Por la mañana , se resistía a levantarse para bajar a desayunar con Marcus, se recriminaba lo que había hecho, f*rnicar con el enemigo no solo le había gustado, le había encantado y eso para alguien que desea vengarse, no está permitido. Su mente era un mar de confusión, quería huir de ahí lo más pronto posible, pero tenía un deber con su padre, y haría todo para cumplirlo. Después de darse un buen baño, eligió un vestido corto para vestirse, era corto, en color negro, ajustado, el largo un poco arriba de las rodillas, al frente tenía un escote discreto. Decidió dejar su largo cabello suelto, solo lo peinó con algunas ondas, se maquilló levemente, después tomó su bolso y bajó a la terraza, ahí ya se encontraba Marcus, al verla, la recorrió con la mirada rápidamente, después volcó su atención sobre el diario que sostenía, su aptitud no podía ser más fría. —Buenos días —saludó por educación la chica. —Buenos días, Maya, será mejor que nos demos prisa, me han llamado de la oficina.
Maya observó disimuladamente a la elegante mujer en el restaurante del aeropuerto. Su corazón dio un vuelco cuando un joven apuesto se acercó y la saludó con un respetuoso beso en la mejilla. El parecido con Marcus era innegable: la misma mirada penetrante, el porte gallardo... Debía ser su hermano.La chica fingió estar concentrada en una revista que hojeaba frente a su rostro, observó discretamente a aquellas dos personas, decidida a investigar qué es lo que había sucedido, la mujer se mostraba muy afectuosa con su hijo. Un par de horas después, salió de ahí para tomar el vuelo, estaba inmersa en un mar de confusión por lo sucedido.Las siguientes horas en el avión se le hicieron eternas, pero su mente estaba en otro lado, recordando su último encuentro con Marcus días atrás.Había sido una noche cargada de tensión sexual tras semanas de miradas cargadas y roces accidentales que hacían arder su piel. Marcus la había acompañado hasta su habitación, al amparo de la oscuridad y de pro
Por la madrugada, Marcus se escabulló sigilosamente dentro de la habitación nupcial, encontrando a una frustrada Miranda dormida entre las sábanas de seda.Marcus había pasado la noche en vela, dentro de su despacho para evitar consumar el matrimonio. La idea de compartir la cama con su nueva esposa le provocaba una profunda aversión.Y no porque la chica fuera fea, al contrario, era muy bella, pero algo atolondrada y demasiado mimada, su carácter y actitud era lo que Marcus no soportaba.Por la mañana salió muy temprano hacia el corporativo, lo hizo antes de que Miranda despertara, no tenía tiempo para reclamos, había algunas cosas que necesitaba dejar solucionadas en la oficina antes de salir hacia su luna de miel al día siguiente.Pensó que tendría un respiro de la agobiante presencia de Miranda, pero estaba muy equivocado. Apenas unas horas después, ella irrumpió en su despacho, agitando su teléfono con entusiasmo.—¡Marcus, amor mío! Mira lo que acaba de llegar. ¡Estamos invitado
Maya se encontraba inmersa en la escritura del libro sobre la vida de Marcus Arched, volcando en cada página su sed de venganza. Cada palabra era un dardo envenenado dirigido al corazón del hombre que había destrozado a su familia.Con dedos febriles, tecleaba sin descanso, plasmando los detalles más íntimos y dolorosos del pasado de Marcus. Su infancia de abusos y abandono, su lucha por sobrevivir en las calles, su implacable ascenso al poder... Todo quedaría expuesto sin piedad ante los ojos del mundo.Una sonrisa amarga se dibujó en los labios de Maya mientras escribía sobre las palizas que Marcus recibía de su abuelo. Maya sintió una lágrima deslizarse por su mejilla al imaginar el sufrimiento de ese niño indefenso. Pero enseguida se obligó a endurecerse. No debía sentir lástima por Marcus. Él era el enemigo, el responsable de la desgracia de su familia.Lo que Maya no sabía era que, en ese mismo instante, al otro lado del mundo, Marcus se encontraba viviendo su propio infierno p
