verdad se atrevía Dan a coquetear tan descaradamente con Maya cuando él ya le había adverti
Lejos de Sicilia, dentro de una clínica de rehabilitación, Rita, la madre de Maya estaba decidida a jugar su última carta, a pesar de su edad, conservaba las formas de su cuerpo, aparentando a pesar del alcohol, menos edad de la que tenía.—¡Dios! Si mi hija no fuera tan estúpida, estaría muy cómoda en casa, en lugar de estar encerrada en este infierno, necesito un trago, siento que me quemó por dentro. El enfermero que le daba su último medicamento del día, pasaría en unos minutos, Rita se apresuró a rasgar la sábana para hacer una tira ancha, al obtenerla, la ató alrededor de su cintura. Usaba una amplia bata en color blanco que llegaba abajo de la rodilla, al atar la tira a su cintura, el largo de la bata subió un poco arriba de sus rodillas, llegaba justo bajo sus bien proporcionados pechos, lo que hizo que se levantaran. Al entrar el enfermero, Rita fingió que salía del baño, el hombre recorrió de inmediato su cuerpo con lujuria. —Buenas noches, guapo, pensé que hoy no vendría
El color rojizo del cielo al atardecer daba un aire más romántico que nostálgico, mientras regresaban a la villa, Maya decidió fingir que se había quedado dormida, no quería hablar con Marcus.Estaba pisando un terreno muy peligroso, había aceptado escribir sobre él para vengarse, no para ceder ante sus encantos.Al llegar a la villa, Marcus caballerosamente la ayudó a bajar del auto.—Te quedaste dormida, te has perdido la mejor parte, estoy seguro que observar el atardecer desde el mirador te hubiera encantado —ahí estaba de nuevo esa gran sonrisa que hechizaba.—Lo siento, me sentía tan agotada que no me di cuenta cuando me quedé dormida.—Bueno, tenemos muchos más días para observarlo.—Claro.Marcus la acompañó hasta la puerta de su habitación.—¿Deseas que te envié algo para cenar?—No, gracias, estoy rendida.—Entonces te deseo una encantadora noche en brazos de Morfeo, nos vemos por la mañana, Maya —su voz era suave, como un susurro llevado por el viento.—Hasta mañana, Marcus
Por la mañana , se resistía a levantarse para bajar a desayunar con Marcus, se recriminaba lo que había hecho, f*rnicar con el enemigo no solo le había gustado, le había encantado y eso para alguien que desea vengarse, no está permitido. Su mente era un mar de confusión, quería huir de ahí lo más pronto posible, pero tenía un deber con su padre, y haría todo para cumplirlo. Después de darse un buen baño, eligió un vestido corto para vestirse, era corto, en color negro, ajustado, el largo un poco arriba de las rodillas, al frente tenía un escote discreto. Decidió dejar su largo cabello suelto, solo lo peinó con algunas ondas, se maquilló levemente, después tomó su bolso y bajó a la terraza, ahí ya se encontraba Marcus, al verla, la recorrió con la mirada rápidamente, después volcó su atención sobre el diario que sostenía, su aptitud no podía ser más fría. —Buenos días —saludó por educación la chica. —Buenos días, Maya, será mejor que nos demos prisa, me han llamado de la oficina.
Maya observó disimuladamente a la elegante mujer en el restaurante del aeropuerto. Su corazón dio un vuelco cuando un joven apuesto se acercó y la saludó con un respetuoso beso en la mejilla. El parecido con Marcus era innegable: la misma mirada penetrante, el porte gallardo... Debía ser su hermano.La chica fingió estar concentrada en una revista que hojeaba frente a su rostro, observó discretamente a aquellas dos personas, decidida a investigar qué es lo que había sucedido, la mujer se mostraba muy afectuosa con su hijo. Un par de horas después, salió de ahí para tomar el vuelo, estaba inmersa en un mar de confusión por lo sucedido.Las siguientes horas en el avión se le hicieron eternas, pero su mente estaba en otro lado, recordando su último encuentro con Marcus días atrás.Había sido una noche cargada de tensión sexual tras semanas de miradas cargadas y roces accidentales que hacían arder su piel. Marcus la había acompañado hasta su habitación, al amparo de la oscuridad y de pro
Por la madrugada, Marcus se escabulló sigilosamente dentro de la habitación nupcial, encontrando a una frustrada Miranda dormida entre las sábanas de seda.Marcus había pasado la noche en vela, dentro de su despacho para evitar consumar el matrimonio. La idea de compartir la cama con su nueva esposa le provocaba una profunda aversión.Y no porque la chica fuera fea, al contrario, era muy bella, pero algo atolondrada y demasiado mimada, su carácter y actitud era lo que Marcus no soportaba.Por la mañana salió muy temprano hacia el corporativo, lo hizo antes de que Miranda despertara, no tenía tiempo para reclamos, había algunas cosas que necesitaba dejar solucionadas en la oficina antes de salir hacia su luna de miel al día siguiente.Pensó que tendría un respiro de la agobiante presencia de Miranda, pero estaba muy equivocado. Apenas unas horas después, ella irrumpió en su despacho, agitando su teléfono con entusiasmo.—¡Marcus, amor mío! Mira lo que acaba de llegar. ¡Estamos invitado