Marcus se encontraba en el casino clandestino, rodeado por los capos más poderosos de la ciudad. El humo de los habanos se mezclaba con el tintineo de las máquinas tragamonedas y el murmullo de las conversaciones en voz baja. Era una reunión crucial para discutir las estrategias contra sus enemigos el clan Carotti, quienes habían estado interfiriendo en sus negocios.Mientras Marcus fumaba su habano, una despampanante rubia se acercó a él con movimientos felinos. Sin decir una palabra, se sentó sobre sus piernas, pegando su pronunciado escote al rostro de Marcus.—Hola, guapo. ¿Quieres divertirte un poco? —ronroneó ella, pasando un dedo por la mandíbula de Marcus.Él le dedicó una sonrisa torcida y le dio una profunda calada a su habano.—Tal vez más tarde, preciosa. Ahora mismo estoy ocupado.La rubia hizo un puchero, pero no se movió de su lugar. Al otro lado de la mesa, Dianco De Luca, el padre de Miranda, lo fulminó con la mirada.—Ten cuidado con lo que haces, Marcus. Puedes div
Maya seguía aferrada a Dan mientras sollozaba, permitiendo que su calidez la envolviera como un bálsamo. En medio del torbellino de emociones que la embargaba, su presencia era como un faro en la oscuridad.—Gracias por estar aquí, Dan —murmuró contra su pecho— No sé qué haría sin ti en estos momentos.—Aquí estoy para ti, Maya —le aseguró él, estrechándola con fuerza— No estás sola.Maya alzó el rostro para mirarlo a los ojos, conmovida por la sinceridad que vio en ellos. Por un instante, se permitió perderse en esa mirada cálida y reconfortante, olvidando por un momento el dolor que la desgarraba por dentro.Aunque no podía evitar sentirse también avergonzada de mostrar su debilidad ante un hombre que acababa de conocer, aunque Dan le inspirara confianza.Pero entonces, la realidad la golpeó como un mazazo, recordó el libro, la venganza, lo que pronto saldría a la luz. Y supo que, cuando eso pasara, perdería la amistad de Dan para siempre.Se apartó de él suavemente, secándose la
Muy a su pesar Dan tuvo que obedecer la orden de Marcus para no hacerlo enfadar aún más, desde ya sentía una profunda lástima por la chica, ¿Qué demonios pasaba por la cabeza de Maya cuando se le ocurrió hacer esa tontería?Marcus ordenó que lo acompañaran dos de sus más temibles hombres, sabía que Dan era más blando que un pudín, y que no tendría el corazón de tratar con mano dura a la chica.El chico siempre lucía en su rostro una resplandeciente sonrisa, por eso era que no le pedía acompañarlo a reuniones con otros miembros de su grupo, ni con miembros enemigos, con ese rostro tan afable, ¿Quién le temería?Mientras crecían, Marcus tuvo que poner en su lugar a los que molestaban a Dan, pues él jamás se defendía, y como siempre sonreía, nadie tomaba en serio sus amenazas, lo tomaban a burla.Dan sentía un nudo en el estómago mientras conducía hacia el edificio de Maya en Nueva York. Sabía que estaba a punto de destruir la confianza y la amistad que había construido con ella, pero no
Marcus había salido del despacho, pero su furia necesitaba más, así que se dio la vuelta y volvió al interior del despacho.Al entrar se quedó mirando a Maya que aún yacía hecha un ovillo en el sofá, temblando de miedo. Una parte de él, la parte que aún recordaba la pasión y la ternura que habían compartido, quería consolarla, abrazarla y prometerle que todo estaría bien.Pero la otra parte, la parte oscura y vengativa, rugía de furia al recordar las palabras que había leído en aquel maldito libro, cada página había sido como una puñalada directa a su corazón, exponiendo sus secretos más íntimos y dolorosos ante el mundo.¿Cómo había podido Maya hacerle algo así? ¿Cómo había podido traicionarlo de esa manera tan cruel, después de todo lo que habían vivido juntos?—Levántate —ordenó con voz gélida—no he terminado contigo.Maya obedeció con piernas temblorosas, el rostro húmedo por las lágrimas, Marcus tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no ceder ante el impulso de